«No hay solo perdedores provinciales, como Roberto Sánchez y Germán Alfaro. Perdieron Larreta, Bullrich y Macri. En Tucumán, Juntos por el Cambio ha sido derrotado. Por eso no hay dudas que a nivel nacional el peronismo se va a reorganizar», dice Osvaldo Jaldo, rodeado por Juan Manzur y su reemplazante en la vicegobernación, Miguel Acevedo. Acaban de ganar con comodidad las elecciones a gobernador en Tucumán.

Podría agregarse que en Tucumán perdió Javier Milei: a pesar de su campaña inspirada en la portación de armas al estilo Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, el nacido en Kansas City e hijo de represor Ricardo Argentino Bussi obtuvo un porcentaje de apoyos cercano a la intrascendencia. ¿Existe el huracán libertario sin la peluca en la boleta? ¿Existe fuera de AMBA? Se encuesta que sí, pero el resultado de este domingo en el sexto distrito electoral más importante expresa lo contrario.

No conviene apurar una interpretación que afirme que la Corte Suprema de la Nación también perdió en Tucumán. Intervino para desplazar a Manzur como candidato, corriendo la fecha del comicio casi un mes. Sin embargo, ocho de cada diez personas habilitadas para votar lo hicieron, y de ellas casi seis de cada diez apoyaron al oficialismo local. Sin embargo, sirve más comprender aquella demostración de poder judicial en Tucumán -y San Juan, prohibiendo a Sergio Uñac- sobre lo nacional, como manifiesta amenaza a cualquier voluntad electoral de Cristina Fernández de Kirchner.

Acaso las fotos que incluyeron a la fórmula ganadora con colegas gobernadores y Wado de Pedro, sumado al casi inmediato tuit del presidente Alberto Fernández, compongan lo que propuso Jaldo momentos después de señalar a sus vencidos. El peronismo gana donde compite unido.

Foto: Gomez Ramiro Telam

«No estamos acostumbrados a competir democráticamente. Antes fue Menem contra Cafiero en 1988 y De La Rúa y Fernández Meijide en la Alianza. Hay una elección competitiva en Juntos por el Cambio. Esto es una novedad: pasó solo dos veces en 40 años», afirmó Patricia Bullrich sobre el escenario triunfador de Mendoza, donde Alfredo Cornejo se impuso en las PASO como principal candidato a una nueva gobernación. Lo siguió Luis Petri, su inmediato competidor en la representación radical. Entre ellos dos y Omar de Marchi, la camiseta del PRO mendocino, amasaron más del 60% de los votos.

En Mendoza el contraste lo ofreció el peronismo, que pierde donde compite desmenuzado en cuatro precandidaturas. Entre todos y todas arañaron poco más del 15%.

Larreta también saludó, de lejos, a Cornejo. Una danza del avión chárter llevó al jefe de gobierno porteño desde el triunfo por arrasamiento de Gustavo Valdés en la elección legislativa de Corrientes hasta San Luis, donde Claudio Poggi logró imponer -Rodríguez Saá mediante- el color amarillo sobre la provincia que gobernó -Rodríguez Saá mediante- entre 2011 y 2015. La ansiedad viajante de Larreta contrastó con el aplomo de Bullrich, que en el citado momento de sinceridad expresó cómo se viven en la coalición opositora los días previos al cierre de listas.

Foto: @gustavovaldesok

El actual gobernador de San Luis se alejó, voz en cuello, del Frente de Todos a principios de 2023, preocupado por el desprestigio que acarrearía para su candidato a sucederlo. Antes de las Fiestas entregará el poder a quien representaba su oposición.

Vale señalar lo peculiar del momento en San Luis: ni El Alberto ni El Adolfo estarán en el poder a partir de diciembre. No significa esto que pierdan su rol referencial. Pero ocurre acá que el tiempo vence a la organización.

La democracia argentina, reducida por momentos al mero hecho de elegir en la oferta electoral cada dos años, ofrece otro domingo abierto a interpretaciones interesadas. Pierden y ganan los oficialismos, los ungidos pierden y ganan. Hasta cierto punto, es como si la competencia nacional estuviera en otra dimensión respecto a lo que acontece en las diferentes provincias que no quisieron amontonar sus listas locales con la de presidencia.

Cuando todo está enredado, el ungüento se improvisa: un toque de provincialización para la solución electoral de los problemas argentinos.