Las ciudades de Santa Fe y Bariloche marcaron el pulso del oficialismo en los últimos días. La próspera región pampeana permitió a Mauricio Macri lanzar el globo de ensayo de una reelección. A 1800 kilómetros María Eugenia Vidal se instaló como la candidata presidencial predilecta de los empresarios más poderosos de Argentina y el presidente hizo lo propio, desde la capital santafesina, para deslizar que hay obras que recién verá terminadas en su próximo mandato. Dos de las tres figuras que tendrán en sus manos la visibilidad de la campaña del oficialismo ya anticiparon, quizás demasiado pronto, a qué lugar aspiran para 2019, cuando gran parte de su destino podría definirse dentro de cinco meses. En octubre el PRO deberá franquear los primeros comicios legislativos como conducción del gobierno nacional y para ello está obligado a ensanchar su base electoral. La receta para sumar votos estará puesta en el eje pasado-presente, que demostró ser más eficiente para el PRO que apuntar a la actualidad económica, el costado más delicado de la gestión y todavía con pronóstico reservado. Para los arquitectos electorales que trabajan con el Presidente la polarización con el pasado -«con el kirchnerismo»- es un terreno más fértil para no perder a la clase media urbana que votó a Macri que afrontar el deterioro de sus condiciones de vida: una hipótesis que cobró más fuerza desde la movilización en apoyo del gobierno del 1º de abril. 

Hace dos años y en la primera vuelta presidencial, Cambiemos obtuvo un tercio de los votos. Hasta ahora, la “revolución de la alegría” no logró penetrar en los sectores más populares del Conurbano bonaerense y tiene dificultades para seducir a la juventud. Sin embargo, en el macrismo están exultantes: consiguieron salir airosos de un verano poblado de manifestaciones y malas noticias. Las indefiniciones del peronismo le dan oxígeno para ilusionarse con una ofensiva que hasta ahora estuvo en tono de espera. 

“Ganar vamos a ganar, porque Cambiemos tiene representación en las 24 provincias y el resto de la oposición no. Pero toda la atención va a estar puesta en la provincia”, analizan desde Casa Rosada para retratar el trabajo de armado de las mesas provinciales de la alianza y también la promoción de los socios menores del PRO en casi todo el país, como sucede con la Coalición Cívica, que contrasta con la omnipresencia distrital del radicalismo. 

La provincia de Buenos Aires es la máxima materia de análisis, despliegue y especulaciones. El cálculo es simple. “Hay entre un 25 y 30% que es núcleo duro del kirchnerismo. Otro 35% que es núcleo duro PRO. Lo que queda está más preocupado por que se mantenga el cambio que por la economía”, sostienen en base a “trackeos” y encuestas. Ese 35% propio le permitió al oficialismo capear la tormenta apoyado sobre una base que le permitiría, en caso de que la economía no repunte, salir airoso de las elecciones. Pero en el gobierno buscan perforar al electorado massista, que suponen todavía seducido por el discurso del cambio. El tercio «propio» es el refugio electoral en caso de un escenario negativo, pero si la pugna con el kirchnerismo se tensa, en el PRO aseguran que están en condiciones de sostener una ofensiva que les permita perforar ese 30%. Ahora los cálculos son otros: con 15 meses de gobierno a cuestas, en La Plata sostienen que Vidal, luego de cerrar el conflicto docente, estará en condiciones de transformar ese tercio en un piso y seducir al tercio que vascula entre el massismo y la interna del PJ. En la otra esquina está el tercer tercio, aquel que el PRO aborrecen porque votará al kirchnerismo pase lo que pase. 

Cerca de Vidal hablan poco de las elecciones nacionales, pero mucho sobre las que protagonizará el sindicato de docentes SUTEBA el 17 de mayo, cuando Roberto Baradel buscará la reelección al frente del gremio. El antagonista preferido de Vidal es un punto de inflexión para Cambiemos. «Sabemos que el conflicto docente se termina después del 17. Luego, tendremos otra agenda», analizan en el entorno de Vidal para explicar que, con los tiempos de su gestión, la mandataria se pondrá al servicio de las necesidades electorales de Cambiemos. «


Primer desembarco en La Matanza

«Después de un verano medio estancado la economía se empezó a mover con más fuerza, esperemos que se note pronto en la calle», confiesan desde la Casa Rosada. «Está muy dividido regionalmente. En el interior se ven un poco más las mejoras, pero los sectores a los que más le cuesta la transición están en el conurbano. Es una paradoja, pero no hay mucho para hacer», explican con una mezcla de ilusión y resignación, mientras festejan la irrupción que esta semana hizo Macri en el corazón del partido de La Matanza para inaugurar un tramo del Metrobús junto a la intendenta Verónica Magario. La posible candidata del FpV le enrostró en público a los invitados nacionales que ese corredor exclusivo para colectivos no tendrá gran impacto si no construyen la conexión a la Capital. Por fuera del entredicho, Macri, sin Vidal al lado, pudo hacer pie por un rato dentro de un distrito donde no hay polarización que valga, ya que el grueso de sus 2 millones de habitantes padece las peores consecuencias del programa económico de Cambiemos, tal como sucede en gran parte del conurbano bonaerense.