Fin de semana de tregua en el oficialismo. Por ahora no hubo acuerdo en la forma que tomarán los nuevos movimientos en el Gabinete, pero los principales socios de la coalición de gobierno, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, respetaron el contrato de no agresión sellado apenas hace una semana.

Mucho rumor y poco avance hubo estos días en el rediseño del Gabinete que pretenden la vicepresidenta y el titular de la Cámara de Diputados Sergio Massa. De hecho, la breve reunión tripartita que tuvo lugar el miércoles por la tarde-noche en Olivos fue desmentida enfáticamente por voceros de las partes. Es que, si bien fue una segunda oportunidad de diálogo entre Alberto y Cristina –la primera había sido por teléfono el domingo por la noche y devino en la designación de Silvina Batakis al frente de Economía–, esta vez no hubo nada para comunicar.

Tiempo pudo saber que Cristina quiere más cambios, pero que tal como dijo el viernes en El Calafate, no se trata de discutir nombres sino políticas. Por su parte, Massa quiere entrar al Gabinete pero no solo, sino acompañado por más funcionarios que le respondan. Fernández, cuyo soporte dentro del Gabinete quedó mermado luego de la eyección de Matías Kulfas y Martín Guzmán, busca no seguir perdiendo peso propio. Son pocos los funcionarios que le siguen siendo fieles, como el secretario general de la Presidencia Julio Vitobello y la portavoz Gabriela Cerruti, quien colaboró con Alejandro Grimson en la redacción del discurso que dio Fernández este sábado en Tucumán.

Por lo pronto, Alberto y Cristina compartieron el elogio sobre al programa Previaje y la misma preocupación: los precios al consumidor del sector del turismo, para lo que Cristina pidió controles y Alberto expresó sus quejas. También hubo coincidencia sobre el rol de los planes sociales y su reemplazo por empleo registrado. “En lo sustancial, nunca he tenido una diferencia enorme con Cristina”, dijo el presidente en una entrevista con C5N tras el acto del Día de la Independencia.

En Tucumán, el presidente leyó un discurso cuyo principal mensaje fue el cuidado de la unidad. Entre los ministros que lo acompañaron estaban los cristinistas Eduardo “Wado” de Pedro y Jorge Ferraresi. También, el diputado por la Provincia de Buenos Aires Daniel Gollán. No es la primera vez que Cristina envía a su dirigencia a un acto oficial para que quede en claro que no tiene intención de vaciarlo. La vez anterior fue hace una semana, en el salón de la CGT a donde concurrieron De Pedro y Axel Kicillof. Es que esta vez, tampoco fue concurrida la presencia de los gobernadores en el acto patrio. Apenas fueron el local Osvaldo Jaldo, el riojano Ricardo Quintela y el catamarqueño Raúl Jalil.

La economía

La flamante ministra de Economía se quedó en Buenos Aires ya que estuvo manteniendo reuniones con su equipo recién armado, integrado por la secretaria de Política Económica, Karina Angeletti (viceministra); el secretario de Hacienda, Martín Di Bella; el secretario de Comercio Interior, Martín Pollera; y el secretario de Finanzas, Eduardo Setti.

El hermetismo, toda una novedad en este gobierno, se debe a que es parte del acuerdo entre la cúpula presidencial, pero también a que no hay mucho para comunicar, ya que todavía no hay posiciones en común sobre qué hacer con el acuerdo con el FMI –que Alberto quiere mantener tal como está y Cristina quiere rediscutir–, ni con la forma que puede tomar la distribución del ingreso –Cristina se pronunció a favor de la llamada renta universal y Batakis dijo que por ahora no–, ni con la segmentación para quitar subsidios de las tarifas. Este domingo, la ministra se reunirá con el presidente. “Ayer hablé con Silvina y quedamos en vernos mañana y ya vamos a ir viendo qué primeras medidas vamos a ir tomando para poder abocarnos a ese tema que nos preocupa mucho”, anticipó el mandatario.

Es que tampoco hay acuerdo sobre cuáles son los temas a discutir: mientras Cristina insiste con promover una convocatoria amplia –que incluya a la oposición– para discutir el problema del bimonetarismo, el presidente parece no recoger el guante. Por el contrario, este sábado volvió a hablar de “bajar el déficit fiscal paulatinamente”, medida que Cristina dijo que no es prioridad en medio de la pérdida contundente en los salarios e ingresos de los sectores populares.

En donde sí parece haber un acuerdo es en la necesidad de mantener la unidad para sostener al presidente en medio de lo que él mismo denunció que viene «soportando en los últimos meses, pero sobre todo de manera pública y feroz en la última semana: una embestida de los grupos concentrados poderosos que quieren quedarse con toda la renta, que quieren provocar una devaluación y maximizar sus ganancias con la codicia de siempre. Se aprovecharon de la pandemia y se quieren aprovechar ahora de la guerra».

También condenó «las falsas noticias en redes sociales que se usan como instrumentos desestabilizadores» y agregó: «Se van a chocar con mi firme decisión de seguir trabajando por la Patria». Para Fernández, los responsables de esa campaña son «los mismos de siempre que siembran desánimo, temor, rumores, que buscan vernos desunidos, que generan enfrentamientos, porque es en ese clima de desánimo, de violencia, de incertidumbre, donde ellos ganan millones».

En la Rosada y en el Senado saben que esas olas desestabilizadoras crecen cuando la cúpula presidencial se muestra en diálogo. Es por eso que –según pudo saber este diario– en medio de los embates de los operadores del mercado financiero que, evalúan, están jugando fuerte contra la estabilidad del gobierno, las partes están comprometidas a sostener la unidad, incluso, cuando todavía no hay acuerdo en su rumbo.