El presidente de Chile, Sebastián Piñera, logró esquivar la destitución en el Senado, pero no pudo evitar llegar al final de su mandato como uno de los mandatarios democráticos con mayor caída de imagen y peso político de la historia.

A última hora del martes, el Senado rechazó la acusación constitucional enviada por los diputados para destituirlo por el caso de la venta de una minera en 2010 que, según los «Pandora Papers», se produjo en un paraíso fiscal.

Con 24 votos a favor, 18 en contra y una abstención, los promotores de la acusación o juicio político no consiguieron los 29 votos para destituir al mandatario. Con este resultado, se cierra el proceso sin ninguna consecuencia política para Piñera.

El presidente fue acusado de atentar contra el principio de probidad y el derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación y haber comprometido el honor de la nación, tras conocerse los términos en los que se vendió la minera Dominga por parte de una empresa de sus hijos en 2010, revelados por el trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), en un caso conocido como «Papeles de Pandora».

La acusación había sido aprobada en la Cámara de Diputados la semana anterior, en una maratónica sesión que se alargó por casi 24 horas. Pero en otra también extendida sesión en el Senado, el presidente fue mejor tratado. «La defensa ha sido contundente en desvirtuar cada uno de los hechos que están establecidos en las causales de este juicio político», dijo el senador oficialista Francisco Chahuán.

En el Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, se escucharon aplausos cuando matemáticamente los senadores oficialistas sumaron los apoyos suficientes para el rechazo de la acusación pese a que restaban aún una decena de legisladores por argumentar su voto.

Pero por más aplausos y alegría momentánea, el gobierno se encamina a su salida luego de que el domingo próximo 15 millones de chilenos voten por su reemplazante con apenas el 12% de imagen positiva, según la encuesta Data Influye publicada el 3 de noviembre. Muy diferente al primer mandato, finalizado con una aprobación del 50%.

En su segundo gobierno buscó mostrarse como líder regional a la cabeza de un país que él definió como «un oasis» en América Latina, pero su suerte cambió radicalmente el 18 de octubre de 2019, cuando tras días de protestas de estudiantes por el alza en el pasaje del metro de Santiago se inició la mayor revuelta social en décadas en el país, que dejó 34 muertos y cientos de heridos.

Esa revuelta ciudadana pasó de la calle a la institucionalidad a través de un acuerdo político para llamar a un plebiscito para que la ciudadanía decidiera sobre la redacción de una nueva Constitución. Ese proceso fue aprobado y está en curso, tras la elección en mayo de 155 convencionales, de forma paritaria y con 17 escaños reservados a indígenas, con quien Piñera se ha enfrentado durante casi todo su mandato.

Con la llegada de la pandemia fue criticado por sus medidas tardías de control y entrega de ayudas sociales, aunque todo el arco político coincidió luego que las gestiones se encaminaron. Chile es hoy uno de los países con el mayor porcentaje de población inmunizada contra el coronavirus.

Responsable también del debilitamiento del oficialismo en términos electorales, que llega fragmentado y muy caído en las encuestas para el domingo, permitiendo el ascenso de la derecha más extrema, Piñera terminará su mandato con el triste récord de haber sido el único presidente en 31 años de democracia en ser dos veces acusado constitucionalmente por el Congreso.