Un famoso maestro de capoeira acuchillado en Bahia luego de anunciar su voto por Fernando Haddad. Una periodista apuñalada y amenazada de violación. Un coche lanzado contra un joven con camiseta de Lula que conversaba frente al bar con los amigos. Una joven presa y agredida, abandonada desnuda en la celda de una comisaría. Una mujer trans golpeada en la cara y cuerpo con tubos de metal. Todos estos ataques violentos, y más, se produjeron desde el 30 de septiembre, en medio del agravamiento de la violencia electoral. Un relevamiento inédito realizado por la ONG Agencia Pública en asociación con Open Knowledge Brasil reveló que hubo al menos 70 ataques de este tipo en los últimos diez días en el gigante sudamericano.

La enorme mayoría de estas agresiones fue hecha por partidarios de Jair Bolsonaro, lo que demuestra que las declaraciones del candidato que incitan a la violencia contra las mujeres, el colectivo LGBT, negros e indios, y la violencia policial están y se convirtieron en agresiones físicas y verbales al envalentonar a sus seguidores en la campaña electoral para la segunda vuelta del próximo 28.

«Si alguien con una camiseta con mi nombre comete un exceso, ¿qué tengo que ver yo con eso?», se defendió el candidato y agregó: «Pido a la gente que no lo haga, pero no tengo el control. Son millones y millones de personas que me apoyan. La violencia viene de otro lado; la intolerancia viene de otro lado. Soy prueba de eso». Recordó así la puñalada de la que fue víctima en septiembre por parte de un supuesto militante de izquierda que dijo haber actuado en «nombre de Dios».

Cientos de hombres con el torso desnudo y pantalones de combate desfilan por Ipanema vivando a Bolsonaro, y también se denunciaron actos de vandalismo en la biblioteca central de la Universidad de Brasilia, contra obras relacionadas con la lucha por los Derechos Humanos. Y el candidato de ultraderecha todavía ni asumió, siquiera ganó el balotaje, aunque las encuestas lo dan vencedor por entre 6 y 8 puntos.

Bolsonaro no hace mucho por calmar las aguas. Cuando Haddad le propuso firmar una «carta de compromiso contra las fake news», el excapitán del Ejército rechazó la propuesta y le echó en cara a su rival su identificación con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años de cárcel por corrupción. «El enviado del corrupto (Lula) me propone firmar una carta de compromiso contra las mentiras en Internet. El mismo que está inventando que voy a aumentar el impuesto de renta para los pobres. ¡Es un canalla!», afirmó en su cuenta Twitter. Durante toda la semana hubo videos que afirmaban que Haddad renunció a su candidatura, que Lula había apoyado a Bolsonaro o de una urna electrónica que sólo permitiría votar por Haddad. Todos los casos fueron desmentidos. La guerra de noticias falsas arreció ya en la primera vuelta. Según datos de la Agencia Lupa –especializada en chequeo de noticias– las diez más populares fueron compartidas 865 mil veces en Facebook. Montajes, fotos falsas, videos antiguos y con leyendas fuera de contexto y textos erróneos no pasaron por el tamiz de la agencia.

Mientras tanto, en su intento por llegar al segmento de la población de menos recursos, que no está en las redes sociales, Bolsonaro y Haddad comenzaron a hacer uso del tiempo gratuito en televisión y radio que les garantiza la ley electoral. En sus piezas publicitarias, cada una de cinco minutos y que se transmitirán diariamente hasta vísperas de la elección, ambos intentaron explotar las emociones. Incluso Bolsonaro apeló al llanto ante las cámaras. Sin ahondar en propuestas de gobierno, pasó a mostrarse como un hombre de familia y confesó entre lágrimas que, por pedido de su esposa, decidió revertir su vasectomía para volver a ser padre, por quinta vez.

Por su lado, Haddad, quien lucha a brazo partido para remontar la desventaja, aprovechó sus cinco minutos para denunciar los episodios de violencia que empañaron la campaña en los últimos días y mencionar algunas de sus propuestas, como la creación de empleo y un salario mínimo fuerte.

Tras la primera vuelta, Lula envió un recado a su hijo político pidiéndole que dejara de visitarlo y se concentrara en la contienda definitiva. Sin embargo, Haddad incluyó en su publicidad unas palabras elogiosas del expresidente, con lo que desmintió la idea de que buscaría desmarcarse de la imagen de Lula en el trecho definitivo de la campaña.

El exministro espera que la televisión le sirva para repuntar en la intención de voto en medio de la pelea sin tregua que libra en las redes sociales, en las que suele referirse a Bolsonaro como un «mentiroso y charlatán». Por su parte, el exmilitar retrata a su adversario como el recadero de un «corrupto» y ha descartado de momento, por «razones estratégicas», someterse a un debate televisivo.