Tropas del ejército israelí prosiguieron los bombardeos sobre la franja de Gaza y ya se computaban más de 110 muertos al cabo de una balacera sobre una multitud de seres humanos hambrientos que rodeaban un convoy con ayuda humanitaria -mayoritariamente harina- en la rotonda de al-Nabulsi, en el noroeste de ese territorio.

El caso generó más rispideces en la comunidad internacional contra el gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu, que está encaminado a concretar el exterminio o la expulsión total de la población palestina, en contra de las voces cada vez más unánimes que reclaman por la formación de dos estados tal como la ONU pide en la Resolución 181 de 1947 y que los sucesivos gobiernos israelíes boicotean desde entonces.

Un equipo de la organización dijo haber corroborado este sábado que se registra «un gran número» de heridos de bala en el hospital Al Shifa, de Gaza, y detalla que según sus datos 2,2 millones de personas de las 2,4 millones que pueblan esa región están amenazados por una hambruna. La cifra de víctimas fatales de la ofensiva israelí tras el ataque de Hamas del 7 de octubre pasado ronda los 30.000. Aquel día, según reportes de Tel Aviv, murieron en total 1140 entre israelíes y extranjeros y fueron tomados unos 240 rehenes, de los cuales fueron liberados unos 60 por el grupo que gobierna en Gaza desde 2007, entre ellos dos argentinos hace dos semanas.

Como una manera de despegarse de la «rebeldía» de Netanyahu a la voluntad del gobierno de Joe Biden de aceptar un alto el fuego y permitir la entrega de ayuda, anunció el lanzamiento de alimentos y medicamentos desde aviones. Es que las tropas israelíes controlan los accesos y el último incidente, en la rotonda de al-Nabulsi, muestra que no dudan disparar contra los camiones de provisiones. Las autoridades gazatíes señalaron que ese día balearon a un gran número de personas que estaban esperando los paquetes de harina, y que así fueron asesinados un centenar y quedaron unos 300 heridos. El gobierno israelí primero adujo desconocer el hecho y luego un vocero del ejército afirmó que hubo forcejeos entre los refugiados y que las tropas abrieron fuego porque temieron por sus propias vidas. La oficina del primer ministro agregó que muchos de los fallecidos fueron aplastados por los camiones al verse «desbordados por gente que intentaba saquear» la carga.

Un cable de AFP consigna que el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, calificó la situación en Gaza de «desesperada». Estados Unidos y la Unión Europea, tradicionales aliados de Israel, pidieron una investigación independiente de la matanza. Arabia Saudita, por su parte, condenó «los ataques de las fuerzas de ocupación contra civiles indefensos» mientras que la Liga Árabe tildó a ese incidente como «un acto bárbaro y brutal que desprecia totalmente la vida humana».

En similares términos se pronunció el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres. «Los civiles desesperados en Gaza precisan ayuda urgente, incluidos los que están bajo asedio en el norte, donde la ONU no ha podido proporcionar ayuda desde hace más de una semana», dijo su portavoz en un comunicado. Desde la Cumbre de la CELAC (ver aparte) también hubo pronunciamientos condenatorios de Lula da Silva y Gustavo Petro,

Biden, a su turno, pidió respuestas a Netanyhahu y declaró que espera un alto el fuego para el  Ramadan, el mes sagrado para los musulmanes, que comienza el 9 de marzo. Desde su entorno deslizan que la secretaría de Estado estuvo trabajando para eso, pero temen que este ataque impida algún acuerdo en ese sentido. Pero al mismo tiempo la Casa Blanca bloqueó una declaración del Consejo de Seguridad condenando el hecho y se opuso al llamado de Argelia para una sesión de urgencia de ese organismo. De todas maneras, Washington se las arregla para aparecer, junto con Qatar y Egipto, negociando una tregua de seis semanas, la liberación de los rehenes aún en manos de Hamas y el ingreso de la ayuda necesaria para que los habitantes de Gaza no terminen muriendo de hambre.