Raffaela Schiavon se formó en Italia como ginecóloga, pero desde 1984 vive en la Ciudad de México. Allí ejerció la medicina y llegó a ser jefa del Servicio de Salud Reproductiva para Niñas y Adolescentes del Hospital General de México. Como médica y especialista en salud sexual y reproductiva, conoció de primera mano las consecuencias reales de la penalización del aborto y fue una de las principales activistas a favor de su legalización, que se aprobó en la capital mexicana en 2007. 

A partir de allí, fue testigo y parte de la transformación del sistema de salud público como directora general adjunta de Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud Federal y luego se desempeñó como directora de Ipas México, una prestigiosa organización internacional dedicada a eliminar las muertes y discapacidades atribuibles al aborto inseguro.

Llegó a Buenos Aires junto con otros especialistas mundiales para participar en las reuniones informativas que se realizaron en el marco del debate parlamentario que se desarrolla en el Congreso de la Nación. Además, expusieron en la jornada «Evidencias y argumentos de salud pública para la legalización del aborto en Argentina», organizada por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y la Red de Acceso al Aborto Seguro Argentina (Redaas).

En diálogo con Tiempo Argentino, Schiavon aseguró que las legislaciones restrictivas no son efectivas para bajar la cantidad de abortos y que el aborto en condiciones adecuadas es el procedimiento médico más seguro para las mujeres.

–Quienes se oponen a la despenalización del aborto argumentan que la práctica aumentaría hasta el infinito y que la mortalidad no se reduciría. ¿Por qué estas premisas no son reales?  

–Existen datos internacionales muy recientes, de 2017 y 2018, que demuestran que la tasa de incidencia del aborto no tiene nada que ver con su estatus legal y que la criminalización no provoca la disminución de la cantidad de abortos. De hecho, en el mundo se practica un promedio de 35 abortos cada 1000 mujeres, pero en los países desarrollados la relación es de 27 cada 1000 y en Latinoamérica la cifra asciende a 44, siendo que es una de las regiones con la mayor cantidad de países que criminalizan y donde están tres de los cinco países del mundo que lo prohíben en cualquier circunstancia. Lo único que hace la criminalización es convertirlo en una práctica insegura, hay una relación inversa entre legalidad y seguridad. La propia Organización Mundial de la Salud clasifica al aborto como seguro, menos seguro o inseguro, refiriéndose con esta última categoría al aborto ilegal y como más seguro a la utilización de las tecnologías apropiadas y los medicamentos abortivos. Es decir, lo único que promueve la ilegalidad es el acceso a prestadores que no están capacitados y a servicios de salud inseguros. 

–Los detractores de la legalización suelen argumentar que el número de abortos ha aumentado en los años posteriores a su legalización y utilizan estadísticas de España… 

–En realidad, esta es una tendencia general que se da apenas se produce la legalización, porque lo que aumenta no es la cantidad de abortos, sino la cantidad de prácticas registradas, es decir, como en cualquier caso de legalización, lo que aumenta es su visibilidad. Asimismo, está probado que, a los pocos años, las cifras de abortos registrados descienden y lo que se modifica inmediatamente después de la legalización es la letalidad.  

–En la Ciudad de México el aborto es legal desde hace 11 años y hasta los tres meses de gestación. ¿Cómo ha repercutido incorporarlo a la práctica de salud pública? 

–En los últimos años, en la Ciudad de México ha desaparecido la letalidad en abortos, se han practicado más de 195 mil intervenciones y no hubo ninguna muerte. Actualmente, en el marco del Programa de Interrupción del Embarazo (ILE), no se utiliza más el raspaje como método abortivo; el 76% de las prácticas se realiza a través de drogas y el 24% por aspiración manual intrauterina o aspiración eléctrica. En este sentido, gracias al acceso a medicamentos, ha disminuido la letalidad en abortos incluso en las regiones de México donde no hubo una modificación significativa de la legislación, aunque en menor medida y con un ritmo más lento. Es importante aclarar que la ley por sí misma no es la que produce la modificación sino que es necesario cambiar todo el contexto del sistema de salud, capacitar a los prestadores para garantizar servicios seguros y de calidad y crear un sistema de información para que las mujeres que quieran abortar sepan dónde ir y qué hacer y prever el acompañamiento.

–En la Argentina continúa el debate para lograr la aprobación de la ley que propone la despenalización. ¿Qué mensaje daría para el colectivo feminista que milita esta causa ? 

–Les diría que la lucha no es únicamente por la aprobación en el Congreso, hay una lucha paralela que ya está en marcha y debe continuar. Es fundamental trabajar con los médicos, brindarles la información suficiente para que no estigmaticen a la práctica del aborto. Los medios de comunicación también son clave en tanto que deben transmitir que la criminalización significa una desigualdad para aquellas mujeres de menor estatus económico y también proclamar el mensaje más importante: el aborto es el procedimiento médico más seguro para las mujeres; de hecho, tomando en cuenta su letalidad, es diez veces más seguro que el parto. «

*Esta nota se realizó en el marco del acuerdo para la realización de prácticas profesionales de la UNDAV