El Tribunal Oral Federal 1 de la Ciudad de Buenos Aires condenó este viernes a prisión perpetua a los exoficiales del Ejército Alejandro Salice y Roberto Sifón, miembros de la Plana Mayor del Grupo de Artillería Mecanizada 1 de Ciudadela, por los crímenes cometidos durante la última dictadura en el centro clandestino de detención Sheraton.

La lectura del veredicto se produjo pasado el mediodía. El presidente del Tribunal, Ricardo Ángel Basílico, leyó la parte resolutiva de la sentencia en la que declararon que los hechos constituyeron crímenes de lesa humanidad que se cometieron en el marco del genocidio perpetrado entre los años 1976 y 1983.

Salice, quien fue jefe de Logística del GAM 1, fue considerado coautor mediato del secuestro y las torturas sufridas por 26 personas que estuvieron cautivas en el centro clandestino de detención y por el homicidio de Ricardo Aragón Tobar y de Carlos Hobert y Graciela Maliandi, una pareja asesinada durante un operativo represivo el 17 de diciembre de 1976 en la localidad de Villa Bosch

Sifón, quien fue el responsable del Servicio de Finanzas y de Administración, fue considerado partícipe necesario de los mismos hechos.

El Tribunal, integrado también por José Michilini y Adrián Grunberg, pidió la realización de informes para analizar si se revoca la prisión domiciliaria para ambos exmilitares, como lo solicitaron en los alegatos las querellas y la fiscalía.

El CCD Sheraton funcionó en la subcomisaría de Villa Insuperable. La subcomisaría dependía de la Comisaría 3° de La Matanza pero sus calabozos eran utilizados como lugar de cautiverio clandestino por el GAM 1.

Desde el área de Logística, Salice era el encargado de proveer los medios materiales para realizar las distintas operaciones, tanto de seguridad como de aniquilamiento, y Sifón, desde Finanzas, era quien controlaba los recursos económicos para que toda la estructura funcionara.

El “Sheraton” era nombrado así por los propios represores por las supuestas mejores condiciones de detención y porque muchos de las personas cautivas allí eran conocidas públicamente, como el sociólogo Roberto Carri y su esposa, la profesora Ana María Caruso, el cineasta Pablo Szir y el escritor y guionista de historietas Héctor Germán Oesterheld. Muchas de las víctimas pudieron comunicarse por carta o teléfono con sus familias, sin embargo, quienes tuvieron a acceso a esa posibilidad fueron luego desaparecidas.

El vínculo del GAM 1 con el centro clandestino quedó probado en los juicios anteriores, ya que varias de las víctimas eran llevadas allí para realizar trabajo esclavo relacionado con su trayectoria política e intelectual, como mencionaron sobrevivientes. “A esa oficina vamos a trabajar casi todos los días. El otro día vinieron de visita 6 generales, entre ellos Vaquero, Sasiain, Jáuregui y Martínez, y nos preguntaron algunas boludeces. Los que estábamos allí no éramos todos sino un seleccionado de 4 solamente, entre los que estábamos papá (Roberto Carri) y yo. Yo era la única mujer (y a los milicos les cuesta mucho aceptar que una mujer labure en una oficina de ellos)”, contó Caruso en una carta que logró enviar a sus hijas. Tanto ella con su marido se encuentran desaparecidos.

Con este debate se completa el juzgamiento de todos los roles de la Plana Mayor del GAM 1. En los dos juicios anteriores que se realizaron ya fueron condenados Rodolfo Enrique Godoy, quien fue subjefe del Grupo de Artillería y jefe de la Plana Mayor; Manuel Cunha Ferré, jefe del área de Inteligencia; Roberto Obdulio Godoy, jefe de Operaciones, y Ricardo Alberto Pascual, jefe de Personal.