La Supercopa Argentina que River le ganó agónicamente a Estudiantes, ya en tiempo de descuento, dejará en el recuerdo varias escenas, por ejemplo el golazo de Rodrigo Aliendro para el 2-1 decisivo, ya en tiempo de descuento. En el futuro se sabrá si el nuevo título le significa a Martín Demichelis un respaldo que el juego del equipo que dirige todavía no le otorga, pero lo que está claro es que la imagen del miércoles por la noche en Córdoba fue el saludo entre Enzo Pérez y el técnico de River en los minutos previos a la final.

Fue un apretón de manos protocolar, frío, en el que Demichelis simuló haberse sorprendido por la presencia de Enzo cuando llegó al banco de suplentes para visitar a sus ex compañeros. El ídolo, que dejó River a fines de diciembre y firmó para Estudiantes, dejó el club de Núñez enojado con el técnico por su manejo interno del vestuario.

Tras la eliminación de River en la Copa Libertadores 2023 contra Inter de Porto Alegre, Demichelis le dio a un grupo de periodistas su opinión sin filtro de algunos referentes del plantel, que incluyó alguna crítica al propio Enzo. La situación se tensó fuertemente. «Acá no nos manejamos así», le dijo Enzo. El técnico aceptó su error y pidió disculpas por haber hablado un asunto interno fuera del grupo, pero la relación no volvió a ser la misma.

Demichelis y una relación rota

Muy posiblemente Enzo también se hubiera ido de River a fines de diciembre, a sus 37 años, cuando se le vencía su contrato, pero su silencio en la despedida dejó en claro que la relación con Demichelis estaba rota. La indiferencia de ayer lo volvió a mostrar: mientras el ídolo se abrazó con sus ex compañeros y otros integrantes del cuerpo técnico, el saludo con el técnico fue indisimulablemente de dos personas que no se quieren.

El no saludo entre Maradona y Ramón

La imagen hizo recordar de inmediato a un River-Boca de 1997 en el que Diego Maradona fue a saludar al técnico de River, Ramón Díaz, con quien siempre tuvo una relación en cortocircuito. Viejos compañeros en el seleccionado juvenil que ganó el Mundial 1979, y en la Argentina que jugó el Mundial de España 1982, el tiempo los separó.

Incluso Carlos Bilardo habría marginado al riojano del Mundial de Italia 1990, cuando la rompía en el Mónaco de Francia, para no perjudicar la convivencia interna de la selección. El tema fue casi una cuestión de Estado: el presidente Carlos Menem pidió a Ramón Díaz para el Mundial y Bilardo debió acercarse a la Quinta de Olivos para explicarle que la relación con Maradona era mala.

Ya como técnico de River, Maradona fue duro con el riojano: «Aunque el mono se vista con frac, sigue siendo mono», dijo Diego tras los primeros títulos de Ramón en el banco de suplentes. Curiosamente, los hijos de Ramón, entre ellos Emiliano -actual ayudante de su padre- siempre se llevaron muy bien con Diego. Pero cuando Maradona, en su último partido como futbolista, fue a saludar a Ramón Díaz al banco de suplentes, el riojano le extendió la mano casi sin mirarlo, y no más que eso. No hubo abrazo.

Hubo polémica en aquellos días sobre si Ramón debió haber abrazado a Diego pero también se hizo la interpretación inversa: lo cortés del riojano no quitó lo valiente.

Ni Demichelis ni Enzo Pérez tampoco tenían por qué abrazarse ayer. Viejos compañeros de la selección argentina, tal vez algún arreglen sus cuentas pendientes. O no. Minetras tanto, su imagen de ayer quedará en el recuerdo, incluso tanto o más que el golazo de Rodrigo Aliendro y el nuevo título de River.