La plaza Moreno está en pleno centro neurálgico de La Plata, entre la Catedral y la municipalidad. Para Marcelo Benavides fue también el eje de tres de los hechos que marcaron su historia: fue liberado ahí tras pasar una semana desaparecido en el Pozo de Arana, fue donde asesinaron a su hermano Horacio cuando se resistió a un intento de secuestro por parte de la Policía Bonaerense en 1976 y, 40 años después, decidió también en ese lugar que esos hechos no podían seguir impunes y que los tenía que denunciar.

“Volver a La Plata me hizo absorber un montón de cosas que yo tenía como adormecidas y un día en un acto en la Plaza Moreno y sin conocerlo, lo encaré Aníbal (Hnatiuk) y le dije que quería denunciar esto. No sabía de la trayectoria Aníbal, ni que trabajaba con Pablo (Llonto). Fue una cosa estrictamente intuitiva y la verdad es que fue de las mejores decisiones de mi vida”, contó Marcelo en diálogo con Tiempo.

Esa conversación de 2016 en la ciudad de las diagonales inició un camino que derivó en dos causas, una por su secuestro, que todavía se encuentra en instrucción, y otra por el asesinato de su hermano, “Chupete” Benavides, cuyo juicio debía comenzar el miércoles pasado pero increíblemente se suspendió por un tecnicismo y lo hará la semana que viene.

La Plata
Juez Marcelo Benavídez.
Foto: Prensa Secretaria DDHH

La decisión de investigar estos hechos había comenzado a gestarse unos años antes, cuando era juez de garantías en Neuquén y lo invitaron a dar una charla por el 24 de marzo en una escuela. “Fue una experiencia fuertísima. El silencio era sepulcral y me hizo muy bien. Ahí hubo algo que cambió las cosas. Porque escucharme hablar de esto ante tantísimas personas y sentir que había una conmoción y un respeto tan profundo me impactó”, recordó.

La Plata en dictadura

Marcelo tenía 17 años cuando fue asesinado su hermano, quien era cuatro años mayor. Si bien había integrado la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) tras la vuelta de Perón al país en 1973, su militancia política no se extendió mucho tiempo más. Horacio, en cambio, militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la facultad de abogacía y luego también en Montoneros.

“Yo me quería parecer en todo a él. Después tomé un rumbo mucho más inocente, más descomprometido, y él militó con un compromiso extraordinario y bueno… hasta que un día se les empezó a complicar y se vino la noche”, señaló Marcelo.

En 1976 la situación en La Plata ya era complicada para Horacio. Después de su casamiento con Estela Rossi el 11 de marzo de 1976, “Chupete” se pidió licencia en el trabajo y tuvo que comenzar a cuidarse muchísimo: tenía información de que era perseguido por los servicios de inteligencia militar y de la policía.

El 21 de septiembre la persecución se volvió concreta cuando fueron a buscarlo a la casa de sus padres. Horacio no estaba y secuestraron en cambio a Marcelo y lo llevaron durante una semana al Pozo de Arana, donde coincidió con los chicos y chicas de la Noche de los Lápices.

Luego fueron a buscar a Chupete a su casa, donde vivía con su esposa. En ese momento estaba reunido con otros dos miembros de la JUP, Enrique Sierra y Domingo Alconada Moreira, y sus compañeras, Lucía Tartaglia y María Tapia, pero todos lograron escapar.

El 30 de septiembre a la tarde, durante un rastrillaje, Horacio fue interceptado por un grupo de policías que intentó secuestrarlo. Horacio iba armado y resistió a los tiros cuando se abalanzaron sobre él. Fue asesinado en el lugar y también cayó muerto uno de los represores.

A partir de la felicitación que recibieron los agentes involucrados en sus legajos, el equipo de abogados que encabezaron Hnatiuk y Llonto y del que participó uno de los hijos de Marcelo logró identificar a un grupo de policías de los que sólo sobrevivieron para ser juzgados Walter Omar Ale y Juan Nazareno Risso. Junto a ellos, también está acusado en el juicio Jaime Lamont Smart por su responsabilidad como ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura.

Una vida detrás de un pedido de justica

Marcelo lleva muchos años reconstruyendo la historia de su hermano. En 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner, se enteró que tanto él como Cristina Fernández habían estudiado y militado en la facultad de derecho de La Plata en la misma época y decidió contactarlos a través de Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, a quien conocía de Neuquén.

“Me pongo a atar cabos, empiezo a leer de la historia de Néstor y de Cistina, que ella militaba en la JUP y Néstor en otra agrupación del peronismo. Intuía que no podían no haberse conocido porque mi hermano en la JUP era un cuadro importantísimo. Lo llamé a Parrilli y le conté esto y él me pregunta el nombre, la edad y todo eso. Al rato me llama y me dice que lo recordaban con muchísimo cariño a “Chupete” y me invitó a que cuando anduviera por Buenos Aires lo llamara con tiempo para reunirme con ellos. Para mí era muy emocionante. Lo único que me importaba era reconstruir la vida de mi hermano desde otro lugar”, detalló.

El encuentro no se pudo dar, pero Marcelo todavía guarda esperanzas de que ocurra: “Si tuviese la oportunidad de reunirme con Cristina para reconstruir la vida de Chupete lo haría con un placer inconmensurable porque además tengo por Cristina una profunda admiración. Me parece tan importante mantener viva la memoria, para que mis hijos puedan saber lo que pasó. Esto es como un rompecabezas muy complejo y cada vez que se agrega una pieza hay una gran alegría”.