Antes de volar hacia Santiago del Estero para participar del primer debate presidencial, Patricia Bullrich estuvo en Córdoba. El calendario de la provincia mediterránea todavía no terminó. Este domingo hay elecciones municipales en las localidades de Villa María y Belle Ville, dos termómetros del cuarto distrito electoral. La candidata aprovechó para hacer campaña en el territorio donde salió tercera detrás de Javier Mlei y de Juan Schiaretti. Dejó la provincia sin disipar la preocupación que hay en los socios locales de JxC ante la posibilidad de quedar afuera de un eventual balotaje. Con esa sombra a cuestas, la exministra de Seguridad buscará sacar ventaja en el debate de este domingo. Dentro de siete días afrontará el segundo en Buenos Aires. Para entonces faltarán dos semanas hasta el 22 de octubre, cuando posiblemente será revisado el pacto de convivencia que trata de ordenar la campaña de JxC.

Bullrich tendrá este domingo la primera de dos oportunidades para intentar revertir el tercer lugar que le deparan las encuestas. Antes de poner un pie en la capital norteña sabe que la espera una arena difcil. Así como sucede con la campaña, la centralidad del debate la tendrá la economía, una de sus mayores falencias en una contienda con los otros cuatro competidores, pero especialmente con Milei, economista de profesión y con Sergio Massa, ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria.

El primer eje temático del debate será “Economía” y “Educación” y el segundo “Derechos Humanos y convivencia democrática”. En el primero la candidata buscará exhibir consistencia en materia económica, insistirá en los 190 días de clase y se respaldará en la instalación del economista Carlos Melconian como su eventual ministro del área si gana las elecciones. La gran pregunta es si la vertiginosidad imprevisible le dejará margen para salir de la defensiva en la materia y prevalecer en temas de seguridad. Si se rige por el tono que mantuvo en Córdoba, Bullrich volverá a hacer antikirchnerismo y buscará hacerle guiños al electorado de la pampa húmeda, un terreno disputado con Milei donde la candidata espera hacer una diferencia para reducir el temido tercer plano.

«Uno de los problemas que puede afrontar es el riesgo del ridículo, algo que ya le ha pasado en otros momentos a partir de sus propias intervenciones», como cuando dijo que iba a entrar con una cámara de televisión a las bóvedas del Banco Central para mostrar las reservas. Algo parecido le sucedió cuando anunció la creación de un área humana, que tampoco pudo explicar y expuso su costado más débil. Era para anunciar la inclusión del filósofo Santiago Kovadloff en su equipo, pero la confusión de su explicación pudo más y desdibujó esa parte de la estrategia.

Cuando se transita el tercer lugar en la campaña todos los errores valen doble. Los sondeos la siguen poniendo en el mismo lugar, pero con una novedad. En JxC confirman el estancamiento de Milei y se esperanzan en una leve recuperación de dos a tres puntos. Desde las PASO y la inesperada victoria de Milei, las especulaciones y los miedos se cocinan al calor de los trackeos diarios. Así se exponen los temores de una eventual derrota que saque a JxC de la competencia.

En Córdoba Bullrich pudo advertir que en el schiarettismo no hablan de una reconfiguración de todo el sistema político si gana Milei, como vaticinó su aliado Emilio Monzó. En vez de ese panegírico, sólo auguran una «implosión» de JxC con fragmentos sueltos que podrían ser incorporados a Hacemos por Córdoba, como sucedió con el viceintendente electo de Córdoba, Javier Pretto, que fue presidente del PRO hasta el año pasado.

También ponen una ficha en la influencia de la radical Miryam Prunotto, vice del gobernador electo Martín Llaryora, el dirigente que más convencido está de la inminente «implosión» de JxC. Es toda una demostración del cambio que vive el cordobesismo con la salida del poder provincial de Schiaretti. Es posible que el gringo jamás se habría animado a tanto, más allá del anticipado acercamiento con Horacio Rodríguez Larreta que no prosperó.

La foto cordobesa es sólo una muestra de las dificultades que surgen en otras filiales que tiene JxC a lo largo del país. La sorpresa de las PASO fragilizó las alianzas dentro de JxC y aumentó las diferencias de dos socios con el expresidente Mauricio Macri. El magnate acusó al sector del radicalismo que le dio quórum al oficialismo en Diputados para aprobar la creación de cinco universidades y pateó un avispero que Bullrich no quiere llevarse por delante en este momento. Dijo que se habían «contagiado de populismo» y apuntó a Evolución Radical, el espacio que lidera el senador Martín Lousteau. Los aludidos no tardaron en contestar y el titular del partido Gerardo Morales volvió a decir lo que piensa sobre Macri. El expresidente también está molesto porque el jujeño estuvo en un acto con Massa y se prestó para que el tigrense hablara de un eventual gobierno de «unidad nacional» con dos mandatarios radicales detrás. «En la primera semana, con tanta alabanza a Milei le ha hecho mucho daño a JxC», lanzó el gobernador jujeño para desnudar la desconfianza que le tiene al expresidente. En la UCR y en la Coalición Cívica creen que es cuestión de tiempo para que vuelva hacerlo. Ni las victorias de Maximiliano Pullaro, en Santa Fe, Leandro Zdero, en Chaco y Alfredo Cornejo, en Mendoza, alcanzaron para contener las tensiones con el expesidente.

La fecha límite de esa convivencia es el 22 de octubre. Sobre esa día trabaja Bullrich. «Le he pedido a todos. Le pedí a Morales que aclare que (lo de Massa) era un acto institucional y le dije a Macri que no era momento para salir con críticas. No meter ruido en medio de esta campaña. Lo de Milei había quedado bastante claro. Le dije que no era momento para discutir este tema», contó Bullrich en la entrevista que le concedió a la CNN.

Macri no cree en las explicaciones de Morales y está convencido de su cercanía con Massa. Los radicales desprecian esa versión y se la adjudican al magnate como una forma de justificar lo que haría si Bullrich no repunta y se cristaliza una segunda vuelta entre Milei y Massa. Son los contornos de un frágil pacto de no agresión y convivencia que durará 20 días hasta que las urnas definan el futuro de JxC.