Hay más de una forma de interpretar los resultados de esta elección. Para empezar, se va a imponer una lectura de tipo nacional, donde se hará un balance de ganadores y perdedores a nivel país. Pero esa lectura ya se hizo el 12 de septiembre, cuando Juntos por el Cambio fue la fuerza más votada en dos de cada tres distritos, y superó al Frente de Todos en la sumatoria de sufragios recibidos. Que el oficialismo sufre una merma de apoyo en estas elecciones legislativas ya es un hecho, y lo que suceda el domingo, pase lo que pase con los números finales, no borrará el shock de las PASO. Que interpela de frente a Alberto Fernández. El oficialismo ya tomó nota del mensaje, y desde entonces enfrenta el desafío de reconquistar a los votantes con vistas a lo que resta del mandato, y a la renovación presidencial de 2023.

Más allá de este trazo grueso del resultado definitivo, también habrá lecturas de trazo fino. Hay dos provincias clave para el Frente de Todos: Buenos Aires y La Pampa. En la primera, que contiene el 40% de los votos del país, el oficialismo busca descontar la ventaja de Juntos, que focalizó su campaña en mostrar unidos a Santilli y Manes, para retener los votos del segundo. En cuanto a La Pampa, se volvió central porque allí se eligen senadores nacionales –junto con otras siete provincias– y es la que el FdT tiene mayores probabilidades de “dar vuelta” respecto de las PASO. Perdió por casi diez puntos en septiembre, pero allí el peronismo siempre gana. Y si el FdT conserva La Pampa, entonces tal vez no pierda su mayoría absoluta en el Senado.

Buenos Aires y el Senado, como sabemos, tienen dos significados particulares. Además de ser las llaves de la gobernabilidad argentina –una define las elecciones presidenciales, el otro la sanción de las leyes–, son los territorios de Cristina Kirchner. La vicepresidenta es la titular de la Cámara Alta y de la corriente política que domina el PJ bonaerense –de hecho, Máximo se prepara para asumir la presidencia del partido provincial–. Por lo tanto, “dar vuelta” esos dos resultados respecto de la debacle del 12-S se traduciría en que, a pesar de la caída de respaldo que sufre el oficialismo, Cristina “salva las papas” en sus zonas de influencia. Retener Buenos Aires y La Pampa equivaldría a una “derrota digna” del oficialismo en el mapa nacional adverso, y también sería leído como una recentralización de CFK dentro de la coalición de gobierno.

Para lograr estas metas parciales, el cristinismo requeriría del apoyo de algunos referentes locales. Esto ya no depende del clima de opinión, que sigue siendo problemático después de la cuarentena y la inflación: ahora juega la maquinaria del partido. Concretamente, CFK necesita que algunos intendentes de peso en el Conurbano bonaerense –por ejemplo, el matancero Fernando Espinoza– movilicen sus redes para aumentar la participación electoral peronista, y que en la ciudad pampeana de General Pico haga lo propio el exgobernador Carlos Verna. Espinoza y Verna son dos casos testigo de dirigentes justicialistas que apoyaron las listas del FdT en las Primarias, pero tal vez no pusieron todo en la cancha. Estaban disconformes con el gobierno nacional por varias razones, y no se sentían lo suficientemente contenidos. Probablemente, los cambios introducidos en los gabinetes nacional y provincial los tenían de destinatarios. En las urnas veremos cuánto funcionó la estrategia de “reperonización”.

Juntos por el Cambio pretende mejorar sus desempeños relativos en varias provincias –Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos–, y se prepara para la guerra fría rumbo a 2023. Quedan dos vertientes armadas dentro del PRO para competir por la candidatura presidencial, y en la mayoría de las provincias mencionadas, los aliados de Rodríguez Larreta llevan ventaja. Pero al larretismo-vidalismo le importa especialmente la Ciudad. Si Milei experimenta un crecimiento real este domingo, será visto como una figura ascendente a nivel nacional, y también como alguien que puede ayudar a los “halcones” del macrismo a inclinar la balanza en la gran interna que se viene dentro de la oposición. «