En 1929 Roberto Arlt publicaba Los siete locos cuyo protagonista, Augusto Remo Erdosain, un inventor sin éxito, aspiraba a crear desde una tintorería para perros a una rosa de cobre, quizá su proyecto más poético. Transformado en emblema de la creación, en 2013 durante la gestión de Horacio González al frente de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, se creó el Premio Rosa de Cobre como reconocimiento a la trayectoria creativa de quienes dejaron una marca significativa en la cultura nacional.

Con el acceso de Macri a la presidencia, el premio pasó a integrar la lista de pérdidas que sufrió el país en general y la Biblioteca Nacional en particular.

Este año, el premio fue restituido y se le entregó a Jorge Coscia, quien lo recibió de manos del ministro de Cultura de la Nación Tristán Bauer en un acto realizado al aire libre en la Biblioteca Nacional, más precisamente en la explanada Juan José Saer.  Fue el primer acto presencial que realiza la institución luego de que el Coronavirus hiciera necesario imponer el aislamiento social preventivo y obligatorio.

Además del ministro de Cultura de la Nación estuvieron presentes el director general de coordinación cultural de la Biblioteca Nacional, Guillermo David y el creador de la distinción, el escritor Carlos Bernatek, quien tuvo a su cargo la presentación. “Es mucho lo que tenemos que agradecerle a Jorge –dijo- y nos pareció indicado que este premio, que alguna vez ganó Juan Gelman, llegue a sus verdaderos destinatarios”.

Por su parte, Guillermo David, agregó: “El sentido de este premio alude a esa dimensión donde con palabras hacemos cosas. La poesía es el arte más sublime de las palabras; Como servidores públicos de la cultura, nos honra restituir este premio con la figura de Jorge, quien aún tiene mucho para dar”.

Bauer recordó los primeros tiempos de estudiante del galardonado con quien compartió la militancia. “Este reconocimiento me parece un acto de justicia. El rol del Estado en los procesos de desarrollo de las industrias culturales es muy importante. Desde el Ministerio de Cultura de la Nación estamos muy orgullosos de esta distinción y también estamos mirando, revisando y estudiando las políticas que Jorge llevó adelante para continuar ese mismo espíritu de justicia social e igualdad. Gracias a su gestión (como director del INCAA) renació el cine argentino y la cinematografía nacional volvió a ocupar el lugar que debía ocupar.»

El premiado expresó: “La Rosa de Cobre es maravillosa porque es una de las utopías de Arlt. Me siento muy orgulloso de estar hoy aquí. Para mí es sorprendente porque uno no espera hacerse conocer cuando no responde a cierta corrección, y que ocurra de este modo me hace sentir muy halagado”. “Es un día fantástico –concluyó- que comparto con amigos, compañeros y compañeras que crean y celebro que este premio sea una forma de transformar esa creación en una fuerza”.

Además de ser director de cine y escritor, Coscia fue secretario de Cultura de la Nación durante más de cuatro años, hasta 2014.

En su amplia trayectoria como director de cine se cuentan los largometrajes Luca vive, Canción desesperada, Camix, cuentos de amor, de video y de muerte, El general y la fiebre, Cipayos (la tercera invasion), Chorros  y Mirta, de Liniers a Estambul. Realizó también cortometrajes y documentales.  

Es autor del ensayo La esperanza sitiada, de tres novelas: Juan y Eva, El bombardeo y Caja negra y de un largo poema dedicado a Cuba.

Si bien el premio Rosa de Cobre se instituyó en un principio para autores de poesía, se fue ampliando a otras disciplinas. Lo recibieron los poetas Juan Gelman, Juana Bignozzi, Hugo Padeletti, Rodolfo Godino, Alejandro Nicotra y Luis Tedesco.

En el momento de su creación, Horacio González declaró: «Quisimos fundar este reconocimiento, despojado de cualquier interés comercial o publicitario, como acto de agradecimiento hacia aquellos que nos han ofrecido generosamente su talento y su trabajo a través de los años”. «Decidimos empezar por la poesía –concluyó-, que está ligada en lo ideal de su sustancia al concepto arltiano de ‘rosa de cobre’, el invento con el cual Erdosain –en Los siete locos y Los lanzallamas– pretende obtener una secreta palanca que accione una salvación posible, quizá la que ofrezcan las palabras, su perduración, o al menos lo que se sustrae al olvido».

En un tiempo en que se proclama que las utopías han muerto, el Premio Rosa de Cobre mantiene viva la utopía artliana de poder transformar el mundo a través de la creación.