Con el lanzamiento de la «madre de todas las bombas» en Afganistán, lo que fue visto por algunos analistas como una advertencia a las últimas acciones de Corea del Norte, además de otras cuestiones (ver páginas 42 y 43), el presidente de EE UU, Donald Trump, le dejó servido el banquete a Pyongyang para poner en escena algo a lo que es tan afecto el líder Kim Jong-un: encendidos discursos con amenazas de guerra nuclear y un megadesfile militar, en el que presentó varias novedades armamentísticas.

La excusa para el despliegue, nunca mejor ubicado en el calendario, fue la celebración del 105º aniversario del nacimiento de su fundador, Kim Il-sung, abuelo del actual líder norcoreano. La gran novedad fue un proyectil nunca antes mostrado en público: el misil balístico intercontinental (ICBM) de combustible sólido. Otra de las novedades fueron los misiles balísticos antisubmarinos Pukkyson-2.

Pero tantas novedades militares no tendrían sentido si no hubiera amenazas de usarlas. En su discurso durante el desfile, el vicemariscal Choe Ryong-hae aseguró que «si EE UU sigue con sus provocaciones temerarias, responderemos a una guerra nuclear con nuestras armas atómicas».

Por su parte, el portavoz del comandante general de las Fuerzas Armadas declaró: «Todas las acciones provocadoras y forajidas de EE UU en los campos político, económico y militar para seguir con su política hostil hacia la República Popular Democrática de Corea serán contrarrestadas a través de una contra-reacción del Ejército del pueblo. Y será ejecutada de forma tan despiadada que no permitirá a nuestros agresores sobrevivir», añadió, para concluir que la «grave histeria militar» del gobierno de Trump «alcanzó una fase peligrosa que ya no puede ser pasada por alto».

Elevando otra vez el nivel de sus amenazas, el régimen reaccionó así a las advertencias de Trump, quien para impedirle a Kim Jong-un un nuevo ensayo nuclear y balístico desplegó un portaaviones y varios buques de guerra con baterías antimisiles cerca de aguas norcoreanas.

No obstante, y tal cual es su costumbre de tensar al máximo las relaciones pero sin llegar a romperlas, Corea del Norte no avanzó más que en desafíos y advertencias dejando de lado la posibilidad que manejaba Washington de un lanzamiento de misiles balísticos o su sexto ensayo atómico en coincidencia con los festejos de ayer.

En el marco de las recientes tensiones, fuentes de inteligencia citadas por la agencia rusa Sputnik, informaron que Washington está preparado para realizar un ataque preventivo con armas convencionales contra Corea del Norte, si llegara a la conclusión de que el país va a realizar una nueva prueba nuclear.

En ese sentido, el exsecretario de Defensa de Barack Obama, León Panetta, opinó que un ataque preventivo podría derivar en una guerra nuclear: «Existe una explicación al porqué los presidentes de EE UU anteriormente no apretaron el gatillo contra Corea del Norte, 20 millones de personas se convertirían en objetivo de un ataque, existe la posibilidad de una guerra nuclear que cobraría millones de vidas, por lo que considero que debemos ser más cuidadosos». «