Este 1° de enero se efectivizó la salida del Reino Unido de la Unión Europea y las Islas Malvinas dejan de formar parte de su Constitución. Con el vacío legal que se genera, se abre un nuevo panorama para Argentina luego de dos décadas de cruces diplomáticos y una creciente militarización británica en el Atlántico Sur. El Brexit y la decisión de nuestro país de retomar el reclamo de soberanía como política de Estado pueden dar sus primeros frutos en este 2021 en una causa histórica y dolorosa.

Cuatro años y medio después del referéndum que cambió la vida política de la Europa comunitaria, y tras varias idas y vueltas, arduas negociaciones, y la caída nada más ni nada menos que de dos Primer Ministro, el Reino Unido se independiza de su socio europeo luego de 47 años de relación. Desde este lado del Mundo, supimos ver en pantalla grande el caos generado por el Brexit, sin embargo, sin quererlo trajo más de una buena noticia para Argentina, y es que este 2021 la UE en su conjunto dejará de tener a Malvinas en la lista de territorios de ultramar británicos en su Constitución. Es que, hasta el momento, de esta manera el Reino Unido se aseguraba el reconocimiento de la soberanía de todo el bloque europeo sobre sus 13 enclaves coloniales desplegados alrededor del Planeta. Además, esta “seguridad jurídica” se sumaba a los beneficios políticos y económicos y la protección en cuestiones de defensa y seguridad que conllevaba formar parte del club.

Los ejemplos no son pocos, y los kelpers sabían la tormenta que se avecinaba, de hecho, en plena campaña por el referéndum en el año 2016, enviaron una carta al diputado británico Alan Johnson donde se refirieron a las implicancias para las islas de una posible salida del Reino Unido de la Unión Europea. El documento hace hincapié en la economía y la seguridad: “Si el Reino Unido ya no fuera miembro de la UE, el apoyo sería mucho menor y podría alentar a Argentina a ser mucho más agresiva en su enfoque”, señalan. Es que el Tratado de Lisboa contempla que los territorios de ultramar de sus miembros contarán con el mismo trato que cualquier Estado parte, dándole el status de asociado, y ello incluye la disposición que señala que si algún país es objeto de algún ataque, “la Unión movilizará todos los instrumentos de que disponga, incluido los militares”. Si bien hoy en día el temor a un ataque por parte de Argentina es exagerado, los isleños saben que igualmente cuentan con el apoyo de su pequeño gran amigo la OTAN, pero temen una política exterior argentina más hostil.

El plano económico, por su parte, es el que quizás más dolor de cabeza genera en los kelpers. Esta semana se conoció, tal y como temían, que tras el Brexit pierden los beneficios aduaneros que tenían en sus transacciones comerciales con su principal socio comercial, la UE. Con tasa 0, la industria pesquera representa el 41% del PBI de los poco más de tres mil habitantes, y de ese porcentaje, el 94% se exporta al mercado de la Unión Europea. A partir de ahora estarán obligados a sujetar sus exportaciones a los aranceles de la Organización Mundial del Comercio (OMC), representando una caída entre 16 y 30 por ciento de los ingresos. “Un golpe económico catastrófico”, manifestaron las autoridades isleñas en un documento emitido con el divorcio británico ya en marcha. A su vez, las Islas Malvinas quedan fuera del Fondo de Desarrollo Económico Europeo, una ayuda destinada a incentivar el crecimiento financiero y social a los países y territorios de ultramar. En el período 2014-2018, por ejemplo, el FED designó 5,9 millones de euros al enclave en poder de los británicos. 

Para la Argentina, estas consecuencias sirven para observar y demostrar, ahora con mayor énfasis, el notorio aislamiento de Malvinas y su dependencia del Reino Unido. Por ello, tras el acuerdo de salida la semana pasada, Boris Johnson se apresuró en aclarar que ayudarán a administrar los cambios que se avecinan y que los territorios de ultramar “no han sido olvidados”. Sin embargo, nuestro país tiene ahora las puertas abiertas para sumar un nuevo apoyo al reclamo de soberanía, el de la Unión Europea. Un primer paso se logró con la exclusión de la UE de Malvinas para los próximos acuerdos comerciales, pero tras el vacío legal que se configura en la Constitución europea con el Brexit, el gobierno argentino puede lograr nuevas alianzas en una región que estaba vedada. Es que la ‘regionalización’ de la Cuestión Malvinas de las últimas dos décadas generó apoyos clave de distintos foros internacionales que ayudó a fortalecer el reclamo a través de la vía diplomática.  

El desbalance de poder entre el Reino Unido y Argentina es notorio y el avance británico, constante. La fuerte militarización en las Islas Malvinas, el aumento de las licencias de pesca y la creciente administración británica de las aguas del Atlántico Sur, y los trabajos de exploración de hidrocarburos en la cuenca Malvinas son una muestra de ello. Ante este panorama, la única herramienta de influencia y negociación de nuestro país ha sido el derecho internacional y la diplomacia, por ello la creación el año pasado del Consejo Malvinas para fortalecer esta política de Estado y la actualización de sanciones legales y multas a quienes ejerzan pesca ilegal en aguas argentinas van en este sentido. Obtener este 2021 apoyos dentro de la Unión Europea suma, sin dudas, varios porotos en el tablero. Hacia allá vamos.