«Queremos estar en la discusión que viene después de las PASO para poner de manifiesto qué es lo que realmente se pone en juego. El cuarteto Larreta – Bullrich – Milei – Massa es una suerte de concurso de acreedores que elige a su síndico», afirma Marcelo Ramal, uno de los cuatro precandidatos a presidente que la izquierda presenta en las elecciones del 13 de agosto.

Junto a la extensa biblioteca del local de Política Obrera, Ramal hace lugar en voz alta a lo que define como una «crisis» en la izquierda trotskista nacional. La boleta que encabeza incluye al histórico Jorge Altamira, que será precandidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires.

Sobre la fragmentación en 27 precandidaturas presidenciales comienza este diálogo, en el que, entre muchas otras cosas, resuenan los ecos del notorio cisma que a mediados de 2019 los distanció del Partido Obrero y ahora los marginó -al igual que al Nuevo MAS- de la interna del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).

– ¿Cómo interpretar la dispersión de precandidaturas, y en especial las cuatro que presenta la izquierda en las PASO?

La dispersión o fragmentación es expresión de una crisis política, social y económica muy aguda. Cuando las cosas llegan a este nivel de crisis es natural que se multipliquen las divergencias respecto de cómo abordarla. Argentina está nuevamente ante un escenario de cesación de pagos. Entonces la grieta desaparece al discutir lo que es un hilo conductor en las candidaturas capitalistas, que es trasladarle la factura de la crisis a las masas. Hay un enorme temor que despierta la rebelión popular ante esa hipoteca intolerable. Estamos hablando de un ajuste sobre el ajuste. 

– ¿Cuál es tu lectura del lugar de Juan Grabois?

Es lo que en el marketing de consumo masivo se conoce como segunda marca. Es una alternativa consentida por el armado político del kirchnerismo y el massismo para contener votos. Queda en evidencia porque comparte listas seccionales. Grabois ha sido parte del aparato estatal como parte de un sistema de tercerización de la ayuda social y construcción de una plataforma de trabajo precario. 

– Y respecto a las posibles soluciones de la crisis de deuda, ¿qué modelo exportador a vos te parece justo para Argentina?

Hay que verlo en el escenario de conjunto, que está dominado en el mundo por el capital financiero hace largo rato. Argentina tiene 550 mil millones de dólares de deuda, pero no por puentes, caminos y cosas por el estilo, sino que ejerce como un derecho vitalicio sobre la fuerza de trabajo del país, sobre su riqueza. Entonces todos los años tenés que componer el presupuesto nacional en función del rendimiento de intereses. Contra la deuda pública no hay activos que sean contrapartida. El activo es una política económica en la que se estruja a los docentes, los médicos y en general a la sociedad. Entonces lo que se llama modelo exportador cumple la función de garantía de ese proceso de deuda.

Jorge Altamira y Marcelo Ramal.
Foto: Prensa Marcelo Ramal

Un médico a la izquierda

En este proceso electoral, el PO postula a Gabriel Solano junto a Vilma Ripoll (MST) en la rugosa primaria del FIT, que contiene en paralelo a Myriam Bregman y Nicolás del Caño, ambos del PTS. En las negociaciones tensas de la previa al cierre de listas, el MAS -con Manuela Castañeira a la cabeza- manifestó con insistencia la intención de una PASO que incluyera todas las agrupaciones, pero no hubo lugar.

Por momentos, las consignas se acercan hasta casi tocarse: Solano dice que Sergio Massa «es el candidato de la embajada yanqui» que «viene destruyendo los salarios a fuerza de inflación, pactos con el FMI y precarización laboral». Ramal recorre los mismos carriles en sus argumentos contra el oficialismo. La pregunta siempre parece respondida de antemano, pero resiste ¿Por qué no hay unidad?

«La fragmentación en la izquierda tiene que ver con una crisis. No es algo que coincida con un ascenso de la izquierda en Argentina; más bien, te diría que el FIT se encuentra en retroceso», señala Ramal. «Esto tiene que ver con que la coalición no ha podido caracterizar el alcance de esta crisis y ha tendido a actuar como complemento parlamentario de esta deriva del régimen político. Está pagando las consecuencias, agravadas por el hecho de replicar al interior de sí misma el escenario de riñas característico del resto del arco político«.

– Está la crisis de la izquierda, pero en términos generales, ¿no te parece que los discursos políticos recurren a lo emocional porque la gente no está para planteos más complejos?

El escenario humano de esta época es catastrófico. El otro día los observadores del clima dijeron que fue el de mayor calor sobre la corteza terrestre en miles de años. El vínculo del ser humano con el ambiente, que siempre fue contradictorio, ahora es tóxico, destructivo, en función del lucro privado. La guerra en Ucrania enfrenta a las grandes potencias imperialistas de la OTAN y la oligarquía rusa y puede llevarnos una catástrofe nuclear. La factura entonces que se traslada a las masas es brutal. 

Por su cuenta, Marcelo Ramal retoma la reflexión anterior. «¿La izquierda se expresa sobre este desastre? Busca atajos o senderos para sobrevivir en medio de este desastre. Una banca, un spot ingenioso, algo para que alguien me escuche. Tenemos que salir de esa mediocridad planteando una política que se corresponda con el alcance de esta crisis. Luego podemos discutir cómo nos pueden entender mejor. En esta elaboración, desde Política Obrera decimos: nuestras vidas primero, la humanidad primero, el hábitat primero«.

Qué derecha es la que mira la juventud

Ramal es docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. En la Universidad de Quilmes tiene la cátedra de Historia del Pensamiento Económico. Desde ese punto de vista, traza una observación del presente: cada vez hay menos estudiantes que también trabajen.

«El nivel de deserción en la facultad es enorme. El que hoy ingresa al trabajo, lo hace en condiciones que le imposibilita el estudio: es un túnel oscuro de jornadas de 12 horas, horarios cambiantes, el despido a la vuelta de la esquina, el accidente laboral. Luego se discute en la agenda electoral cómo hacer de esto un régimen legalizado y permanente«, analiza.

– La precarización aparece mucho en la plataforma de campaña de Política Obrera, y es una problemática más marcada en el segmento más joven. ¿Por qué ellos y ellas tienden a Milei?

En primer lugar, los jóvenes quedaron precarizados bajo la experiencia nacional y popular. Vos estás hablando de un pibe de 18 años. Si vamos a juzgar su experiencia política y laboral, tiene lugar bajo el gobierno que ahora termina. Quienes los han arrojado a la derecha han sido los pretendidamente antiderechistas. El progreso de la precarización del trabajo ha sido colosal, sobre todo después de la pandemia. El año pasado, uno de cada dos empleos registrados ha sido precario. Le damos mucha importancia a este tema porque en la precarización del trabajo está en la base de un proceso de disolución social que es mucho más amplio. 

– ¿Cómo se discute hoy con la derecha con la que los jóvenes se ven representados hoy? ¿Tenés discusiones en clase con estudiantes que se identifican con Milei?

Yo no veo una oposición de ese tipo en las aulas. Esto nos lleva a otro interrogante: ¿existe un movimiento sólido de derecha fascista con un alcance masivo? Tampoco lo veo. Lo de Milei más que una derechización consistente y orgánica lo asocio a un fenómeno de volatilidad política que no es argentino solamente, sino mundial. Lo que caracteriza hoy a los procesos políticos en el mundo es una extraordinaria volatilidad en la que las masas van de derecha a izquierda y viceversa en lo que constituye un impasse político y una búsqueda que todavía no encuentra canal.

«Lo que había activado Milei era la insatisfacción difusa con la llamada clase o casta política. Él mismo terminó desmitificando esa categoría, porque no es un sector social apartado de las relaciones sociales existentes, son los representantes políticos de la burguesía», señala el precandidato, que recuerda una anécdota que le resulta representativa. «Una vez en un canal compartía piso con él, que defendía los tarifazos de Macri, una politica estatista. Le señalé la contradicción y me insultó en pantalla. Es un mediocre, no puede discutir«.  

– Vos habías dicho que esa crítica de los libertarios sobre que la «casta» política no trabaja es incorrecta.

Claro, porque trabajan, pero para la clase capitalista. Incluso esta subasta de cargos que llevó adelante Milei forma parte de un interés más general, porque representa la lógica de las grandes empresas internacionales. Cuánto ofrecés, cuánto tenés. Estás a favor de la compra y venta de órganos, ¿no vas a estar a favor de la compra y venta de candidaturas?