Más allá de los improbables e impredecibles efectos positivos que el reportaje otorgado por Cristina a Novaresio haya arrojado sobre la conciencia capturada –y adormecida- del furioso conglomerado opositor bonaerense, vale rescatar su lúcida intervención, que la muestra como la única dirigente dueña de los recursos retóricos capaces de enfrentar a la demonización persistente del antikirchnerismo neoliberal.

Recursos que seguramente desde ésta, nuestra trinchera – el término grieta no corresponde en este caso- se utilizarán como un bagaje valioso en las batallas que vienen. Unas tras otras y que no cesarán luego de Octubre.

Sin embargo es necesario señalar dos tramos inquietantes de ese reportaje que fisuran, al menos, el blindaje del relato. De nuestro relato en este caso. Uno es el de Venezuela porque la toma de distancia del acosado gobierno de Nicolás Maduro es un error. Que se da en un período donde el imperialismo norteamericano trata de rematar con una estocada casi final – y digo casi porque aún queda la Bolivia de Evo y García Linera- el mayor proceso autonomista y transformador de la región en la historia.

Rasga como una infidelidad, una trama histórica que fuimos capaces de forjar de la mano de Chávez, de Néstor, de Lula. Y por supuesto de la misma Cristina, una protagonista de primer nivel desde sus inicios.

Se podía y debía haber eludido fatídicas afirmaciones, porque Cristina exhibió a lo largo del reportaje su calidad de eximia esgrimista de la polémica capaz eludir lo no conveniente. Porque sin duda lo de Novaresio tenía una mala intención, semejante al resto de sus preguntas, que consistía en embarrar al kirchnerismo dentro de la amplia, hoy mundial, demonización que el aparato mediático monopolizado extiende como alquitrán pegajoso sobre Nicolás Maduro y se ofrece como cobertura justificatoria de su accionar golpista.

De esa trampa sin dudas había que escapar. El problema fue el cómo. Es que a los principios no se puede ni se debe renunciar como bien nos enseñó Néstor Kirchner. Esto se une a lo que llamo el segundo tramo. O el tramo inexistente ya que no sólo del reportaje sino de la campaña está ausente todo lo que se refiere a la patria latinoamericana aunque nosotros sabemos que no habrá proyecto viable para lo que hoy es la Argentina sin una integración que debe comenzar por los gigantes del Cono Sur, por los que fueron el núcleo de ese proceso que todavía no cesa de repercutir en el escenario internacional, en el que la Venezuela que lideró Chávez tuvo un rol fundamental y fundacional.

Parafraseando de alguna manera a los revolucionarios que hace 100 años en Rusia afirmaban que sin la Revolución propagándose por Europa no podría consolidarse en Rusia, sin transformación asentada e integrada en ese trípode que constituyen Brasil, Argentina y Venezuela no habrá proceso de cambios profundos y duraderos en la Argentina. Aquella famosa frase de Perón al respecto –la del continentalismo- debe dejar de ser rétorica y guiar el programa por el que vaga la pena volver. Y en este caso si bien las necesidades de la táctica –ganar las elecciones de Octubre- pueden opacar y hasta ocultar el perfil de la estrategia –construir la unidad de la Patria Grande- nunca deben hacerlas contradictorias.

Y quizás como dicen algunos –aunque en general a mí no me guste- todo tiene que ver con todo, esta semana en el documento preparatorio del Plenario del Movimiento Evita que firmó Emilio Pérsico, se hace una lectura acertada de los avances, limitaciones y retrocesos dela integración regional como así de las características del proceso de la globalización capitalista y sus consecuencias sobre el trabajo y la vida de los trabajadores, de los estables y los precarios y de los que no tienen y quizás nunca tendrán trabajo.

Ese documento deja vislumbrar o boceta el nuevo mapa de la globalización hegemonizada por el capital financiero. Lo diseña, con un centro que enjuga las superganancias de la explotación de todo el orbe, de cada vez menos países cada vez más ricos y cada vez más países cada día más pobres y subordinados, con una producción supertecnologizada e informatizada pero diseminada en búsqueda de una acumulación a costa de trabajo semiesclavo.

Un esquema diagramado en el marco de la desregulación laboral extendida y competitiva, donde Temer consagra unas leyes paleolíticas para todos los trabajadores de Brasil y Macri contesta conuna flexibilización laboral selectiva (por ahora) en una disputa por las inversiones productivas protegidas por los fondos Buitres. Ese marco sólo es posible enfrentarlo retomando y profundizando el Unasur, la Celac, el Banco del Sur y los demás instrumentos regionales, sólo esbozados por nuestros líderes, junto a un rediseño de los Brics.

Lástima que Pérsico se desbarranca al abandonar el marco conceptual para utilizarlo en función de sus mezquinos intereses políticos, confunde responsabilidades interesadamente atribuidas a Cristina con errores y limitaciones propias de un proceso de conjunto de los países latinoamericanos y en todo caso de responsabilidades compartidas entre todos, que fuimos incapaces de construir el marco teórico que ilumine la marcha de nuestros pueblos. En algunas formulaciones esbozadas sobre los nuevos sujetos históricos yo creo ver algunas opiniones expresadas en conversaciones sostenidas en San Telmo entre Taiana y un grupo de compañeros y otras con Carlos Vilas, hoy apartados de los lugares de conducción. Nunca antes ni por Pérsico ni por el Chino Navarro.

No es de extrañar entonces que el Plenario del Movimiento Evita haya dejado pasar su oportunidad histórica, plenamente actual, de reconocer que el momento muestra que independientemente de lo que pudimos expresar anteriormente y los errores que en algún futuro habrá que discutir y saldar, hoy se impone unir fuerzas sosteniendo la candidatura de Cristina y de Jorge Taiana porque es la única forma de obtener una victoria electoral sobre el macrismo y comenzar a edificar tras la misma la fuerza popular unificada que pueda arrojar a este neoliberalismo ensoberbecido y peligroso entre los trastos inservibles descartados por la historia. Sin dudas que soberbias sobran por todos lados, pero es la hora del desprendimiento y la grandeza que sólo el pensamiento estratégico y el amor por la patria y el pueblo pueden hacer florecer.

Comisión de Asuntos Internacionales-Carta Abierta