Cuatro nenas de alrededor de ocho años comparten un festejo navideño. Una de las adultas de la reunión les pregunta qué les trajo Papá Noel. Las niñas cuentan: productos de skincare o cuidado de la piel. Cremas de limpieza para la mañana, mascarillas para la noche, hidratantes, antiage (antiarrugas o anti-edad). Y maquillajes. “Las madres me decían ‘vos que sos dermatóloga encontrarás espléndido todo esto’. Yo les decía que me parece espantoso. Les crean necesidades que no tienen: la piel de una nena no necesita prácticamente nada. Algún humectante, si tiene la piel seca, y protector solar. Fin”, apunta la médica dermatóloga María José Pelli. La escena que vivió en la última Navidad tiene mucho que ver con situaciones que se repiten cada vez más en su consultorio.

Las rutinas de cuidado de la piel conocidas como skincare tuvieron un boom durante la primera etapa de la pandemia de Covid-19, fomentadas por influencers en un contexto de encierro obligatorio y preventivo. En los últimos años, ese boom logró calar en otro target: las infancias y pre-adolescencias. Nenas de ocho a doce años –menos, en algunos casos- que pasan horas ante videos de Tik Tok que les enseñan cómo cubrirse las ojeras que no tienen o cómo evitar las marcas del paso del tiempo en sus pieles de niñas. En muchos casos, sus modelos a seguir tienen su misma edad.

“Hay nenas dando clases de skincare, sugiriendo qué productos comprar. En el consultorio se ve gente muy chica solicitando procedimientos para personas más grandes. Y la industria ofrece cada vez más productos: desde muy económicos, en una casa de regalos de moda, hasta algo de alto nivel. Esto atraviesa a toda la sociedad. Como un núcleo en el cual están enfocados para la venta. Están creando una sociedad de consumo de nenas chiquitas. Están robando infancias”, advierte Pelli.

Según un informe de la consultoría estadounidense Grand View Research citado en Forbes, en 2022 el mercado mundial de cosméticos se valoró en U$S 262,21 mil millones, con una proyección de crecimiento anual del 4,2% de 2023 a 2030. Un alza empujada, en gran medida, por los productos para el cuidado de la piel.

“Cuidar” una piel sana

“Todo arrancó cuando jugamos con mi hija y una amiguita al salón de belleza. Después mi nena se copó y empezó a pedir mis cremas. Yo le insisto mucho para que use protector solar, así que me vino bárbaro porque ahora hace una rutina completa”, cuenta la mamá de una nena de seis años que ya adoptó el hábito de ponerse productos en la cara.

“Si hay una niña que tiene una patología está bien que la llevemos al dermatólogo, pero en este caso se habla de pieles sanas. Son nenas que ven esto como un juego, pero es peligroso. Porque usan productos que su piel no está preparada para usar. Usan antiage, retinol, exfoliantes que su piel no necesita en lo más mínimo y pueden generar alguna alergia, dermatitis de contacto u otro tipo de reacción. Es preocupante”, califica Verónica Senese, dermatocosmiatra.

A su gabinete llegan mamás con niñas cada vez más pequeñas para pedir rutinas de limpieza profunda. “No atiendo chicos de menos de 14 años. Salvo que estén bajo tratamiento dermatológico y con una orden médica. Pero me pasa que hay mamás de nenas de 10-11 años que quieren que les saque los puntos negros o les arme una rutina de skincare. Les digo que para nada. Hay madres que entienden. Otras, se ponen intensas”.

Usar estos productos de forma cotidiana a tan temprana edad “puede generar eccemas o irritaciones en la piel. Cuando se vuelve crónico, puede ser difícil de tratar. Pica, se seca, descama, aparecen granos chiquitos”, enumera la dermatóloga Pelli. “En chicas con piel más oleosa, puede desencadenar acné precoz porque hay productos que tapan los poros. Hay muchas consultas de nenas con picazón, piel irritada, ardor. No saben por qué les sale una alergia, y cuando preguntás resulta que usan un montón de cosas en la cara”.

Cuando deja de ser un juego

Esta nueva tendencia fomentada por influencers del skincare tiene otros efectos, además de los físicos. “Crean una necesidad y dependencia de productos, de mirarse mucho al espejo y exigirse en una cara y un cuerpo en desarrollo la idea de que lo corporal se modifica. Tienen modelos utópicos hechos con inteligencia artificial o con filtros. Las imágenes que ven las nenas en una red social no son la que pueden alcanzar en realidad. Eso genera frustración, ansiedad, angustia. En una chica que ni atravesó la adolescencia. En una nena que tiene que jugar”, analiza Pelli.

“En las redes sociales, sobre todo en Tik Tok, hay muchas nenas haciendo videos de get ready with me (prepárate conmigo) para ir al colegio que detallan qué productos usan. En algunos casos son rutinas razonables, pero en otros o sólo abusan de la cantidad de productos sino que agregan cosméticos que no son para su edad, como cremas para el contorno de ojos o ‘patas de gallo, sérums anti edad o productos para eliminar manchas, y no los necesitan”, señala Patricia Fernández, cosmetóloga y autora de Secretos del Skincare (Random House, 2022).

Jimena Martínez, médica dermatóloga y pediatra, cuenta que “se están viendo cada vez más nenas a partir de los 8-9 años que empiezan a consultar acerca de alguna rutina de skincare. En general son acompañadas por las mamás, porque les preocupa que se estén colocando productos que ven en redes y quieren el aval de un profesional a ver qué pueden utilizar para estas rutinas”. Desde sus redes advierte también sobre otra práctica en aumento: “esmaltado semipermanente y uñas gelificadas a edades cada vez más tempranas”.

Victoria tiene dos hijas, de 9 y 12 años. En el grupo de amigas de la mayor las rutinas de skincare se instalaron hace varios años. “Le tuve que explicar que no se puede poner ácido en la cara a los 12, aunque hay madres que las dejan. Yo tengo arrugas y lo puedo usar, pero ella está a siglos de necesitar esos productos. Ya le saqué turno con una dermatóloga para que alguien que no sea su mamá le explique que no puede usar nada. Es una lucha que tengo”. La menor no se queda atrás: “Me saca mis productos y arma videos. Quiere las marcas que usan las pibas que ve en Tik Tok, nenas de su edad o un poco más grandes con productos que traen del exterior. Yo las dejo comprarse maquillaje porque me parece un juego, pero están desesperadas por hacerse rutinas de la piel”.

“Hay chicas de 20 que están operadísimas”

En la generación más adelante que las nenas de ocho a doce fanáticas del skincare o cuidados de la piel, abundan las chicas que están terminando la adolescencia o entrando en la adultez con una relación compleja con las intervenciones estéticas sobre sus cuerpos y, sobre todo, sus rostros.

“El riesgo de empezar muy temprano con estas cosas innecesarias es que si uno como madre o padre no puede desactivar esto o lo fomenta, puede llevar a una obsesión que va creciendo. Tengo pacientes de 20 años que están operadísimas en la cara, con rellenos de botox, ácido hialurónico, etc. Y cuentan que hace diez años que se ‘cuidan’, que la mamá las llevó por primera vez a hacer una limpieza y empezaron. Para mí no es sano, como mamá y como profesional de la piel. El mejor cuidado toda la vida y desde niña es del sol”, resume la dermatocosmiatra Verónica Senese.

En el mismo sentido, la dermatóloga María José Pelli grafica el panorama con el ejemplo de una paciente de 18 años que llegó al consultorio para “sacarse los poros».

«Le digo –continúa la especialista con el tono de las noticias tristes– que son naturales, que son parte de su piel, para que respire. Me dice que hay un montón de chicas que no tienen poros. Y me muestra imágenes en redes. Eran con filtros. Estuve 20 minutos explicándole que esa piel no existe, que era una mentira. Buscaba un modelo irrealizable”.

La belleza como un bien de consumo

Damián Supply es psicólogo del Área de Prevención y Promoción de la Salud en Niñez y Adolescencia del Hospital Italiano. Desde ese lugar se topa con los distintos efectos del acceso a las redes sociales desde la infancia. El fomento de la ‘belleza’ es uno de ellos.
“Hay lógicas de consumo que se instalan cada vez más en las infancias en relación en primer lugar al celular, y en consecuencia a las redes, que hacen que se tomen estereotipos y cánones de esos universos. Cuando uno se pregunta, mirando otros fenómenos como los filtros de las aplicaciones, cómo afecta en la psiquis de las chicas, creo que hay que mirar también estas prácticas: las búsquedas de lograr eso que ven y la belleza como un bien de consumo”, analiza.
Desde el “mundo adulto”, señala, “primero hay una facilitación y poca crítica en ese acceso al mundo digital y también la dificultad de mediar en la crianza en lo que es la puesta de límites y un mundo más acorde a la niñez. Sin dudas las redes tienen toda su maquinaria detrás para globalizar esas búsquedas”. Supply compara el fenómeno del skincare en niñas y preadolescentes con el boom de las apuestas virtuales en cada vez más jóvenes: “En el varón está la validación simbólica desde el dinero, y acá aparece la presión de la belleza. Se replican los estereotipos pero se disfrazan de otra cosa”.