A cuatro semanas de las elecciones presidenciales el país centroamericano sigue convulsionado por la situación política y social generada por la poca transparencia en los comicios. El saldo actual es de 32 muertos por la represión militar que intentó frenar las protestas callejeras. Veinte días después y luego de aceptar recontar casi cinco mil actas, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) terminó declarando ganador al actual presidente Juan Orlando Hernández (JOH), quien buscaba la reelección de forma ilegal, yendo en contra de la Constitución, pero avalado por la Corte Suprema. 

Diversos partidos opositores y organismos internacionales habían pedido el recuento de la totalidad de las actas, pero el TSE ignoró los reclamos. No importó que la Comunidad Europea hubiera criticado fuertemente el proceso, ni que Luis Almagro, secretario general de la OEA hubiera pedido que se realizaran nuevas elecciones. Menos aún habían servido las constantes movilizaciones sociales que salieron a las calles fueron respondidas con Estado de Sitio y mayor militarización.

La represión fue tan feroz, que varios comandos especializados de la Policía Nacional entraron en huelga porque no estaban dispuestos a reprimir al pueblo. La gente celebró junto a ellos, pero la felicidad poco duró. Dos días más tarde, fueron despedidos todos los  Directores de dichos escuadrones. La purga también incluyó el cambio del Director del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

El candidato por la Alianza de Oposición Salvador Nasralla había sido declarado ganador por un miembro suplente del TSE cuando el conteo no estaba finalizado pero con una tendencia que muchos analistas consideraban irreversible. Sin embargo, cuando se reactivó el conteo luego de dos días sin sistema, los resultados se revirtieron de manera sospechosa, lo que desató la protesta, el caos y la represión militar. Aunque el tiro de gracia lo terminó dando el Departamento de Estado de Estados Unidos al felicitar a JOH como ganador, a pesar de que Salvador Nasralla se encontraba en ese momento en Washington, manteniendo reuniones con integrantes de la OEA y con congresistas del país.

Al regresar a Honduras, Nasralla anunció que ya había terminado el período electoral donde él había ganado la presidencia, que no tenía sentido seguir en la Alianza y que llamaba a un diálogo nacional. En respuesta a sus declaraciones, Manuel Zelaya, ex presidente derrocado en 2009 y Coordinador General de la Alianza de Oposición, afirmó con los demás miembros de la Alianza que lamentaba la decisión unilateral del conductor televisivo, pero que ellos sostendrían los reclamos en las calles y con los organismos internacionales, ya que habían triunfado en las elecciones y no permitirían que mediante el fraude se violara la voluntad popular. En teoría, el nuevo presidente debe asumir su cargo el 28 de enero de 2018. Pero el futuro sigue incierto. Sobre todo en un país como Honduras. «

*Periodista