Es dirigente del sindicato del Seguro donde, asegura, pudo sostener el poder adquisitivo del salario. Cree que la reforma laboral debe realizarse por actividad y que puede ser en beneficio de los ambas partes. A la vez, reclama al peronismo dejar de lado los «egocentrismos» y una mayor apertura para enfrentar un modelo de pérdida de derechos. Su nombre resuena para la próxima conducción de la CGT.
–¿Qué desafíos plantea el nuevo escenario a partir de la inflación de marzo y la devaluación?
–En el seguro tenemos un método que llamamos «paritaria permanente», que permitió recuperar el impacto inflacionario desde diciembre de 2023. Ahora firmamos una paritaria en dos tramos de 8% hasta abril. Nos basamos en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM, que publica todos los meses el Banco Central) que fue diferente a lo que informaron para marzo. Para abril se espera un 5% y eso va a implicar que tengamos que sentarnos a rediscutir. Todos los gremios están en la misma. Los empleados públicos con un retraso mayor. La bajada de línea del gobierno es que tiene que estar por debajo del 2% y tenemos grandes problemas en las homologaciones. Es un punto clave del plan de lucha que está en curso.
–¿Cuáles son los reclamos cuya resolución permitiría desactivar el plan de lucha?
–La urgencia es la pérdida de poder adquisitivo y de puestos de trabajo. En 2024 hubo 200 mil cápitas menos de riesgos de trabajo. Son trabajadores que fueron a parar a la desocupación o a la informalidad. Con el congelamiento de los haberes previsionales son las tres cosas más urgentes. Luego, tenemos problemáticas estructurales como la prestación en la obras sociales.
–¿Se refiere a los fondos que adeuda el Estado o a la desregulación en favor de las prepagas?
–La desfinanciación viene por varios lados. El descreme permite a las prepagas seguir ahí en modo mucho más efectivo. La caída de trabajadores formales afecta la recaudación. El aumento de precios en la salud ha sido mucho mayor que la inflación.
–¿Están dispuestos a discutir una racionalización del sistema de obras sociales y terminar con la triangulación?
–No sólo estamos dispuestos sino que exigimos la discusión para que el sistema de salud solidario sea una de las patas más importantes. Para el gobierno implica la atención de más de 12 millones de ciudadanos. El problema es que suelen confundirse y, a veces, ponen a los dirigentes y a la estructura gremial como adversarios políticos. La mirada de que hay que desfinanciar las estructuras gremiales para domesticar a los dirigentes termina atentando contra la gente que también son votantes de este gobierno. Queremos generar soluciones en base a la experiencia que ya tenemos. En el tema salud, en el previsional y en la actualización y modernización de los convenios colectivos de trabajo. No somos adversarios políticos. No vemos que en el discurso del gobierno las palabras inversión, producción, desarrollo y trabajo sean las prioridades. En esta suerte de éxtasis financiero que anda dando vueltas, los laburantes somos espectadores.
–¿La CGT rechaza el acuerdo con el FMI?
–Gerardo Martínez estuvo en una reunión con las autoridades del Fondo hace unos meses y rechazó cualquier acuerdo que significara ajustes. Del staff report surge que van por un mayor ajuste que para nosotros debe ser rechazado.
–¿Qué preocupa más: el proyecto de reforma laboral de la diputada Romina Diez o el de democratización sindical de Martín Tetaz?
–El concepto que tienen algunos sobre la reforma laboral parte de que somos adversarios políticos. La reforma laboral, así como está planteada, atravesando todas las actividades con una sola ley, no funciona ni va a funcionar nunca. La actividad del seguro no es lo mismo que la de los portuarios. La verdadera actualización laboral se hace actividad por actividad, en una mesa donde se junten la inversión, que son los empleadores, con la fuerza de trabajo. Así se pueden modificar convenios como se viene haciendo en muchos casos. En mi gremio incorporamos el home office sin que se cayera un solo derecho y fue en beneficio para ambas partes. Los proyectos que vayan en camino a debilitar el sindicalismo van contra los derechos de los laburantes. Con el proyecto de democracia sindical pretenden un debilitamiento.
–¿Hay diálogo con el gobierno o está definitivamente roto? ¿Qué pasó después del paro?
–No tenemos ni un llamado ni una convocatoria a una mesa de diálogo en la que podamos charlar las problemáticas que tenemos. Lo pedimos desde el minuto cero. Con este gobierno, con el de Alberto, con el de Macri y con el de Cristina.
–¿El paro fue exitoso?
–Se hizo para que la demanda del movimiento obrero fuera puesta en agenda durante todo un día. El gobierno tuvo que ocuparse y los medios estuvieron abocados a eso. Los paros no son para solucionar, sino para poner en evidencia que las cosas no fueron solucionadas.
–¿Pasó demasiado tiempo entre el segundo y el tercer paro? ¿Se le dio demasiado aire al gobierno que avanzó con la Ley Bases, despidos y la no homologación de las paritarias?
–Medir la oportunidad de un paro es difícil. Ahora nos reclaman que el paro ha sido muy despegado del segundo. Pero hubo muchos que dijeron, «a un mes y medio de asumido no pueden hacer un paro un gobierno». La CGT es un nervio que va tomando dimensión de lo que va pasando y va llevando adelante las medidas de fuerza. No podemos estar en paro permanente. Algunos creen que la resolución política la tiene que dar la CGT. Representamos los intereses de los laburantes y ponemos adelante los reclamos. La resolución política de enfrentar a Milei hay que hacerla en el momento de las elecciones y es una tarea de la clase política, que tiene que armar un esquema creíble para toda la sociedad capaz de enfrentar un modelo que viene contra los laburantes.
–¿Ahora que acaban de hacer un paro, considera apresurada la salida de Pablo Moyano?
–Cuando alguien le da la posibilidad de ejercer una responsabilidad, hay que seguirla hasta el final porque lo que uno representa no son las verdades de sí mismo sino un conjunto de miradas. En la CGT, usted no representa lo que piensa y nada más, sino a un mosaico de matices que dicen qué hay que hacer, cuándo y cómo hacerlo. La mirada más inteligente es tratar de hacerlo en el momento adecuado. Héctor Daer es un gran artífice de mantener la unidad durante mucho tiempo con una gran cantidad de miradas y matices para una central que, sí o sí, necesita estar unida.
–El gobierno ha podido avanzar en su agenda siendo una minoría. ¿Qué responsabilidad le cabe a la oposición en general y al peronismo en particular?
–Tendrán que darse vuelta y explicarles a sus votantes por qué sostuvieron un proyecto que la gente les había dicho que no quería que acompañaran. La política es la manera de que alguien pueda tener un mejor modo de vida. Pero hoy cada vez tiene más cuestionamientos. Ese discurso concluyó con un presidente que, digamos, descree y putea contra la política. Esta sociedad dice más en lo que calla que en lo que grita. Hay que aprender a escuchar esos silencios. Durante mucho tiempo estuvo en silencio y, de repente, puso de presidente a Milei. El peronismo, de cuya ideología soy afín, tiene que entender que con el peronismo sólo no va. Hay una suerte de pan nacionalismo popular que incorpora, digamos, una mirada del peronismo, del radicalismo alfonsinista, del socialismo y de los partidos provinciales. Hay que definir cuatro o cinco puntos que nos unan y puedan enfrentar un modelo de país que deja afuera a los laburantes. Los representantes de los trabajadores tienen que participar en política pero para eso la política tiene que reinventarse. Como el peronismo que también tiene que reinventarse.
-¿Esa reinvención es lo que explica la disputa al interior del peronismo?
-Hay que cuidar a los dirigentes que pueden ocupar espacios de representación del peronismo. Axel es uno de ellos. Cristina, con los últimos gestos, ha ido en ese sentido. Hay que tener un acuerdo con la sociedad antes que con la macro política. Es como que yo crea desde el lugar que tengo de secretario general que lo que yo pienso es lo que piensa el resto de los trabajadores. Y no es así. Nuestra responsabilidad como dirigentes sociales, gremiales y políticos también es interpretar y representar la verdad subjetiva de cada representado y salir de los egocentrismos. Estamos ante el avance de un modelo de país que quiere dejar de lado una gran cantidad de derechos que llaman privilegios y que niega la posibilidad de la justicia social y que donde hay una necesidad, hay un derecho.
–¿Por qué el Consejo Directivo decidió marchar el 30 de abril y no el 1° de mayo?
–Creemos que logramos más visibilidad y, aparte, por la coincidencia con la movilización de los jubilados. Permitirá una movilización masiva de los trabajadores acompañados por una gran cantidad de colectivos sociales.
–¿Va a seguir el plan de lucha? Omar Maturano, antes del paro, planteó que buscaban un “desahogo”. Eso es distinto a un plan de lucha.
–Tenemos una mirada positiva sobre las 36 horas de acción gremial. Termina en este acto del 1° de mayo que ya estaba previsto. Nos volveremos a reunir para ver cómo seguimos. No es un desahogo, se trata de poner en la superficie los reclamos que tenemos para que el gobierno que los solucione.
–En noviembre termina el actual mandato en la CGT. ¿Está agotado el modelo de conducción colegiada?
-Cada liderazgo en la CGT ha tenido una característica diferente. Rucci representó un momento en particular, Ubaldini no podría haber hecho lo que hizo Rucci en su momento, pero fue un gran líder. Después vino Moyano con el MTA y construyó una alternativa en la CGT. Luego esta forma de triunvirato en la que Héctor Daer adquiere una relevancia por haber aprendido, en estos nueve años, que la CGT no puede andar en divisiones por matices. Tuvo capacidad de integrar a los representantes de la economía popular, los jubilados y los universitarios. Eso puso en la cabeza a Héctor Daer que ha hecho ese laburo fenomenal. Las conducciones colegiadas tienen sus fortalezas y sus debilidades.
–¿Le cree a Daer cuando dice que no va a renovar mandato?
-Lo ha dicho él y no voy a responder por él. Pero sí, le creo.
–Usted llegó al Consejo Directivo de la mano del moyanismo, pero ya no se identifica con ese espacio. ¿Dónde se ubica dentro de la CGT?
–En la pregunta está la respuesta. Hemos aprendido de los errores y, sobre todo, de los aciertos. Es un gran logro haber llegado a que los dirigentes no se identifiquen con un espacio, sino como representantes de la CGT en su totalidad.
–Se menciona su nombre como posible integrante de un nuevo triunvirato. ¿Es así?
Cuando uno tiene la posibilidad de representar los intereses de los trabajadores hay que tener la disponibilidad. Cuando uno llega a la CGT, debe saber que representa mucho más que el interés de uno. Tengo la disposición para llevar adelante cualquier tarea que me toque como dirigente y con las necesidades que tenga el conjunto. «