La ironía siempre está a la vuelta de la esquina y las paradojas aparecen cada tanto y cargada de contrasentidos. En más de una oportunidad, el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, manifestó el desagrado que le genera la “justicia social”, la equidad y la igualdad de oportunidades que reclama la sociedad, y prometió que en un eventual gobierno suyo eso se termina. En el mismo sentido, quien lo secunda en la fórmula presidencial, Victoria Villarruel, sistemáticamente se encargó de embestir contra los juicios de lesa humanidad, contra los militantes detenidos desaparecidos y las organizaciones de derechos humanos. A ambos referentes políticos, estas elecciones le propinaron un “cachetazo de guantes blancos” lleno de sarcasmo y colmado de paradoja que se opone a la “filosofía ideológica” de ambos: Milei sufragó en la primera universidad pública que concibió Juan Domingo Perón, y Victoria Villarruel en un jardín de infantes que era el hogar de una militante detenida desaparecida durante el gobierno de facto.

“Estamos frente al fin del modelo de la casta. Es ese modelo basado en esa atrocidad que dice que ‘donde hay una necesidad nace un derecho’, pero se olvidan que ese derecho alguien lo tiene que pagar”, comenzó su discurso el líder de la libertad Avanza durante el cierre de la jornada electoral de las PASO, en agosto de este año. “Cuya máxima expresión”, siguió Milei: “es esa aberración llamada la justicia social”.

El candidato de La Libertad Avanza, nunca imaginó que el lugar donde tenía que realizar su derecho a voto, sería, precisamente, un logro insignia de la justicia social: la actual Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

El 19 de agosto de 1948, mediante la Ley 13.229 del Congreso de la Nación, se crea la Universidad Obrera Nacional (hoy UTN). Su funcionamiento fue reglamentado por el presidente Perón el 7 de octubre de 1952, e inaugurada formalmente el 17 de marzo de 1953. El 16 de septiembre de 1955, un golpe de Estado liderado por las Fuerzas Armadas provocó la caída del gobierno de Juan Domingo Perón. En dos años, el gobierno de facto organizó las elecciones encabezadas por el radical Arturo Frondizi, el 1 de mayo de 1958, y en 1959 cambiaron el nombre de la Casa de altos Estudios: de Universidad Obrera a Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

Los objetivos de la ex UON estaban basados “en la formación integral de profesionales de origen obrero destinados a satisfacer las necesidades de la industria nacional; proveer la enseñanza técnica de un cuerpo docente integrado por elementos formados en la experiencia del taller íntimamente compenetrada de los problemas que afectan al trabajo industrial y dotados de una especial idoneidad; la organización, dirección y fomento de la industria, con especial consideración de los intereses nacionales”, subraya la información oficial.

Más fuerte aún fue el contrapunto que chocó de frente contra la candidata a la vicepresidencia de Milei. Victoria Villarruel, nieta, hija y sobrina de integrantes de las Fuerzas Armadas de Argentina, y abogada  defensora de genocidas y represores de la última dictadura cívico-militar, votó en el Jardín de Infantes 916, ubicado en Labarden entre Perú y Bolivia, en la localidad de Caseros, partido de Tres de Febrero. En ese edificio escolar vivió Alicia Amaya, una estudiante de 21 años desaparecida por la dictadura genocida.

El 3 de junio de 1978, un escuadrón militar encerró a la familia Amaya dentro de la propiedad donde hoy funciona el jardín y secuestró a Alicia, una joven estudiante que por entonces tenía 21 años recién cumplidos.

Afuera de la escuela, vecinas y vecinos del barrio que conocen la historia de ese edificio,  hicieron un mural para que Villarruel pueda observar apenas ingrese al lugar, con fotos de los más de 300 detenidos desaparecidos que hubo en Tres de Febrero.

Al encontrarse con cientos de familiares y amigos de detenidos desaparecidos en las inmediaciones del jardín de infantes, Victoria Villarruel manifestó a la prensa que “hacer pintadas de los 30.000 en un jardín de infantes es como ir a un cementerio y pintar al Oso Barney”, comparación que provocó un nuevo repudio por parte de las organizaciones sociales y de derechos humanos que se encontraban en el lugar.