La tensión en la frontera de India y China se elevó al máximo este lunes luego de un violento incidente que dejó un saldo de al menos 20 soldados muertos. El gobierno chino responsabilizó a las autoridades indias de no haber evitado que tropas de ese país cruzaran el delicado límite territorial en Ladakh. La cifra de víctimas del enfrentamiento fue dada por Nueva Delhi y se ignora las bajas que tuvieron los efectivos chinos, aunque algunas fuentes oficiosas la elevan a 45.

A pesar de que este fue el choque más fuerte y peligroso en esa región en 58 años, ambos gobiernos acordaron bajar los decibeles y tras una conversación telefónica entre el canciller chino, Wang Yi y su par indio, Subrahmanyam Jaishankar, se comprometieron a fortalecer la comunicación mutua para evitar nuevos incidentes que pueden ser fatales para dos naciones que cuentan con armamento nuclear.

El informe proveniente del gobierno de Narendra Modi señala que «se produjo un enfrentamiento violento la pasada noche que causó víctimas de ambas partes” en el valle de Galwan, en la cordillera del Himalaya. El hecho destacado es que no hubo intercambio de fuego sino que fueron combates cuerpo a cuerpo, y con palos y piedras.

El portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino, Zhao Lijian, culpó a tropas indias de haber cruzado la línea fronteriza y «provocado y atacado a personal chino, lo cual provocó un grave enfrentamiento”.

Desde Nueva Delhi, el primer ministro, que ya generó incluso tensiones internas en su país por su postura nacionalista y que privilegia a la comunidad de fe hinduista, replicó que “el sacrificio de nuestros soldados no habrá sido en vano”, y al cabo de un encuentro con líderes regionales de su país, dijo que “India quiere paz, pero es capaz de dar una respuesta apropiada cuando le provocan”.

El conflicto fronterizo es una cuestión heredada por India y China tras al retiro de Gran Bretaña de sus colonias en esa parte del mundo y el diseño «milicioso» de fronteras entre todos los territorios que dejaba.

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(Foto: AFP)

Historia de una relación difícil

Cualquier enfrentamiento entre India y China, por otro lado, es una muy buena noticia para Estados Unidos, ya que ambas potencias están destinadas a jugar los partidos decisivos en las ligas mayores de la política y la economía internacionales en muy poco tiempo.

La trampa de Tucidides

Eso lo saben tanto en Nueva Delhi como en Beijing, que conviven con una frontera combustible y tratan de calmar los ánimos para que cualquier chispa no haga estallar una guerra abierta.

Los últimos incidentes -el 5 de mayo se enfrentaron más de dos centenares de soldados la zona de Pangong Tso, con un centenar de heridos como saldo – nunca llegaron al nivel de la guerra que se desató en 1962, cuando las tropas chinas derrotaron a los indios. Esa vez si se utilizó armamento pesado en la disputa, aunque no se recurrió a la Fuerza Aérea, ya que es una zona de alta montaña, a más de 4200 metros sobre el nivel del mar.

Esa vez, además, el primer ministro Jawaharlal Nehru temió que el Ejército Popular de Liberación avanzara hasta ocupar el país y le pidió ayuda a John Fitezgerald Kennedy, a la sazón presidente de Estados Unidos. No fue necesario escalar la situación ya que Mao Zedong, el líder de la revolución china, ordenó el repliegue de sus tropas y llamó a pacificar los espíritus.

Ahora, un vocero del Departamento de Estado dijo desde Washington que «tanto India como China han expresado su deseo de una desescalada, y apoyamos una resolución pacífica de la situación actual». En Nueva York, Eri Kaneko, portavoz de la ONU, mostró la preocupación de esa institución de la organización. «Instamos a las dos partes a guardar la máxima moderación», insistió.

Hace diez días se habían reunido generales de los dos ejércitos para iniciar un proceso de desmilitarización de esa región para evitar nuevos incidentes. Todo indica que la información no llegó a todos los rincones de esa inhóspita línea en disputa.