Durante el lunes y el martes pasado una  larguísima cola se formó en el  stand de Edelvives en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. ¿La razón? Benjamin Lacombe (París, 1982), uno de los ilustradores jóvenes más destacados de la actualidad y Sébastien Perez (Beauvais, 1975), el notable escritor con quien conforma una dupla creativa,  firmaban los hermosos ejemplares de tapa dura que publica la editorial dedicados al público infantil y juvenil.

La misma escena se reprodujo al día siguiente en El Ateneo Grand Splendid y seguramente hoy, 4 de mayo, sucederá algo similar en el Malba, donde Lacombe, quien transmite una energía incontenible, cerrará su estadía en Buenos Aires con una conferencia: El enigma del origen: La Sirenita, el texto de Hans Christian Andersen cuya versión traducida directamente del danés por Alejandro Tobar,  Lacomb no sólo ilustró, sino que también prologó.

Tiempo Argentino conversó  con ambos, café de por medio, en la librería Libros del Pasaje, un escenario perfecto para hablar de la tarea que realizan Lacombe y Perez: escribir e ilustrar libros que sorprenden y atraen no sólo a los lectores infantiles y  juveniles, sino a todo aquel que recorra sus páginas.

Benjamin Lacombe
Foto: Diego Martinez @ildieco_diegomartinezph

-¿Qué condiciones deben darse para que un ilustrador y un escritor puedan trabajar juntos en tantos proyectos? Supongo que no debe ser fácil.

Benjamin Lacombe: -No es difícil pero, es cierto, tampoco es común. Trabajamos juntos hace unos 16 o 17 años y la nuestra es una relación que evoluciona. En un comienzo escribía yo, luego Sébastien comenzó a escribir más y yo empecé a dedicarme más a la ilustración. A veces es uno el que propone un proyecto y, otras veces, es el otro. Hay oportunidades en que cada un propone el proyecto que sabe que al otro no le va a gustar y, sin embargo, de esta mutua oposición a lo que quiere hacer el otro terminan saliendo cosas hermosas como, por ejemplo, El Herbario de las Hadas, que a mí no me gustaba. En realidad lo que no me gustaba no era el proyecto en sí, sino las hadas. Pero poco a poco fui entrando por el costado científico, el histórico y terminó siendo uno de los proyectos que ambos tenemos más cerca de nuestro corazón.

-Benjamin es considerado uno de los ilustradores jóvenes más notable de la actualidad. ¿Se trata de una clasificación etaria o el hecho de ser joven se refleja en los dibujos que hace?

BJ:-Lamentablemente, ya no soy tan joven (risas). Es una muy buena pregunta. Te respondo y, al mismo tiempo, me lo pregunto yo mismo. Siento que lo que hago es un tipo de ilustración que tiene algo nuevo. Hace unos 20 años, cuando comencé, la ilustración era algo más sencillo, con muchos trazos negros, con colores vivos. En este sentido, creo que hay algo novedoso en lo que yo aporto, algo más sofisticado, más pictórico, un poco más sombrío, con referencias que no son necesariamente a jóvenes. Desde este punto de vista creo que en mis ilustraciones hay algo de novedad y que puedo considerarme  un  ilustrador joven. Pero, al mismo tiempo este tema es un gran interrogante que me lleva a la reflexión.

Las ilustraciones de La Sirenita, por ejemplo,  me parecieron novedosas pero, al mismo tiempo, creo que mantienen algo de la tradición del libro infantil. No es un dibujo realista, pero sí muy detallado en contraste con dibujantes de libros infantiles que tienden más a la abstracción.  

Benjamin Lacombe

BL:-No estoy muy de acuerdo con eso. Creo que esa ilustración más abstracta, con trazos negros, naif, hecha como si fuera el propio niño el que dibuja es un poco “comida de buffet” que viene de los años 40.  Ya desde los años 20 hay un intento de simplificar las formas, de seguir más bien la idea del afiche, las ideas del constructivismo. En los años 40, en oposición a la forma de ilustrar académica aparece ese tipo de ilustración de la que hablábamos antes. Yo no me sumo a esta corriente, me parece que ya está muy vista. Tal vez esa forma de ilustrar funcione bien para algunas historias, por ejemplo, para historias más amorosas, más amables, pero los personajes en este tipo de ilustración terminan siendo casi un pictograma al que se supone que el niño le puede poner los ojos o terminar de armarle la cara. Es un dibujo que tiene lo menos posible para que el niño lo complete con su imaginación. Yo estoy exactamente en la vereda opuesta.  Quiero personajes que tengan un alma, un pasado,  una historia, que se expresen a través de ellos una individualidad.

Benjamin Lacombe

-Sébastien, ¿de qué modo nacen tus historias, qué elementos las disparan?

Sébastien Perez: -Hay un impulso, una idea que puede ser mía o no. Muchas veces es Benjamin el que aporta la idea, pero siempre es una construcción donde se da la fusión de dos cosas. Hay, por un lado,  algo que tiene que ver con lo imaginario, con un desorden fantasioso, onírico, con el lado más “volado” que tengo. Por otro, hay una construcción más racional,  porque lo que se escribe tiene que ser coherente y comprensible.  En este sentido Benjamin y yo nos complementamos porque yo tengo el lado onírico y fantasioso y él aporta la estructura que alimenta el trabajo de a dos y de esta forma se construyen las historias y se produce el resultado final.

Benjamin Lacombe

-Creo que la ilustración no se subordina a un texto, sino que contribuye a crearlo. Por lo menos es lo que veo en la forma de trabajar de Benjamin.¿Es así?

BL:- Sí totalmente de acuerdo. La ilustración no es una paráfrasis del texto, sino una lectura que aporta el ilustrador sobre ese texto. De todos modos, cada texto es distinto, cada proyecto termina siendo único, por lo que no hay manera de decir de dónde nacen las ideas. No hay recetas.  

Benjamin Lacombe

SP:-Mi primera intención cuando escribo es inspirar a Benjamin para que pueda hacer la ilustración y también a las otras y otros ilustradores con los que trabajo. La idea es que ese texto sirva para catapultar al ilustrador, a llevarlo más allá.

BL: Sébastien escribe, yo pienso las imágenes. Pero, por ejemplo, yo estaba haciendo la ilustración del cuarto de un niño que tenía juguete raros. En el texto no figuraban algunos detalles y juguetes que yo hice en el dibujo. Sébastien me preguntaba si hacía falta que estuvieran y yo creía que esas imágenes podían apoyar al texto. A veces la imagen  es lo suficientemente elocuente como para que no tenga que aparecer también en el texto. La creación surge de este trabajo en conjunto. Es decir que la ilustración puede ocupar distintos lugares.

-No sé cómo es en Francia, pero aquí muchos personajes típicos de los cuentos infantiles como las brujas, las hadas, las princesas, hoy están cuestionadas por la concepción de la mujer que revelan. Una bruja puede ser considerada como un personaje que encarna una visión negativa de la mujer, pero también como una mujer empoderada. que tiene poderes, que son autónomas. ¿Cómo trabajan ustedes con esos personajes clásicos?

BL:-Ya desde hace 15 años atrás, cuando Sebastien y yo trabajamos en  un texto pensamos a esos personajes de otra forma. Por ejemplo, en 2008 hicimos Genealogía de una bruja y en ese libro la idea de bruja tradicional que es la vieja con el bonete, la escoba y el gato negro no figuraba.  Aparece una niña a la que determinados elementos la hacen dar cuenta de que pertenece al linaje de mujeres brujas de su familia. Cuando le llevamos el libro al editor nos dijo “pero esto no tiene nada que ver con las brujas”. Nosotros le contestamos que sí tenía que ver, pero no con la imagen tradicional de la bruja, pero sí con algo que sucede en todas las culturas, en todos los tiempos y en todos los continentes y es que se consideran brujas a aquellas mujeres que no tienen marido.

En Estados Unidos la cultura de la cancelación es muy fuerte. Recientemente se han revisado y cambiado términos y personajes de los libros de Roald Dahl. ¿Qué piensan sobre estos hechos?

BL:-Sí, la cultura de la cancelación es muy fuerte en Estados Unidos, no sé cómo es en Argentina y en Francia están llegando estas cuestiones que tienen que ver con el género, con las representaciones. Creo que está bien que exista la diversidad en los libros, que estén representadas distintas orientaciones, distintos tipos de deseo. Pero como director de una colección y como autor  no estoy de acuerdo  con que se le den determinadas indicaciones a directores de colecciones o a autores. Hacer esto con un autor es algo totalmente antinómico con lo que significa ser autor que es, precisamente, ponerse en el lugar del otro y crear desde allí. No es necesario pertenecer a un pueblo originario para escribir un cuento sobre él porque significa quitarle la capacidad creativa que puede llegar a tener la literatura. Por otra parte, estoy totalmente en desacuerdo con la reescritura de los textos luego de la muerte de un autor. Eso me parece una idiotez, me parece grave, desnaturaliza las obras. Si creo que podría pensarse  una recontextualización sin reescritura o, directamente, en hacer una nueva escritura del texto. Pero estoy en desacuerdo con modificar las palabras de otro.

Benjamin Lacombe

De todos modos, la censura es tan fuerte que yo descubro recién ahora la terrible historia de pobreza de Hans Christian Andersen y el personaje de la srenita como representación de la imposición social de la imposibilidad del  amor entre hombres, o, en general, de personas del mismo sexo.

BL: -Eso le sucede al 99 por ciento de la gente. El tema del ascenso de clase recorre toda su obra, no sólo la La Sirenita. Este personaje también hace un cambio social o un cambio de mundo. Ella viene de un mundo en el que es princesa y que tiene un cuerpo que no la representa demasiado y va hacia otro mundo al que llega convertida en mujer. Es una mujer sin voz y se podría pensar que esto tiene mucho que ver con los migrantes que están en esa situación, que también cruzan el océano. Además, desde su condición de princesa acaba durmiendo en un almohadón a las puertas de la habitación de príncipe  como si fuese un animal y, sorprendentemente éste la viste de varón porque así va a ser más fácil que lo pueda acompañar a  cabalgar, por ejemplo. Es inexplicable la ceguera que ha tenido el mundo durante 180 años, porque esa parte quedó completamente silenciada. Yo soy el primero que se atreve a dibujar la imagen de la Sirenita vestida de paje, de varón. Nadie quiso ver a la sirenita de ese modo. Como se dice, no hay peor ciego que el que no quiere ver. En el libro que ilustré es la primera vez que se publica el final de la obra, ni siquiera había sido publicado en Dinamarca. Es la primera vez también que hoy se publican las cartas de Edvard Collin que habían sido publicadas cinco años después de la muerte de Andersen en un libro que se llama Andersen y la casa Collin,  porque el padre de Edvard Collin funcionó como mecenas de Andersen. La impresión que da es que se fue creando una maquinaria para lavarla imagen de Andersen y crear al autor que iba a ser luego un héroe nacional. Las cartas  produjeron una gran revolución. Por otra parte, el cuento de la sirenita Andersen lo publica el día que Edvard Collin se casa con una mujer, Henriette  Thyberg. En sus cartas Andersen dice que nunca se sintió tan próximo a un personaje como a la sirenita. Hay muchos elementos que prueban que Andersen era la sirenita que, como él,  vivía un amor imposible.