A Julio Ricardo Villa le decían Dios. Era el estilista barbado de Atlético Tucumán. Racing compró su pase a cambio de 70 millones de pesos de la época, algo más de 250 mil dólares en ese entonces, una excepción para un fútbol todavía austero. Era 1977.  En Tucumán la dictadura se llamaba Antonio Domingo Bussi. Apenas se enteró de la operación, el coronel Luis Vera Robinson, que llegaría a ser interventor de la Liga tucumana de fútbol, llamó al tesorero de Atlético, Juan Luis Acotto, para citarlo a una reunión en la Casa de Gobierno. Al día siguiente, Acotto y el presidente de Atlético, Juan Luccioni, entraron al despacho de Bussi rodeados de custodios armados con ametralladoras. «Tengo conocimiento de que su club ha vendido al jugador Julio Ricardo Villa a Racing -les dijo el genocida–. La provincia creó un fondo patriótico y necesita que donen el 20% del pase de ese jugador.» Los dirigentes entendieron que no había opción. Y pagaron. Más de 40 años después, Atlético Tucumán reclama ante la Justicia una reparación histórica del Estado provincial ante lo que considera un hecho extorsivo de la dictadura.

«Presentamos la demanda en los Tribunales Federales de Tucumán hace varios meses. No le dimos publicidad a esto, pero creemos que también debe haber memoria, verdad y justicia en el fútbol», le dice a Tiempo Mario Leito, presidente de Atlético Tucumán. La historia la contó el periodista Marco Lamoglia en el sitio de noticias El Tucumano, donde se detalla la declaración del contador Acotto ante la Justicia en el marco de una causa contra el represor Luciano Benjamín Menéndez, excomandante del III Cuerpo del Ejército, y Roberto Abba, fiscal de Estado durante la dictadura. Acotto relató que después de ese encuentro con Bussi, llegó otra instancia de apriete, cuando el ministro de Economía tucumano, José Elías, les avisó: «Muchachos, no tienen margen de negativa. Además, aquí las paredes escuchan. Traigan el 20% del valor del pase en tres cheques.» 

El dinero, les dijeron, iría a parar al denominado Fondo Patriótico Azucarero, que Bussi había creado para tomar dinero de los grandes ingenios. En el caso del porcentaje del pase de Villa, según Acotto, se utilizaría para una nueva sala en el Hospital del Niño Jesús. El  periodista Pablo Calvo relató la historia en su libro Los mendigos y el tirano (Aguilar, 2011), donde cuenta cómo un funcionario les exigió un porcentaje a los dirigentes, que preguntaron para qué se iba a utilizar el dinero. «Seguramente irá a un hospital, pero eso a usted no le importa», respondió el funcionario. «Los diarios –dice Calvo en su libro– estimaron que el diez por ciento del pase de Villa a Racing quedó en las arcas del Estado bussista.»  

En octubre del año pasado, durante un homenaje que le realizaron en el club, Acotto recordó la maniobra de Bussi. «Mientras era tesorero –relató el contador–, Villa fue vendido a Racing. Lo quería Independiente pero no llegaban a pagar lo que ofrecía la Academia. Cuando se concretó la transacción, Bussi nos pidió un 20% para el Fondo Patriótico Azucarero y no tuvimos más remedio que aceptar.»

Hay un contexto que explica por qué ahora, cuatro décadas después, Atlético Tucumán se presenta ante la Justicia. «Cuando supimos de esto teníamos otras cuestiones para poner en marcha, acomodarnos en lo económico, sacar al club del quebranto en el que estaba. Pero hemos charlado con amigos y compañeros del club, y creemos que esto es una medida justa», dice Leito, presidente de Atlético Tucumán, que aunque eliminado la última semana de los octavos de final de Copa Sudamericana a manos de Independiente, atraviesa una gran etapa futbolística. El monto de la reparación, aclara Leito, está en estudio. «El pase de Villa fue el más importante del momento –explica el dirigente–, pero hay que verlo bien porque en el medio cambió la ley, por lo que habrá que ver cómo se actualiza.» Además, se reclama por el daño moral a Acotto, el tesorero de entonces, los intereses y las costas legales. «Pero el significado importante –aclara Leito–, es el de la memoria, la verdad y la justicia.» Como se trata de una acción civil que deriva de un delito de lesa humanidad, es imprescriptible.

Historia de un pase

Cuando Racing contrató a Villa el presidente del club de Avellaneda era Horacio Rodríguez Larreta, el padre del actual jefe de Gobierno de Buenos Aires. En esa parte de la historia habitan otros misterios. Rodríguez Larreta, un frondizista que militaba en el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), fue secuestrado en 1977 por un comando de la dictadura. Estuvo diez días desaparecido. Rodríguez Larreta, además, había avalado con bienes propios la compra del pase de Villa. Según la versión, ante la falta de pago, el dirigente sufrió el embargo de cuadros, una casa y un auto. Después de ser campeón del mundo en 1978, Villa pasó al Tottenham Hotspur de Inglaterra junto a su compañero en la Selección, Osvaldo Ardiles.

De aquel episodio sobre su pase, Villa dice que sólo escuchó versiones. «Si pasó, no lo sé», le aclara a Tiempo. «Pero si se determina esto, y eso es lo que corresponde para Atlético Tucumán, que es un club que quiero mucho, ojalá se haga justicia», agrega. La madre de Leito estuvo secuestrada durante la dictadura. «Bussi –dice el dirigente– fue el terror en Tucumán.» El poder de Bussi  no terminó con la dictadura. Entre 1995 y 1999, incluso, volvió a la gobernación a través de las urnas. Ocupaba ese cargo cuando se descubrieron cuentas bancarias en Suiza a su nombre. «Por eso –concluye Leito–, vaya a saber a dónde fue a parar la plata de Alético Tucumán».