Las señales de descomposición del gobierno de Volodimir Zelenski van en aumento, y a la feroz interna con el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhny, se le sumó estos días la declaración del jefe del partido oficialista y uno de los negociadores en la mesa de diálogo impulsada por Turquía en mayo de 2022, quien confirmó lo que ya se sabía: que la guerra podría haber terminado si Kiev hubiera aceptado la neutralidad, pero el entonces primer ministro británico Boris Johnson viajó de apuro para exigir que siguieran luchando.

David Arakhamia es el jefe del partido Servidor del Pueblo, fundado en 2016 por Zelenski e Ivan Bakanov, quien en julio del año pasado fue despedido de su cargo como titular del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), la agencia de inteligencia, acusado de no haber detectado «traidores» dentro de la burocracia estatal. En una entrevista televisiva, Arakhamia declaró abiertamente que «podríamos haber tenido paz si hubiéramos aceptado la neutralidad. Pero eso significaría cambiar la Constitución, no confiábamos en los rusos y Boris nos dijo que Occidente quería que siguiéramos luchando». La neutralidad implicaba un régimen como el que Finlandia y Suecia tuvieron durante toda la guerra fría, y que rompieron por presiones de la OTAN tras el conflicto entre Rusia y Ucrania.

La situación en el frente de batalla, mientras tanto, no tuvo demasiados cambios y a esta altura hasta los medios más encolumnados con Occidente reconocen que Ucrania no está en condiciones de ganar la guerra y además, ya se gastaron todas las reservas de armas de la OTAN sin resultados tangibles. A artículos en ese sentido de los dos principales tanques de difusión de Estados Unidos, The Washington Post y The New York Times, se agregó ahora el alemán Bild, que deslizó que los líderes de la OTAN están considerando seriamente convencer –¿obligar?– a que Zelenski negocie con Rusia.

Pero del otro lado de la frontera las cosas no están tan calmas tampoco. Si bien es cierto que las últimas señales tanto de Vladimir Putin como de su asesor en temas de seguridad y expresidente Dmitri Medvedev preanuncian que podrían extender sus aspiraciones a controlar también Odessa, el gobierno incluyó al exprimer ministro Mijail Kasianov en el registro de agentes extranjeros por su oposición a la guerra en Ucrania. Un paso previo a considerarlo traidor a la patria, ya que el hombre integra al Comité contra la Guerra, organización que para el Kremlin tiene como objetivo difundir información falsa y desacreditar a las fuerzas armadas y las políticas internas en Rusia». El ministerio de Reintegración de Ucrania, mientras tanto, anunció que unos 13.500 ciudadanos de esa nacionalidad, entre ellos 1653 menores de edad, regresaron desde Rusia a través de un corredor humanitario en la región de Sumy. La ONU estima que en territorio ruso hay más de un millón de refugiados ucranianos, la mayoría habitantes de ciudades y pueblos que quedaron bajo fuego tras el inicio de la operación especial ordenada por Putin en febrero de 2022.