Qué tiene que ver la batalla de Mosul con la de Alepo, los ataques cibernéticos del viernes y la elección del 8 de noviembre? Mucho. Parece la verificación de la metáfora china que reza «el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tornado al otro lado del mundo». La competencia ruso-norteamericana por el control de Levante ha generado en ambos campos una paranoia que los hace reaccionar exageradamente ante las señales de alarma del adversario y crea el caldo de cultivo para las provocaciones de un tercero. O devuelven a la mariposa a su caja o hace saltar el polvorín.
Mientras las fuerzas combinadas norteamericanas e iraquíes avanzaban sobre Mosul, el Estado Islámico (EI) se atribuyó el mortífero atentado del viernes en la ciudad petrolera de Kirkuk, 150 km al sur del frente. Para los occidentales, en tanto, la versión de que los principales dirigentes islamistas han abandonado Mosul con dirección a Siria es una buena excusa para lanzarse a la conquista de Rakka, la capital islamista disputada entre Damasco y las milicias kurdas. Los rusos, en cambio, sospechan que los occidentales dejaron huir a los jefes islamistas, porque solo tienen interés en inmiscuirse en Siria.
Particularmente el presidente Barack Obama tiene prisa en reconquistar Mosul y Rakka antes de que el ejército sirio reconquiste Alepo, porque quiere controlar la ruta del planeado gasoducto del Golfo Pérsico a la costa turca del Mar Egeo e impedir que Rusia construya otra tubería por la costa turca del Mar Negro que también podría transportar gas iraní. Puede pensarse que en su urgencia por entregar a su sucesora un Levante controlado y un cerco perfecto en torno a Rusia el mandatario norteamericano no haya previsto suficientemente la capacidad de respuesta de los islamistas. Por su parte, el liderazgo ruso está convencido de que los occidentales solo quieren desplazar a los islamistas hacia Siria.
Como producto de esta desconfianza, Moscú está desplazando su marina hacia el Mediterráneo Oriental, ofrece a Turquía reequipar su defensa antiaérea, acelera la construcción de refugios nucleares en sus principales ciudades y refuerza su defensa contra ataques cibernéticos. A su vez, si bien ni el Departamento de Seguridad Nacional ni el FBI han podido identificar al agresor cibernético, en Washington sospechan que el actual ataque informático viene de Moscú. Contra la hipótesis simplista de que Vladimir Putin reaccionó preventivamente a la amenaza formulada el jueves por el vocero de la Casa Blanca con tomar represalias por el hackeo de las comunicaciones del congreso del Partido Demócrata en agosto pasado habla, empero, el hecho de que también Rusia fue atacada.
Muchos indicios apuntan al EI que, derrotado en el terreno, prolonga la guerra en el ciberspacio y trata de provocar una confrontación entre Rusia y EE UU. Para fortalecer al próximo gobierno que asumirá debilitado por la polarizada campaña electoral, la Casa Blanca se ha lanzado a la aventura de Mosul sin medir las consecuencias. En este sentido, el desmedido Donald Trump tiene razón. La mariposa de la campaña electoral norteamericana está desatando crisis con Rusia y en Levante que amenazan con estallar. ¿Quién devuelve la mariposa a su caja de cristal?