La atención gira alrededor de Edinson Cavani y Claudio Echeverry pero los superclásicos también sorprenden con algún héroe impensando. En una lista de autores de goles decisivos fuera de lo previsto, la de Boca debería mencionar a Hugo Romeo Guerra en el último minuto del 3-2 de 1996 (delantero, sí, pero de paso fugaz por el rocambolesco equipo de Carlos Bilardo), Gary Medel por partida doble en el 2-0 de 2010 (jugador de jerarquía internacional pero con poco gol, al menos en Boca) y Rubén Suñé en el 1-0 de la final del Nacional 1976 (cacique histórico pero con otro objetivo, raspar y mandar en mitad de cancha).

La de River, a su vez, debería empezar por el caso más reciente, el de Salomón Rondón, el venezolano al que nadie extraña demasiado en Núñez pero que abrió el resultado en la Bombonera en 2023, un clásico cerrado además por otro goleador inesperado: Enzo Díaz, un lateral izquierdo que marcaría su primer gol en River en el 2-0 final.

Foto: Luis Robayo / AFP

Fue entonces que alguien recordó que River puede presumir de una historia extraña en los superclásicos: cómo los marcadores de punta por la izquierda, un puesto marginal o nulo en función ofensivo, periódicamente convierten goles para triunfos contra Boca, un rol que se supone reservado para los delanteros.

Héroes por un día

La lista que termina en Enzo Díaz empezó con Jorge Alberto García en un 3-2 en la Bombonera en 1981. En un partido en el que jugaron Diego Maradona y campeones mundiales como Mario Kempes, Daniel Passarella y Norberto Alonso, el gol más recordado fue el del lateral que acababa de llegar en silencio desde Rosario Central para reemplazar al «Gorrión» Héctor López: el lateral izquierdo improvisó un zigzag en ofensiva, eludió a cuatro rivales, pasó al arquero Hugo Gatti y definió al arco vacío.

Luego, en 1985, llegaría el derechazo desde afuera del área de Alejandro Montenegro para el 1-0 en el Monumental, un partido también recordado por la expulsión de Roberto Passucci tras una patada a Oscar Ruggeri. No fue el único gol del lateral –hizo cuatro en 100 partidos en River–, pero sí uno que entró en la historia por su contexto y su valor.

Ya en 2002, Ricardo Rojas marcó el 3-0 final: el misionero nacionalizado paraguayo arrancó en su sector, ensayó una pared con Ariel Ortega y definió con una vaselina por encima de Roberto Abbondanzieri. Rojas podría ser señadado un one man hit: en 104 partidos, su único festejo sería ése de la Bombonera.

En 2014, además, Ramiro Funes Mori –que jugó de lateral izquierdo en reemplazo de Lionel Vangioni, suspendido– cabeceó al gol para el 2-1 final, también en la Bombonera, la jugada luego recordada como «no fue corner».

El caso de Enzo Hernán Díaz (su padre, hincha de River, eligió esos nombres por Francescoli y por Hernán Díaz, lateral derecho de River en la década del ’90) es el último ejemplo de una curiosidad, aunque en este caso doble. De joven, y ya hincha de River, Enzo se formó con una camiseta similar a la de Boca, la del Club Atlético Smith, un pequeño club del oeste bonaerense, cercano a Las Toscas, el pueblo natal del futbolista. En todo el país está lleno de clubes que se inspiraron en Boca y River para confeccionar su indumentaria. También hay decenas de River y Boca locales desperdigados por el país. Enzo Díaz une esa tradición con un hábito sorprendente: los héroes inesperados del superclásico.