Faltan siete días para una elección clave, cuyos resultados tendrán un inexorable impacto político y simbólico en todo el proceso electoral de este año. Son las PASO santafesinas. Esa provincia representa el 8,36% de los votantes a nivel nacional, es decir, ocho veces más que Río Negro y Neuquén; más del doble que Entre Ríos, por mencionar alguno de los distritos en los que ya hubo competencia. 

En Santa Fe, el macrismo ha tenido en las últimas elecciones un bastión importante, aunque no haya ganado. En la competencia  de 2015 por acceder a la Casa Gris, el comediante Miguel del Sel perdió por muy pocos votos frente al actual mandatario, el socialista Miguel Lifschitz. En tercer lugar, muy cerca, quedó el peronista Omar Perotti, que va por la revancha este año, aunque primero tiene que derrotar en la interna a María Eugenia Bielsa. 

La situación para el gobierno nacional es muy compleja. En primer lugar hay un elemento político: la «bota» es la provincia en la que el radicalismo está fracturado desde que la UCR nacional celebró el acuerdo con Mauricio Macri, en marzo de 2015. Un sector muy amplio del partido centenario decidió quedarse en el Frente Progresista, la alianza que reúne a  socialistas, radicales y otras fuerzas, y que desde el 2007 gobierna el terruño. 

La mayoría de los sondeos muestran que José Corral, intendente radical de Santa Fe capital y candidato a gobernador de Cambiemos para la gobernación, se ubica en tercero. No hay unanimidad en las encuestas sobre qué tan lejos está de los dirigentes que lideran, que son el exgobernador Antonio Bonfatti, la figura con mayor  respaldo popular del Frente Progresista (FP), y la interna del PJ entre Bielsa y Perotti, que sumados quedan en un empate técnico con el socialista. En lo que sí hay bastante coincidencia es en que Cambiemos no quedará primero ni segundo. Quizás el gobierno vuelva a conformarse con que pierda el peronismo, a pesar de que el FP también se ubica en la oposición a nivel nacional y apuesta a la candidatura de Roberto Lavagna.

Respecto del resultado de la elección, la apuesta del FP es que se repita la ecuación de varias provinciales, es decir, que si el peronismo gana las primarias con la suma de los votos de sus precandidatos luego no pueda retener ese caudal y su respaldo y baje en la elección general. Eso es lo que ocurrió en 2011 y 2015.  Del lado del PJ el desafío es el contrario: mantener cohesionado a su heterogéneo electorado después de las PASO. «