«Las elecciones no se ganan con la economía.» Esta frase fue pronunciada un tiempo atrás por Jaime Durán Barba, el asesor electoral del presidente, Mauricio Macri, ante un grupo de intelectuales que adhieren a Cambiemos. El encuentro era en el Teatro Regina, en la Ciudad de Buenos Aires. La definición desafía la frase inmortalizada por el expresidente estadounidense Bill Clinton cuando, en la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de su país, en 1992, le dijo a uno de sus asesores: «Es la economía estúpido».

Puede sostenerse también que el equipo de comunicación del macrismo no tiene otra opción que apoyarse en lo que dijo Durán Barba. El ajuste que el FMI le impone al gobierno para salvarlo del potencial default de deuda al que ha llevado el endeudamiento feroz que asumió Macri durante sus primeros dos años reduce el espacio de acción para la campaña. Sería un error, sin embargo, subestimar las posibilidades de victoria de Cambiemos a pesar de la situación económica. La resolución de Patricia Bullrich autorizando a la policía a disparar sin siquiera dar la voz de alto no es una nueva política con elaboración sino un globo de ensayo para poder medir con encuestas qué éxito electoral puede tener el eje de la seguridad. Qué posibilidades hay de que le gane a la economía en la pulsión del voto.         

«El gobierno tiene datos de que hay un sector de la sociedad argentina que hace mucho tiempo que está preocupada por la inseguridad, más allá de lo que digan las estadísticas», remarcó el consultor Ricardo Rouvier. «Es un temor muy estimulado por lo que sale en los medios de comunicación, producto en buena medida de la repetición. Pero la gente siente que la inseguridad ha crecido. Por eso le pide al Estado mayor presencia. Hay incluso una minoría que pide la pena de muerte. El oficialismo ha leído estos sondeos y por eso avanza. En eso se parece a (Jair)  Bolsonaro, no en el sentido del racismo pero sí en el de la seguridad como eje y con una respuesta represiva.» «Encontraron una veta electoral que no sea la economía–agregó Rouvier–. Es mostrarse como un sheriff que viene a poner orden. Están usando esa veta.»

El sociólogo, por otra parte, destacó: «No esperaban el cisne negro que fue Elisa Carrió, que de pronto volvió a sus ideales de hace 20 años, cuando era progresista. Apareció la vieja Carrió. No sé qué resultado tendrá este debate interno en la opinión pública, pero es obvio que al gobierno no le gustó».

Para el sociólogo Carlos De Angelis, coordinador del Observatorio de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el gobierno «tenía que poner algo sobre la mesa». «Es muy difícil que vuelvan a poder instalar la campaña de que lo peor ya pasó. Eso no va a ser nada fácil porque la situación económica es muy compleja. Así que algún eje hay que buscar que les permita intentar sustituir el debate económico.»       

Panorama electoral

A partir de este mes de diciembre, las encuestas que miden intención de voto comenzarán a tener un poco más de verosimilitud respecto de las preferencias electorales de la población. El motivo es simple: faltan ocho meses para las PASO y diez para la primera vuelta. La cercanía de la votación le va dando más sustancia a los resultados de los sondeos. Hay un elemento que sí parece estar claro: la Argentina, un país con tradición bipartidista, cuyas fuerzas tradicionales entraron en una profunda crisis después de 2001, tiene una suerte de neo bipartidismo. Está centrado en dos figuras, más que en dos fuerzas. Son Cristina Fernández y Mauricio Macri. La mejor prueba de esta suerte de nuevo bipartidismo son los núcleos duros que se sostienen, más allá del bombardeo mediático y judicial, en el caso de CFK, y de la grave situación económica en el de Macri. Eso es justamente un núcleo duro, al que en otros tiempos se llamaba voto cautivo.

Respecto del escenario electoral, Rouvier sostuvo que los números que obtuvo en su medición de noviembre «no hay demasiados cambios. Yo tengo un empate, tanto en la primera vuelta como en la segunda, con una leve ventaja a favor de Cristina. En primera vuelta la paridad se da alrededor del 30% y en la segunda hay una leve ventaja para CFK».

Respecto del electorado que, por ahora, no quiere optar por ninguno de estos dos candidatos, el consultor remarcó que «si se reúnen varios de los que andan por la callecita del medio pueden llegar a sacar 20% y hacer una elección con algo de fuerza. Es lo que sacaron Sergio Massa y Margarita Stolbizer en las primarias de 2017 y que después cayeron porque se adelantó el escenario de definición».  

De Angelis sostuvo que ve un escenario similar y que, si bien hay un electorado vacante entre las dos fuerzas principales, «por ahora no sé bien quién lo puede aglutinar. Massa ha perdido fuerza en estos años».  «