Las condiciones extremas de calor y sequedad en el Desierto de Sonora, en el límite entre Estados Unidos y México, hacen pensar que es inviable la producción de alimentos. Sin embargo, “allí viven más de 500 especies de plantas y 60 de animales que se pueden comer”, señala Twila Cassadore, integrante de la tribu Apache, educadora alimentaria e integrante del colectivo “Experiencia culinaria de los pueblos originarios de Arizona”.

Esta iniciativa se propone rescatar y preservar las prácticas gastronómicas, culturales y las relaciones con la tierra y los recursos naturales de los pueblos Apaches, Pápagos, Yavapai y Seri, que habitaron el desierto por miles de años.

Sobrevivir al desierto

Lejos de intensificar el riego y los productos químicos para el cultivo de alimentos convencionales –muchos de ellos traídos de Europa o de otras zonas del mundo por los conquistadores–, el programa que lidera Twila se propone revalorizar los saberes ancestrales para la recolección y preparación de alimentos tradicionales. Y al mismo tiempo restaurar los sistemas alimentarios indígenas, las estrategias de resiliencia climática, la descolonización de las prácticas alimentarias y el conocimiento ecológico indígena.

“El desierto nos alimenta, nos cura y nos enseña”, afirma Jeffrey Lazos Ferns, integrante de la tribu Apache, naturalista y educador ambiental. Y destaca que muchas de las plantas que crecen en zonas áridas tienen propiedades curativas y medicinales que bien conocían sus ancestros.

“Buscamos rescatar y documentar todos estos conocimientos, tradiciones culinarias y recetas que nos venían de nuestras madres y abuelas, y hoy estamos perdiendo junto con la lengua, las canciones y las ceremonias ancestrales”, dice Twila.

El rescate de las tradiciones culinarias se ha convertido en un atractivo para viajeros y visitantes de todo el mundo. Por eso, desde la Asociación de Turismo Indígena de Arizona (AAITA), se promueven experiencias gastronómicas que incluyen degustaciones de platos típicos como la sopa de cactus saguaro cocinada bajo la tierra y paseos por el desierto para el reconocimiento de animales y plantas medicinales y comestibles.

La granja de Ramona

En un predio de 500 hectáreas dentro de la Reserva Indígena del Río Gila, a 70 kilómetros de Phoenix, la capital de Arizona, Ramona Button y su esposo Terry crearon hace 50 años Ramona’s Farm (La granja de Ramona), un emprendimiento de cultivo y producción de alimentos originarios en el desierto.

Maíz blanco, amarillo y morado; calabazas, y frijoles negros, rojos y los famosos “Black Eyed Peas” (guisantes de ojo negro), son algunos de los cereales, legumbres y hortalizas que esta pareja de emprendedores cultivan y fraccionan para vender en supermercados y tiendas de alimentos gourmet en Estados Unidos y otros países.

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Semillas de frijol tepari.

El padre de Ramona era un agricultor del pueblo o’dham (gente del desierto, en su lengua originaria), y su madre era herbolaria y curandera tradicional. De ellos Ramona aprendió el valor de los alimentos tradicionales para la salud y el bienestar de su pueblo.

Comenzaron en la década del 70, sembrando cebada y alfalfa. Años después, tras expandirse arrendando tierras a familiares y otros miembros de la comunidad, sumaron algodón, maíz y trigo.

En los años 80, ancianos de la comunidad les pidieron que cultivaran el frijol tepari (bafv), que casi se había extinguido por falta de agua, lo que llevó a la quiebra a muchos agricultores locales de subsistencia. “Encontramos algunas semillas de frijol tepari blanco y marrón en frascos de vidrio que había dejado mi padre y decidimos probar con esas pocas semillas. Una vez que perfeccionamos nuestras técnicas, convertimos nuestro proyecto de frijol en una empresa y ahora comercializamos nuestros alimentos en tiendas de todo el país y en el exterior”, cuenta Ramona.

“Descubrimos que nuestra misión es recuperar los cultivos tradicionales del desierto, produciendo alimentos sanos y cuidando el planeta”, asegura Ramona.

* La autora de la nota participó de la Conferencia Internacional de la Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ) en Arizona, Estados Unidos.