El 30 de septiembre de 1976 a las 18.30, Horacio “Chupete” Benavides fue interceptado por miembros de la Dirección General de Investigaciones de la Policía Bonaerense mientras caminaba por la calle 12, frente a la plaza Moreno de La Plata.

Horacio era estudiante de abogacía, donde era uno de los referentes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), y militaba en Montoneros. Era buscado por las fuerzas represivas por lo que había pedido licencia en su trabajo en el Departamento de Transmisión Gratuita de bienes dependiente del Ministerio de Economía bonaerense.

A mediados de septiembre la persecución aumentó. El 21 habían ido a buscarlo a la casa de sus padres y como no estaba se llevaron secuestrado a su hermano Marcelo, 4 años menor. El mismo día realizaron otro operativo en la casa en la que vivía con su esposa y en la que estaba reunido con otros dos dirigentes de la JUP y sus parejas, pero todos lograron escapar.

La tarde del 30 de ese mes, Horacio llevaba un bolso y documentos para un amigo que iba a salir de la ciudad para escapar de la represión. Lo sorprendieron los agentes mientras recorría un pasadizo en la calle 12, a pocos metros de la municipalidad. “Chupete” iba armado y resistió a los tiros cuando dos policías se abalanzaron sobre él para secuestrarlo. Fue asesinado en el lugar y también cayó muerto uno de los represores.  

El crimen fue informado por los medios locales y nacionales. Clarín sacó la noticia el 3 de octubre bajo el título “Matan a un jefe sedicioso”, a quien identificó y describió como un “conocido cabecilla a nivel zonal de la banda subversiva declarada ilegal en 1975”.

Casi 47 años después, este miércoles a las 9 el Tribunal Oral Federal 2 de La Plata comenzará el juicio por el homicidio de “Chupete” Benavides. Los acusados son los expolicías Walter Omar Ale y Juan Nazareno Risso, ex agentes de la Dirección General de Investigaciones de la bonaerense, y Jaime Lamont Smart, ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura.

La causa se inició en 2016 con la denuncia del hermano de Horacio, Marcelo Benavides, quien también fue víctima del terrorismo de Estado. Durante una charla abierta de HIJOS La Plata en la plaza Moreno, Marcelo se acercó al abogado Aníbal Hnatiuk, quien había sido abogado querellante por la desaparición de Jorge Julio López, y le contó que nunca había denunciado los hechos que había sufrido su familia.

“Lo encaré y le dije que quería denunciar esto. Yo no sabía de la trayectoria Aníbal, fue una cosa estrictamente intuitiva. No sabía que trabajaba con Pablo Llonto también. La verdad es que fue de las mejores decisiones de mi vida, porque di con una gente increíble”, recordó Marcelo, quien espera “con mucha serenidad” el comienzo el debate y su declaración testimonial.

Marcelo tenía 17 años cuando fue asesinado su hermano. Él mismo fue secuestrado el 21 de septiembre de 1976, cuando buscaban a Horacio en la casa de sus padres, y llevado al Pozo de Aranda, donde coincidió con los chicos y chicas de la Noche de los Lápices. Fue liberado una semana después en la misma plaza Moreno.

La causa por su secuestro todavía se encuentra en etapa de instrucción pero el expediente de su hermano logró avanzar a partir de la identificación de los autores materiales. “No creía que tantos años después fuéramos a encontrarlo. Hubo un punto de inflexión que fue el hallazgo de unas actas y de los legajos que daban cuenta de haber participado en lo que ellos llamaron un procedimiento en el que abatieron a un elemento subversivo”, indicó.

El equipo de abogados, encabezado por Hnatiuk y Llonto, logró rastrear a los imputados a partir de la información que encontraron en los archivos de la fuerza de seguridad. “Cada vez que había un policía herido o muerto durante la represión quedaban registros y felicitaban o ascendías a miembros de las fuerzas. Empezamos a tirar de la cuerda y vimos los nombres de los 7 ascendidos por ese episodio y del ascenso post mortem de Sánchez”, explicó Hnatiuk, hoy presidente del Patronato de Liberados bonaerense.

En los legajos quedaron registros de los mismos mensajes: “La Jefatura lo felicita, por la importante misión, haciendo gala de valentía y excelente disposición para con el cumplimiento del servicio, lograron erradicar del seno de la sociedad a individuos de extrema peligrosidad; tal acción llevada a cabo con éxito se logró merced al alto precio de la vida humana ya que nuestra Institución debe lamentar el deceso del Sgto. (leg. 81873) Carlos Horacio Sánchez, quien cayó abatido por las balas fraticidas que truncaron la vida de quien hasta ayer mantenía firmemente los postulados abrazados por todos los integrantes de esta Policía en defensa del bienestar de la comunidad”.

De ese grupo, Ale y Risso son los únicos sobrevivientes y serán juzgados por primera vez por crímenes de lesa humanidad. Ramón Carlos Velasco y Carlos Emilio Bordalonga, otros dos integrantes, llegaron a ser procesados pero fallecieron en 2020, antes de que la causa se elevada a juicio.

La historia de Risso es conocida en La Plata ya que antes de llegar a las fuerzas de seguridad, tuvo un paso importante por el fútbol profesional. Debutó en 1960 en la primera de Gimnasia y Esgrima, jugó en la selección argentina en los juegos Olímpicos de Tokio 64 y luego partió hacia Francia, donde fue contratado por el AC Ajaccien, equipo con el que lograría ascender a primera. Una lesión lo marginó del fútbol en 1970 y forzó su vuelta a la ciudad de las diagonales, donde se anotó para ser policía.