Con un acto en las puertas del edificio donde Lula Da Silva cumple prisión, en Curitiba, el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) abre su campaña presidencial con su mueva fórmula: Fernando Haddad-Manuela D´Ávila. Así, al filo de la fecha estipulada en la convocatoria electoral y cumpliendo puntillosamente con las leyes, la agrupación creada por el líder metalúrgico reemplazó el dúo original en vista de la decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que prohibió la candidatura de Lula, quien marcha primero en todas las encuestas.

Así, un académico y docente en Ciencias Políticas que formó parte del Gabinete de Lula como Ministro de Educación y una periodista y militante del partido Comunista do Brasil (PCdoB) serán el estandarte del PT para regresar al gobierno, del que fue desplazado por un golpe institucional contra Dilma Rousseff en agosto de 2016.

Luego del ataque a cuchillada al candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro, y de la arremetida del jefe del Ejército, el general Eduardo Vilas Boas contra la designación de Lula, la incógnita es cómo se desarrollará de aquí en más un comicio que viene bastante torcido por la violencia verbal y la inocultable maniobra para sacar de la cancha al dos veces presidente en un intento por enterrar bajo siete lápidas la posibilidad de retorno de un gobierno popular.

Fernando Haddad, descendiente de una familia libanesa afincada en San Pablo, se graduó en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad paulista. En 2005 pasó a integrar el equipo más cercano a Lula en la cartera de Educación. Desde allí promovió planes de inserción e integración en el sistema con el llamado Plan ProUni (Universidad para Todos), que abrió la posibilidad de estudiar en universidades públicas a más de un millón de jóvenes.

Entre sus aspiraciones estaba la de lograr que para 2011 el 30% de los jóvenes brasileños asistieran a la Universidad. Como aspiración, miraba los datos de Argentina,con el 32% en esa fecha, y de Canadá, con 62%. Las políticas neoliberales de Michel Temer vienen limando esas conquistas a base de neutralizar o eliminar presupuestos.Y no solo en Educación.

Haddad también fue alcalde de San Pablo, en un histórico triunfo de la mano de Lula. No era un personaje conocido públicamente y el ex mandatario lo llevó literalmente de la mano para que sus seguidores lo votaran como si fuese él mismo. Esta vez, y ante un desafío mayor, el conocimiento popular de Haddad sigue siendo un problema. Agravado porque Lula ya no puede estar a su lado y para completar el escenario. El poder judicial brasileño, que buscó todas las variantes para condenar al ex presidente, tampoco acepta que en la publicidad del PT ni aparezca su imagen.

Así y todo un último sondeo de Data Folha, habitual fuente de consulta sobre estos temas en Brasil y normalmente aceptado como certero, daba a a Haddad creciendo y a Bolsonaro como primero con 24% de los votos, casi sin variantes a pesar de que normalmente un ataque como el que sufrió sirve como elemento publicitario.

Cuando las encuestas tomaban en cuenta a Lula -algo que el TSE también prohibió expresamente el último fin de semana- el ex militar era el segundo, lejos, del líder obrero, que se mantenía cercano a los 40 puntos.

Muchos todavía no estaban enterados de que Haddad había asido designado candidato a presidente, y sin haber participado en los dos debates presidenciales previos, aún así mostró un 9 % de apoyo. Optimistas, para el PT es un segundo lugar, ya que unieron en un mismo pelotón a los que están dentro del margen de error de una encuesta: Ciro Gomes, con 13%, Marina Silva, con 11%, y Geraldo Alckmin, con 10%.

El detalle de ese análisis es más alentador. Según Datafolha, el 33% de los consultados afirmaron que votarán a quien indique Lula y otro 16% dijeron que «podrían votar» al preferido del ex mandatario. Esto suma 49%, al borde de ganar en primera vuelta. Lo que sería una hazaña inédita ya que ni el propio Lula logró ganar sin pasar por el balotaje.

Al desconocimiento popular de Haddad entre la gran mayoría de la población brasileña se suma que su candidata a vice, Manuela D´Ávila, proviene del PCdoB, en una campaña donde el componente anticomunista de Bolsonaro se le añade que gran parte de la campaña para destituir al PT se basó en que las medidas que había tomado desde 2003 y especialmente con Dilma en el poder -una ex guerrillera, para más datos- el país avanzaba hacia el marxismo o algo así.

La alianza del PT con el PCdoB significa un giro a la izquierda del laborismo brasileño y la ruptura de esa coalición con el PMDB que lo llevó al Planalto en 2003 pero que al fin y al acabo lo terminó traicionando, con el vice Temer tumbando a la presidente y además, «derrocando» todas las iniciativas progresistas de la gestión.

D´Ávila es una joven dirigente gaúcha que a los 37 años que hace 12 que fue elegida diputada federal por Porto Alegre. En esa ciudad nació y allí se graduó en periodismo en la Pontificia Universidad Católica, aunque luego cursó Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Río Grande do Sul.

Carismática estuvo en el escenario paulista donde Lula de despidió de su gente ante de someterse a la detención dictada por el juez Sergio Moro. La presentó como al nueva dirigencia junto con Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que finalmente no forma parte de este frente aunque es el único que defiende la necesidad de que Lula también pueda participar en la elección ya que la condena en su contra no está firme y la acusación, también para él, es amañada. Y que además, reivindica sus políticas.