Apenas horas antes de anunciar la integración del mega-gabinete con el que apuesta a surfear el inicio de su mandato, Alberto Fernández decidió dar otra decisiva señal política sobre la nueva etapa que se abrirá el martes cuando Mauricio Macri le traspase el mando.

La primera reunión del mandatario electo con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, resultó una foto especialmente buscada apenas cuatro días antes del final del ciclo macrista y la llegada del frente peronista-kirchnerista a la Casa Rosada.

Aunque en la sede porteña de Parque Patricios esperaban la convocatoria  para después del 10 de diciembre, el armado de la reunión se aceleró tras el mensaje por cadena nacional que Macri utilizó el jueves para realizar una firme defensa de su gestión. Y, finalmente, se concretó un día después.

Los puentes, de algún modo, ya estaban tendidos. Rodríguez Larreta y su vice y ministro de Seguridad, Diego Santilli, mantienen una vieja y aceitada relación con varios de los hombres del peronismo porteño que hoy rodean a Fernández en su construcción de poder.

Los dirigentes que acompañaron al mandatario electo en la recepción del séptimo piso de Encarnación Ezcurra 365 –los históricos Juan Manuel Olmos y Julio Vitobello (nombrado secretario general de la Presidencia) y el titular del bloque del Frente de Todos en la Legislatura porteña, Claudio Ferreño– son parte fundacional de ese universo.

Señales

Aunque nunca habían tenido contacto formal, Rodríguez Larreta percibió señales positivas del sucesor de su jefe político tras la victoria del Frente de Todos (FdT) en las elecciones Primarias del 11 de agosto. «Cada vez que se refirió a él después de las PASO, lo hizo en forma positiva», señalan en el equipo del alcalde.

La advertencia de Fernández sobre revisar las partidas por fondos coparticipables que recibe la Ciudad no alcanzaron para agrietar ese clima: el jefe de Gobierno de la Ciudad acepta que la nueva etapa será de menos obras y más mantenimiento.

«La apuesta es dialogar y buscar los puntos en común para el trabajo que involucra a la Ciudad, la Nación y la provincia de Buenos Aires», afirman en las amplias oficinas de Parque Patricios para sintetizar la fórmula política del tiempo por venir.

En el entorno del alcalde señalan el vínculo entre Rodríguez Larreta y el electo gobernador bonaerense, Axel Kicillof, como un antecedente decisivo.

Se trata de dos viejos conocidos de cuando Kicillof lideraba el Ministerio de Economía y Rodríguez Larreta fungía como la mano derecha de Macri en la Ciudad. Esa historia tradujo su reciente encuentro de mediados de noviembre en una cumbre formal de trabajo: antes de reunirse ambos intercambiaron vía mail una minuta de temas y prioridades.

El alcalde porteño apuesta a reeditar ese mecanismo en la construcción de su conversación con el poder central.

Las prioridades que el jefe de Gobierno fijó para su segundo mandato lo obligarán a fortalecer los canales de diálogo y contacto. Las obras para eliminar las barreras del Ferrocarril Sarmiento que vincula la zona oeste del Conurbano con la Capital Federal están al tope de ese listado.

«Es una obra que beneficia a los vecinos de la Ciudad, pero también a los usuarios del Sarmiento. Para avanzar es necesario un acuerdo operativo con Nación”, explican en los equipos técnicos del distrito metropolitano. Esa coordinación, amplían, también será necesaria para el traslado de la cárcel de Devoto, bajo jurisdicción federal.

El futuro llegó

El «buen clima» con que definieron en la Ciudad y el FdT el encuentro del viernes en Puerto Madero es, en rigor, el resultado de una ponderación positiva de la figura de Rodríguez Larreta. Para los diferentes campamentos de la nueva coalición gobernante, el alcalde encarna una oposición de diálogo y apertura diferente al sesgo confrontativo que perfiló el vínculo con el presidente saliente.

Tiempista nato, el alcalde suele graficar el proceso político que abre la salida de Macri del poder como una maratón por etapas y evita colgarse el cartel de líder futuro de Juntos por el Cambio, la fuerza política que enfrenta el desafío de sobrevivir en el llano.

«La prioridad inmediata es mantener la unidad, con todos. Hoy, el liderazgo de nuestro 40 por ciento de los votos es de Mauricio», explicó ante sus íntimos horas antes de la movilización del #7D, la despedida militante del presidente en la Plaza de Mayo. 

El primer punto de inflexión serán las legislativas de 2021. En la Ciudad imaginan una activa participación del alcalde en el armado opositor y señalan a María Eugenia Vidal como una pieza clave en el estratégico territorio bonaerense. 

Tras dejar el mando del primer distrito del país en manos de Kicillof, la mandataria volverá al llano. El viejo y sólido vínculo que mantiene con Rodríguez Larreta –fueron el tándem que mantuvo un diagnóstico crítico sobre el fallido armado electoral del oficialismo– la ubica en el armado futuro de la Provincia. «

REJAS

En respuesta a un pedido de Alberto Fernández, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, confirmó en la reunión del viernes que la Ciudad sacará las rejas que dividen la Plaza de Mayo antes de la ceremonia de asunción del 10 de diciembre.