“El gobierno ha cometido muchos errores no forzados”, la frase surge de la boca de uno de los hombres importantes que tiene el macrismo en el Congreso. Se podría pensar que lo dijo con cierto dejo de desesperanza que se traduce en la necesidad de modificar el rumbo del gobierno nacional. Todo lo contrario, la afirmación esconde en realidad la pelea interna que existe en el seno del gobierno nacional al que considera “desbalanceado” fruto de contar, a su entender, con un “buen equipo económico” y una nula o inexistente contraparte política. En ese marco, el peligro inminente que visualiza son las elecciones del año próximo a las que consideran complicadas.

Ninguno de los macristas que analiza este escenario se cuida de depositar las críticas sobre el presidente. En todo caso, como ocurre casi siempre, prefiere mirar a su alrededor y coincide en responsabilizar por este “desbalanceo” al jefe de Gabinete, Marcos Peña. Le achacan una excesiva preferencia por traducir las acciones de gobierno a través de las redes sociales y de despreciar las herramientas tradicionales de los “hacedores” de la política. Sostienen que el único que tiene un perfil más político y que se vale de ello para avanzar en los objetivos marcados por Macri, es el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, pero “no es un armador”. Es por ello que afirman que con Frigerio eso no alcanza a pesar de que tiene un trato intenso con los gobernadores de la oposición.

Ahora bien, si lo que hay que pensar es el camino hacia las próximas elecciones, una buena relación con los mandatarios provinciales es importante pero lejos está de ser suficiente. Sucede que si el macrismo pretende ampliar el número de curules debe poner especial atención y trabajo en la provincia de Buenos Aires. Y es en este distrito donde los macristas del presidente en el Congreso ven algunos inconvenientes.

La gobernadora, María Eugenia Vidal, goza de una buena imagen. Pero para estos diputados macristas lo que digan las encuestas no necesariamente se traduce luego en votos. Es más, sostienen que en el distrito hay al menos dos tipos de electores. El del conurbano y los que denominan “el interior” de la provincia. Para los primeros lo que influye a la hora de definir el voto es la gestión presidencial y no lo que haga o deje de hacer la gobernadora. Es por eso que cobran importancia “los errores no forzados” porque la administración de la gobernadora impacta más en el interior de la provincia. Dicho sea de paso, y con una alta dosis de ironía, algunos de los macristas califican al gobierno de Vidal como un “sciolismo mejorado”. Estos dirigentes, algunos de los cuales provienen de ese distrito, no ven una gran diferencia con lo que fueron los dos períodos de Daniel Scioli e incluso le suman algunos errores como la disputa que mantiene la gobernadora con los intendentes peronistas, sobre todo con Verónica Magario de La Matanza, recién elegida presidente de la Federación Argentina de Municipios (FAM).

Entonces, la pregunta sin respuesta que preocupa a este grupo de diputados del PRO es cuándo va a reaccionar Macri. Han protagonizado algún que otro debate pero ante la ausencia de respuesta recurrieron a otra estrategia. Una medida fue dejar a los ministros que visitan el Congreso librados a su suerte frente a la oposición. Ocurrió con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y la semana pasada con la canciller, Susana Malcorra, criticada por la oposición mientras sus senadores se mantenían en silencio. Otro ejemplo es el demorar el tratamiento de algunos proyectos que son de interés presidencial como la reforma electoral que tiene casi cuatro meses de retraso más allá de las críticas, debates y correcciones que sufrió el proyecto que recién estaría aterrizando en el recinto el próximo 19 de octubre.

Sin embargo, hasta ahora no hay señales de cambio en el gobierno, al menos la que éstos pretenden porque Macri continúa optando por la praxis de Peña que, según su entender, “carece de objetivos políticos”. Ante tamaña falencia los legisladores del PRO entienden que el tiempo comienza a jugar en contra a pesar de que por ahora el peronismo se mantiene dividido. Si la atomización continuara sería una buena noticia pero si así no ocurriese prefieren un peronismo alineado detrás de Sergio Massa. A pesar de que el legislador oriundo de Tigre suele ser complicado a la hora de negociar leyes, lo cierto es que las coincidencias que comparten son muchas más de las que los separan. Otro tema es el kirchnerismo. De la boca para afuera no creen en un resurgimiento de Cristina Kirchner pero no dejan de ver en las encuestas un crecimiento permanente de la ex presidenta. De no mediar cambios en la política del gobierno nacional, a lo sumo aspiran a que el kirchnerismo como el massismo se repartan los votos sin que haya una preeminencia de alguno. Ante este escenario, los macristas del Congreso se aferran más a la esperanza que a las efectividades conducentes.