La voz rasgada de Stella Maris Manzano suena a través del teléfono, de a ratos, con desesperación. Con la desesperación de necesitar aclarar todas las barbaridades que durante esta semana se dijeron en las Plenarias Informativas del Senado por el proyecto de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo -donde ella participó-, los expositores en contra del aborto legal.

Manzano lleva años trabajando por el derecho a elegir y a decidir de las mujeres. Fue una pieza clave dentro del caso FAL, en 2012 y también lo es ahora cuando se habla de la necesidad de legalizar el aborto sin causal. La cercanía a la aprobación la tiene contenta y ansiosa. “El sólo hecho de que descriminalice el aborto en las primeras catorce semanas es un paso adelante inmenso. Más de un 90% de los abortos ocurren en ese período”, dice a Tiempo Argentino. “Las mujeres y las niñas podrán abortar tranquilas sin ir presas”, agrega.

“Me gustó que la ley no planteó el tema de las consejerías ni siquiera como no obligatorias, porque las vuelven obligatorias y a ninguna mujer le recetan un misoprostol si no la ve la trabajadora social o la psicóloga, todo se burocratiza. La única crítica es la objeción de conciencia, pero de otro modo no se la habría votado en Diputados”.

-¿Qué es lo más delicado en lo que respecta a la objeción de conciencia?

-Hablan de sus derechos ¿y sus deberes cuáles son? Hemos escuchado repetir que ni siquiera el derecho a la vida tiene límites en este país, ahora de pronto el derecho a una conciencia moral les permite torturar niñas y personas gestantes en general. El Relator Especial sobre la tortura (ONU) dijo en muchísimas ocasiones que forzar a parir cuando el embarazo es producto de una violación, cuando pone en riesgo la vida o la salud de la persona o cuando el feto porta deficiencias es tortura. Entonces, si a un médico en el hospital se le permite negar hacer abortos se les está permitiendo torturar, es muy simple ¿eh? Los médicos somos funcionarios públicos y el Pacto contra la tortura, que tiene rasgo constitucional, dice que la tortura es una violencia o maltrato que se realiza por un funcionario público y que tiene varios fines: uno conseguir confesiones por medio de la coacción y castigar conductas que no son socialmente aceptables, y disciplinar o aleccionar a toda una colectiva para que no quiera tomar esas conductas. Es fácil ver dónde se encuadra la negativa al aborto como tortura.

Según Manzano, el pacto también aclara que no sólo abarca sufrimientos físicos, si no también, psíquicos. “Forzar a parir es gravísimo también lo es hacer una cesárea a los 11 años, y negarnos el acceso a la salud, porque nos ponen en peligro de enfermar y de morir”, expresa. “Yo creo que ellos no tienen el derecho a torturar. Los objetores no deberían anotarse para trabajar en hospitales públicos si no van a aceptar respetar la ley. O que al menos el Estado no los nombre porque ya les dieron la posibilidad de objetar en sus clínicas confesionales, entonces que no entren al Estado”, afirma.

Con respecto a la ley, aclara, “creo que tiene que haber una armonía entre las distintas leyes, la Ley de Derechos del Paciente del año 2009, en el artículo 1 dice que los pacientes tienen derecho a la asistencia médica sin importar su color de piel, su sexo, su religión, sus creencias; y que un médico cuando no quiere atender un paciente lo tiene que dejar efectivamente en manos de otro profesional y recién ahí se puede deslindar de su nivel de asistencia. Es decir que tiene que ser dentro del mismo hospital, yo no puedo decir ‘bueno, busque quien lo haga’ o ‘voy a ver sin consigo una derivación’. Esto no puede ser así, porque lo tengo que dejar asentado en la historia clínica porque el otro médico tiene que firmar que se hizo cargo de esa persona. Y esta ley, la del paciente, no dice que esto sea ante casos gravedad o cuando se necesite atención inmediata pero sí lo dice la ley de aborto, algo que a mí me enojó mucho. Se trata de la atención premortem, ¿de qué sirve que obliguen al objetor a atenderme cuando yo ya estoy moribunda? ¿Me van a salvar la vida? No… Lo más probable es que vamos a estar muertas.

-La ley se presentó junto al llamado programa de los 1000 días, ¿qué te pareció ese proyecto?

 -Me pareció muy bien. Soy feminista. Nosotras como colectivas llevamos muchos años reclamando que hay que desfeminizar y desprivatizar las tareas de cuidado, que precisamos ayuda del Estado, que necesitamos más guarderías en las universidades, en los colegios secundarios, en los hospitales, en fábricas para que las trabajadoras sepamos que nuestros hijos están cerca y bien cuidados. Que hay que aumentar la licencia de paternidad de los varones para que compartan las tareas de cuidado, y que compartan también  esa angustia de que no los quieren tomar en los trabajos porque se pueden pedir tres meses por paternidad, algo que nos pasa mucho a nosotras. Esta ley garantiza a las mujeres algo más de dinero, por lo menos. Es complementaria, no creo como los antiderechos que vaya a evitar abortos. El aborto tiene muchísimo que ver con el deseo y tiene que ver con lo social. Cuando una mujer sabe que no puede alimentar más chicos porque ya tiene cuatro y viene un quinto, es tanta la angustia que siente que hasta ponen en peligro su vida poniéndose perejil o una sonda para abortar. Esta ley habilita una contribución estatal, lo leo en esa clave.

-Muchos expositores antiderechos confundieron una ILE con una IVE, ¿por qué?

-No están confundidos quieren confundir a la población, esta ley lo único nuevo que plantea es el aborto voluntario hasta las catorce semanas y punto. El aborto por causales ya sea por violación o peligro para la salud o la vida, lo tenemos desde 1921 en el Código Penal. Ellos lo usan ahora para espantar a la población, como lo hicieron en 2018, diciendo que vamos a hacer abortos hasta los nueve meses. No es cierto que en los hospitales se hagan abortos de siete, ocho o nueve meses. Cuando una mujer no quiere continuar el embarazo quiere abortar lo antes posible, no quiere llegar al octavo mes. Y por otra parte estamos nosotros los médicos garantes, a mí sí me han pedido abortos incluso de siete meses y dije que no, porque eso ya no es un aborto, es un parto prematuro, nacería vivo y yo hago abortos para salvar vidas, no soy asesina. Como esos fetos son viables ahí si siento que es un crimen, es un lugar donde no me puedo prestar ni yo, ni ninguno de mis colegas. Ponían de ejemplo Canadá y en Canadá es cierto que está permitido el aborto hasta el noveno mes, pero creo que hay uno o a lo sumo dos prestadores en todo el país que se animan a hacer abortos de tercer trimestre.

-También confundieron un parto con un aborto, ¿cuál es la distinción?

-Hablamos de parto a partir de las 24 semanas. Esto está escrito en la guía “Aborto sin riesgos”, de la OMS, que dice que el aborto es producto de la expulsión de la concepción antes que alcance la viabilidad fetal, a la semana 24. En Inglaterra, en 2009 un grupo de antiderechos intentó bajar ese tiempo y que sólo se permitieran abortos hasta la semana 22, se debatió en el parlamento inglés y no se aprobó, porque no son viables. En Jujuy y en Tucumán, no pudieron hacer sobrevivir a dos fetos de menos de 24 semanas después de haber torturado a esas chiquitas.

Por eso lo repito, parto es por encima de las 24 semanas y aborto por debajo de las 24 semanas. No es verdad que vamos a hacer abortos a los seis o siete meses es una mentira antiderecho. El senador de Río Negro, Weretilneck, dijo que muchos médicos se volvieron objetores porque no quieren hacer abortos de tercer trimestre. Eso es mentira, quienes hablamos a favor jamás planteamos semejante cosa. Sólo lo plantearon los católicos que no hacen ningún aborto. Ni aunque tengas cinco días de atraso. Ana María Acevedo tenía cuatro o cinco días de atraso y le negaron la radioterapia y la mataron a ella y al feto que tenía adentro. Entonces, no somos nosotras las que ponemos esos topes, no queremos que nos usen de excusa. Muchos médicos nos volvemos objetores porque nos cansamos, somos muy pocos. Además, desde lo simbólico esa ley que permite que los propios garantes la violen le está diciendo a la sociedad que hacer abortos es malo, que es inmoral… Los objetores de conciencia son ellos, nosotros somos los inconscientes, los verdugos, los malos, los nazis quedamos parados del lado del mal y quién quiere quedar parado del lado del mal. Y la verdad, es que del lado del mal están ellos, son torturadores, y lo voy a decir hasta el hartazgo.

-¿Qué te pasó cuando escuchaste los argumentos de los antiderechos en Senadores?

-Son terribles. Creo que el Senado de la Nación no debió permitir nunca este nivel de agresión, nos trataron de genocidas, verdugos, asesinos, ejecutores… Yo jamás maté a nadie, los que matan personas son ellos, a ellos sí les podríamos decir asesinos. Porque a Ana María Acevedo la asesinaron, esos médicos no eran ignorantes, sabían que podía morir, pero eligieron negarle la interrupción y hacerle el aborto dos días antes de su muerte. Por eso me pregunto, ¿de qué sirve el aborto premortem? ¿Para tranquilizarles las conciencias a ellos? No, que nadie tranquilice su conciencia. Agradecí cuando la senadora Beatriz Mirkin interrumpió a la doctora Graciela Moya que lo comparó con el plan Shoah del exterminio nazi. Los nazis mataron seis millones de judíos y mataron 400 mil personas con discapacidad. Me da mucha bronca porque la Iglesia fue cómplice de los nazis, lleva siglos diciendo que los judíos mataron a Jesús, que son tacaños, que son malas personas, que le robaban el trabajo a los cristianos… La Iglesia católica le festejó los cumpleaños a Hitler en la Catedral en Alemania todos los años que duró su mandato. Y Hitler estaba en contra del aborto, penalizaba con pena de muerte a las mujeres. Entonces háganse cargo que ellos son los nazis, que han sido los genocidas, porque exterminaron pueblos enteros en Latinoamérica. Ellos son los asesinos, no somos nosotras las mujeres.

-En términos de salud, ¿qué implicará la legalización del aborto?

– Se va a notar que baja la mortalidad materna, que van a bajar las muertes por abortos, y va a haber menos muertes maternas en general, porque se evitan muertes del tercer trimestre en mujeres que antes eran forzadas a parir.