El titular del Ministerio de Cultura de la Nación es uno de los que menos resuena en la prensa. Las razones pueden ser varias: que tenga un perfil bajo, que promueva una escasa actividad cultural, que los problemas económicos de la Argentina dejen poco margen para la cultura, que ésta le importe poco y nada al macrismo o todas esas cosas juntas. Lo cierto es que la vedette cultural de la gestión macrista no es precisamente el ministro de Cultura, sino el director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, quien recientemente dijo sentirse orgulloso del personal de la Biblioteca “porque cobra sueldos bajísimos y trabajapor amor a la institución”. Él, mientras tanto, cobra un sueldo equivalente al de un secretario de Estado, es decir, unos 150.000 pesos.

 Pero, volviendo al ministro Avelluto, a veces no le queda más remedio que hablar de la cultura de su país y así lo hizo ayer en Casa de América, en Madrid, donde presentó el programa argentino para ARCO (Feria Internacional de Arte Contemporáneo) en la que la Argentina será en esta edición país invitado. 

En una entrevista aparecida hoy en el diario El País de España puede leerse la siguiente frase: “Avelluto, que reniega de la idea de desembarco (“nosotros aquí nos sentimos como en casa”), aboga por olvidar las nostalgias de su país: ´Fuimos vistos por lo que fuimos, y por lo que pudimos ser y no fuimos. Hoy, tenemos que mirar a nuestro presente´.” No parece raro que el ministro se sienta como en casa en España, luego de que el presidente Macri prácticamente le pidiera disculpas “a nuestro querido Rey” por habernos emancipado de España, idea de unos hombres que seguramente, como lo expresó el presidente, se sentirían “muy angustiados” por la idea de dar ese paso parricida o más bien matricida, ya que se dice que España es nuestra Madre Patria. En cuanto al deseo de olvidar las nostalgias y centrarse en el presente, habría mucha tela para cortar. El macrismo tiene una curiosa amnesia que sólo le permite recordar los doce años del kirchnerismo y  su “pesada herencia”. De la dictadura, en cambio, se acuerda poco o se acuerda mal. 

Otra de las frases brillantes de Avelluto fue: “La última vez que América Latina estuvo de moda tuvo que ver con los procesos políticos de la década de los 60.” El ministro delata en esta frase por lo menos dos cosas: que la frivolidad del macrismo puede emparentar dos ámbitos tan lejanos como la moda y los procesos políticos y que el sueño de la Patria Grande que lideraron Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Lugo Fidel Castro y los Kirchner se le pasó por alto. “Podemos seguir con la nostalgia de los 60 otros 50 años, y podemos seguir esperando que resuciten García Márquez y Cortázar, pero no va a suceder. Por eso importa enamorarnos de la producción contemporánea, de lo que está sucediendo aquí y ahora.”, dijo el ministro de Cultura. Y remató refiriéndose a la efervescencia política y cultural de los 60: “Yo es algo que por momentos, de verdad, he vivido como opresivo. No es que no fuera un gran momento, lo fue en todo el mundo y en Argentina también: el (Instituto) Di Tella, las vanguardias… pero podemos caer atrapados en esa nostalgia. Hoy Argentina es un país donde los lugares comunes están empezando a ponerse en cuestión. Y creo que tenemos el derecho, mejor, la obligación, de promover el presente. De estar enamorados de él.” 

Ante los comentarios de Avelluto no queda sino esperar que Macri firme un decreto obligando a los ciudadanos argentinos a enamorarse del presente, como si fuera posible enamorarse por obligación y encima de algo tan ominoso como el momento actual.