Hugo Chávez solía repetir una frase del maestro de Bolívar, Simón Rodríguez: “O inventamos o erramos”. Y con esa premisa, el presidente Nicolás Maduro anunció la creación de una moneda encriptada, el Petro, con la que espera saltar el bloqueo financiero al que el gobierno de Estados Unidos somete a Venezuela y que le impide comerciar libremente con el resto del mundo.

“Venezuela anuncia la creación de su criptomoneda, el Petro se va a llamar, esto nos va a permitir avanzar hacia nuevas formas de financiamiento internacional para el desarrollo económico y social del país”, indicó Maduro en su programa dominical de televisión. La moneda virtual, una suerte de bitcoin chavista, tendrá -a diferencia del invento atribuido al tal Satoshi Nakamoto- respaldo en las reservas de petróleo, gas, oro y diamantes que atesora el rico suelo venezolano.

Su valor dependerá, según comenta a Tiempo el economista Guillermo Oglietti, de Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), un think tank de estudios regionales, del precio de los commodities en que basa su fortaleza en una proporción aún no definida. Pero conviene tener en cuenta que Venezuela tiene las reservas más grandes del planeta de crudo.

Esa riqueza pone al Petro en condiciones de competir en un plazo no demasiado largo con el dólar, que desde el fin de la convertibilidad con el oro, en 1971, se respalda en que es la moneda de cambio para las transacciones petroleras. Este ocurre desde 1974 cuando el rey Faisal bin Abdulaziz firmó un acuerdo con el entonces presidente Richard Nixon por el cual el billete estadounidense pasó a ser el único efectivo aceptado para sus exportaciones.
Venezuela viene sufriendo el acoso de Washington, primero con Barack Obama, que catalogó al país como un enemigo de Estados Unidos y le impuso sanciones económicas. Donald Trump agravó el problema sumándole un bloqueo financiero que impide la realización de transacciones en dólares, con lo cual se dificulta la venta de su principal insumo, que es el petróleo, y la compra de productos alimenticios y medicinas, que son los primeros productos cuya falta repercute en la sociedad.

Esta situación agravó una crisis económica que viene de lejos y se nació con el ataque especulativo del establishment venezolano a los gobiernos chavistas, pero continuó con la baja del precio internacional del petróleo en los últimos años. La inflación está en niveles galopantes y según el Banco Central de Venezuela, el año pasado rondó el 274% y este año será superior. Pero el gran condicionante de la economía es la escasez de dólares, lo que llevó al gobierno chavista ya desde 2013 a reforzar los controles de cambios que generaron un mercado paralelo de consecuencias devastadoras sobre la economía real.

En las últimas semanas hubo presiones mediáticas relacionadas con las dificultades o demoras para el pago de algunos vencimientos de bonos del gobierno y de la petrolera estatal PDVSA, que llevaron a que agencias evaluadoras comenzaran a hablar de default. De hecho, Rusia renegoció deudas para facilitar el pago y se informó que Caracas estaba en conversaciones para refinanciar otros documentos soberanos.
La solución de una moneda encriptada le habría sido acercada a Maduro a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología, una creación del propio Chávez que data de su primer gabinete, en 1999. La base es la serie de criptomonedas que circulan en el espectro de internet, la más famosa de las cuales es bitcoin.

Se trata de medios de pago electrónicos que circulan por la red de redes pero que a diferencia de las monedas de metal o papel, no tienen existencia tangible y tampoco dependen de un centro de control, como puede ser un gobierno o un banco emisor. La ventaja para quienes la usan es que los pagos se hacen en forma anónima (la encriptación es altamente confiable) y no pueden ser bloqueados por ninguna institución formal. Y también que en cualquier momento se pueden convertir en moneda real, de acuerdo a la cotización del día. Hay “casas de cambio” de encriptadas en casi todos los centros financieros internacionales.

“El mundo tradicional de las finanzas atraviesa fuertes transformaciones por la expansión de las nuevas tecnologías. Desde la aparición de internet, las innovaciones en el sector financiero han sido importantes. El uso de algoritmos de trading, es decir, operaciones automatizadas de compra y venta de activos financieros sin intervención humana, ya representan el 70% de los movimientos bursátiles”, advierte Oglietti en un trabajo realizado junto con Federico Jucher.

Para garantizar las operaciones con el Petro, Maduro anunció ese mismo día la creación de un observatorio de la cadena de bloques (blockchain) con que se emite la moneda, que será “la base institucional, política y jurídica para la criptomoneda venezolana”. La blockchain es un registro de todos los bloques de transacciones que se realizan (pagos y cobros), “localizado en miles de computadoras de todo el mundo, lo que representa la garantía del sistema, porque para validarse una transacción, muchas computadoras tienen que aceptarla en sus registros”, agrega Oglietti.
En el caso del Petro, sería un derivado financiero que se irá a valuar por el precio del activo que representa. Y el petróleo viene en aumento desde que hace casi un año el propio Maduro realizó una gira por todos los países productores, nucleados en la OPEP o no, para convencerlos de reducir la producción y así incrementar el precio.

La posición de Arabia Saudita en este negocio es central para cualquier cotización, y también para el respaldo tan frágil que tiene el dólar. Lo que explica la extraña relación de los sucesivos gobiernos estadounidenses con el régimen saudita. Una relación que puede complicarse si es que China logra que finalmente la monarquía acepte venderle petróleo en yuanes. Mucho más si es que el Petro, a pesar de algunos pronósticos agoreros, finalmente se impone y abre nuevos cauces por donde circule el comercio internacional. Además de que alivie el cerco financiero con que Trump pretende voltear al chavismo.