Por primera vez en veinte años, un nutrido grupo de profesores ha podido conformar una lista para disputar la representación mayoritaria del claustro de profesores en el Consejo Directivo de la Facultad de Psicología de la UBA, cuya elección, que hasta ahora se pretende presencial, está prevista para los días 2 y 3 de junio próximo. La lista Alternativa Democrática, que encabeza la sanitarista Alicia Stolkiner e integra nombres reconocidos de ese campo académico, como los ex decanos de Psicología Hugo Vezzetti y Raúl Courel, se proclama pluralista, tanto en lo que atañe a las corrientes teóricas de la psicología como al espinoso campo de las simpatías políticas.

Feudo histórico del radicalismo, ahora compartido con el PRO, la Facultad de Psicología ha sido blindada a cualquier intento de participación opositora en su gestión gracias a la aplastante hegemonía de la agrupación estudiantil Franja Morada –cuyo nombre devino EDI luego del derrumbe del gobierno de Fernando de la Rúa–, en sociedad con los graduados de Convergencia Académica, a la que pertenece el propio decano, Jorge Biglieri. El EDI logró la mayoría estudiantil en 2019, después de que se fundara una secretaría de bienestar estudiantil floreciente de recursos. 

Ambos agrupamientos se proclaman ajenos a cualquier identificación partidaria, no obstante el conocido solapamiento de los herederos de Franja Morada con el radicalismo oscuro del diputado porteño Emiliano Yacobitti, alfil de Enrique Coti Nosiglia y mentor del senador Martín Lousteau, precandidato presidencial en una eventual elección interna de PRO. Yacobitti procura ser un político discreto, tanto como su famoso referente, aunque algunos tropiezos le dieron una modesta notoriedad, como cuando, en 2015, siendo secretario de Hacienda de la UBA, denunció por “cyberbulling” al periodista Alejandro Bercovich, quien difundió que el dirigente radical afrontaba una denuncia penal por malversación de fondos del Hospital de Clínicas, a propósito de una compra de medicamentos que presuntamente se hizo a un precio varias veces superior al del mercado.

Si la UBA ha sido desde el advenimiento de la democracia un dominio considerado privativo de la UCR y fuente de financiamiento partidario, admitida hasta por el peronismo porteño, Psicología es una pieza importante entre los pertrechos políticos del radicalismo-Pro de la Ciudad de Buenos Aires. Más aún, cuando arrecian los editoriales y las notas de opinión que desvalorizan las universidades estatales, y el coro habitual de Juntos por el Cambio denuncia el “adoctrinamiento” en las cátedras “que pagamos todos”, Psicología es un ejemplo de las políticas de gestión universitaria orientadas a lograr lo que tanto reivindica la presidenta de PRO, Patricia Bullrich, y otros dirigentes de la derecha, que es la homogeneización política e ideológica de los contenidos de las currículas y el desplazamiento de profesores y profesoras que alientan el pensamiento crítico.

A contramano de ese proclamado apoliticismo, las autoridades fueron imprimiéndole a la facultad un rol cada vez más activo en la confrontación política y cultural que atraviesa la sociedad en estos crispados tiempos de grieta y pandemia. En 2019, el Consejo Directivo, con absoluta mayoría de miembros pertenecientes al radicalismo y a PRO, aprobó la creación de OPSA (Observatorio de Psicología Social Aplicada) al margen de la estructura de investigación de la Facultad, aunque publicitan sus pesquisas como una voz autorizada de la Facultad de Psicología. 

En realidad, OPSA fue concebida como una productora de contenidos para la prensa opositora. La consultora debutó con un par de encuestas, ampliamente difundidas por esa misma prensa, en las que deliberadamente se identificaba cuarentena con pandemia, lo cual permitió atribuirle al gobierno los males causados por el Covid. Entusiasmado con ese éxito publicitario, el decano Biglieri, entrevistado por Clarín para la ocasión, reforzó un par de conceptos que suyacen en la investigación publicada entonces: que la cuarentena es «lo contrario de lo que deberá suceder en una sociedad republicana» y que “el ideal de la persona sana es aquella que se cuida sola, que no necesita del otro ni del Estado”.

La lista opositora señala que, postergando concursos o manipulándolos abiertamente, las autoridades de la facultad lograron que en el presente haya solo 31 profesores y profesoras titulares regulares, es decir que apenas el 25 por ciento de las cátedras están a cargo de titulares por concurso. A lo largo de los años se fueron retaceando los concursos de las optativas y de las cátedras nuevas, y mientras el proceso de jubilaciones y fallecimientos afectaba a profesores que eran emblemáticos en la producción teórica de campo, tanto a nivel nacional como internacional, en la mayoría de esas cátedras no hubo llamado a concurso para reemplazarlos sino que se designó a profesores adjuntos, algunos de ellos no regulares. Así, desde 2012 hasta hoy sólo se concursaron siete nuevos titulares, mucho menos que el número de jubilaciones de ese período. Es decir, hubo tasa negativa de crecimiento de los titulares regulares…

“La falta de concursos ha desguarnecido materias importantes, haciendo caer el nivel de excelencia que la formación de psicólogos exigiría y bloqueando el desarrollo profesional de muchos docentes”, describe Ricardo Rodulfo, prestigioso profesor ya jubilado y consulto, uno de los notables adherentes a Alternativa Democrática. 

El Consejo Directivo se compone de ocho profesores titulares, cuatro graduados y cuatro alumnos, todos con sus respectivos suplentes, lo que le da a los profesores una preeminencia decisiva en el organismo. Aunque los profesores que se jubilan pueden seguir activos en posgrado o en investigación, carecen de derecho a voto en la elección del Consejo Directivo, y hasta 2019 tampoco podían ser candidatos. Con la reforma del Estatuto en ese año,  que no especifica taxativamente que deban ser regulares, sí pueden postularse como consejeros. Esto es lo que permitió que la oposición quebrara la barrera que implicaba la exigencia de reunir ocho profesores titulares y ocho suplentes y, por primera vez en 20 años, hizo posible que se presente una lista alternativa de la que participan varios consultos, eméritos y dos ex decanos. 

Alternativa nació de un grupo que irónicamente se autodenominó Profesores Irregulares, y su surgimiento tuvo una notable repercusión entre los profesionales del ámbito psi y en el mundo académico, con un torrente de adhesiones de un amplio espectro científico, entre ellos la de Eugenio Zaffaroni, ex profesor de las facultades de Psicología y de Derecho; Vicente Galli,  ex director nacional de Salud Mental durante el gobierno de Raúl Alfonsín y directivos de la Federación de Psicólogos de la República Argentina, de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, de la Asociación Argentina de Terapistas Ocupacionales (AATO)   y de la Asociación de Musicoterapeutas (GCBA).