La encargada de confirmar la noticia, a través de una publicación en Facebook, fue Juana, su hija mayor, que  detalló su tristeza con algunas palabras en honor a aquel que le inculco el arte como camino desde chica. “Hoy se murió papá. justo el día del maestro. Papá, además de enseñarme el amor por la música y el consecuente baile, me enseñó a observar y asimilar. A criticar, viendo primero la viga en el propio ojo. A leer entre líneas, a ver más allá de lo que se ve y a desarrollar la intuición, la mejor manera de conocer el mundo” escribió la cantante y actriz.

Horacio Molina nació en Necochea el 2 de septiembre de 1935 e inició su carrera musical en los 60. Su primer disco fue Te esperaré mañana, siguió Por los amigos años más tarde (1976), luego vino Volver en 1977, Tangos (1984) y Hoy (1987) fueron otros vinilos destacados en su carrera.  Más tarde editó 15 CDs, entre ellos una exquisita interpretación de  varios clásicos en  Alfredo Le Pera por Horacio Molina (2010) e impactó con Nosotros: En vivo, un trabajo invaluable en dupla con Amelita Baltar,  solo por citar algunos.

Además del tango, Molina incursionó en la bossa nova y el bolero durante varios años. A la par de su voz, se destacó acompañándose de una guitarra y su virtusismo para interpretar estos géneros populares.

Su consagración fue en el programa de Pipo Mancera donde compartió elenco con Astor Piazzolla, Eladia Blázquez, Egle Martín, entre otros. De allí pasó a los escenarios del Teatro Odeón, la sala De La Cova, El Globo y café concerts: La Fusa y La Botica del Ángel, de Eduardo Bergara Neumann. Así fueron sus comienzos. Siempre conectando con otros músicos que encontraban en su ductilidad una inspiración y un buen compañero. Como muestra de eso, en 1970 fue invitado por Vinicius de Moraes para cantar en Mar del Plata y Punta del Este, junto con los brasileños Chico Buarque, María Creuza, Toquinho, Naná y Dorival Caymmi.

Pero  se focalizó exclusivamente en el repertorio tanguero en cuanto tuvo oportunidad, sobre todo cuando ya habían nacido sus hijas Juana e Inés, fruto de su relación con la modelo y actriz Chunchuna Villafañe. Confeso gardeliano fue coleccionista y estudiosos del Zorzal porteño. «Gardel abrió una llave en mi alma, por eso guardo tanta información sobre él. Conozco sus versiones, sus fraseos, cómo respira y hasta cuando se equivoca», aseguró  en alguna entrevista.

Su voz llegó a oídos de Roberto Goyeneche, que quedó fascinado y lo invitó a compartir escenario. Más tarde conoció a Mercedes Sosa,  quien también destacó su calidad artística. Grabó más de doscientos títulos y compuso obras en colaboración con Eladia Bláquez (Lo vivido), Carlos Barocela (Nuestro refugio, Mi ciudad), Albino Gómez (Quiero contarle al viento) y Teresa Parodi (Corazón de pájaro). También  incluyó en  su repertorio al cantautor uruguayo Eduardo Mateo, una de las influencias en la carrera musical de su hija Juana.

Con la llegada de la dictadura, eligió el exilio y se afincó en Francia hasta el regreso de la democracia. Desde  su regreso a la Argentina fue uno de los más respetados artistas de la escena local.