Durante el acto en Plaza de Mayo por los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner como jefe de Estado, la vicepresidenta Cristina Fernández retomó uno de los ejes que viene planteado desde que sufrió el atentado contra su vida el primero de septiembre del año pasado. Volvió a destacar la necesidad de “renovar el pacto democrático” que la política argentina supo construir tras el final de la última dictadura cívico-militar. Y en ese contexto cuestionó al Poder Judicial y prerrogativa que tienen los jueces, que no son elegidos por el voto popular y además ocupan sus cargos a perpetuidad, a menos que sufran un juicio político.    

“Con todos los defectos, yerros y demás errores, de quienes forman parte del poder Ejecutivo y Legislativo, el pueblo tiene la posibilidad del voto, en tus manos y cada dos o cuatro años”, remarcó la vicepresidenta ante una Plaza de Mayo colmada, a pesar de la lluvia.

“Tenemos que repensar el modelo institucional-agregó-No podemos seguir con la rémora monárquica del Poder Judicial, con inamovibles. No se sabe dónde viven ni cuánto ganan. Eso no es una democracia”.

En la misma línea, y como en otros párrafos de su discurso, pidió un acuerdo político para “volver a darle al país un Poder Judicial que se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia argentina”, destacó refiriéndose a la Corte Suprema.

La vicepresidenta aludió, sin nombrarlo, al presidente de Corte Suprema, Horacio Rosatti.
Foto: Alejandro Santacruz / Télam

Entonces recordó al máximo tribunal que Kirchner heredó de la década menemista y a la que removió con un juicio político, sugiriendo que la actual es aún peor. “Aquella Corte, al lado del verdadero mamarracho que es la actual, con las cosas que nos enteramos todos los días. No importa si es un jurista de una u otra orientación, pero los argentinos tienen que volver a tener una Corte que no nos lo ponga colorados. Se lo pido a todos los partidos políticos. Es por la imagen del país”.

En otro pasaje, y respecto del pacto democrático, recordó el acto de asunción del expresidente Raúl Alfonsín. “El 30 de octubre de 1983, desde los balcones de aquel Cabildo, un argentino que no era de mi partido había ganado las elecciones afirmando que era la vida y la paz. Quedaba prohibido quitarle la vida al que no pensaba igual. Eso pasó en esta Plaza de Mayo. Hay que volver a renovar ese pacto”, remarcó.

Luego destacó que ella pertenecía a una generación que terminó “siendo devorada por la violencia política” y reclamó la necesidad de abandonar los discursos de odio que plantean la eliminación del que “piensa diferente”. “Cuando escucho que dicen que hay que acabar con el peronismo o el kirchnerismo pienso, por favor, si con ganarle alcanza, para qué exterminarnos. Soy de la generación que tiene seres queridos a quienes no pueden ir a llorar a ninguna tumba”. Este pasaje de su intervención culminó con un llamado a “cumplir la Constitución”. “Es hora de que las instituciones no estén para cuidar los intereses de los poderosos sino para todas y todos los argentinos y argentinas”.