El 15 de agosto de 1999 moría Olga Orozco, una de las mayores voces de la poesía argentina. Muy poco tiempo antes había grabado algunos de sus poemas en Melopea, el sello de Litto Nebbia.

Ese valioso trabajo, Con esta boca en este mundo,  aparece recién este año, poco después de haberse cumplido en 2020 el centenario del nacimiento de la poeta pampeana nacida en la localidad de Toay.

Seis de esos poemas fueron  musicalizados por el propio Litto y tres, por César Franov. A esto se suma un tema totalmente instrumental compuesto por Nebbia.

En diálogo con Tiempo Argentino, el autor del emblemático tema La balsa cuenta cómo conoció a Olga Orozco, cómo se produjo la grabación y cuáles fueron las dificultades que demoraron tanto tiempo la aparición del álbum, un valioso documento literario y muscial.

-¿Cómo conociste a Olga Orozco y cómo fue tu relación con ella?

-Esas cosas del destino, un día  estábamos grabando en Melopea con el bajista César Franov, un álbum que él producía de la cantante y poeta María Cristina Turró. De pronto me dice: «Creo que por la tarde va a pasar Olga Orozco a escuchar, es amiga de María Cristina.» Claro que yo conocía la poesía de Orozco, pero nunca la había visto personalmente. Llegó y me encontré con una persona muy amable, educada y súper humilde. Quizá esto me envalentonó para sugerirle grabar. Yo venía de una experiencia con el gran Tito Reyes, el último cantor de la Orquesta de Aníbal Troilo.

Un día estábamos comiendo y de pronto me preguntó: «¿nunca te mostré los poemas que escribo? Y sin ningún preámbulo comenzó a recitar unos textos muy sensibles sobre la noche porteña, el barrio de Mataderos, las fabriqueras que van a laburar a las 5 de la mañana, y por supuesto también sobre el gran Pichuco. Literalmente, me hizo llorar. Lo impactante era el tono de su voz, la manera de decir, de valorizar la palabra, la respiración del punto y coma…Al momento me di cuenta de que no eran textos para musicalizar, es decir, ponerle música para lograr una canción.

Así fue que la semana siguiente nos metimos en el Estudio, Tito en el centro de la sala diciendo sus escritos y yo tras de él improvisando al piano unas melodías que iba modulando de acuerdo a lo que me sugerían las imágenes. Luego comencé a sumarle otros instrumentos a la cosa, y asi fue que terminamos un álbum: Tito Reyes dice y cuenta su poesía  Es un trabajo original, porque la música funciona como si fuera «música de películas», y el poeta es el narrador de sus propios escritos. Esto fue lo que se me ocurrió hacer con Olga. Cuando se lo comenté, me miró extrañada.  Es lógico, no hay referencias al respecto. Entonces le regalé el álbum que hicimos con Tito y quedamos en hacer una prueba la semana siguiente.

-¿Y cómo fue la experiencia?

-Finalmente nos encontramos otra vez en el estudio y grabamos juntos el primer poema, el  que abre el CD, que es justamente su presentación, ya que se titula “Olga Orozco”. Quedé encantado, porque de alguna manera se repetía la experiencia que había tenido conTito, fundamentalmente por la emocionante voz de Olga y su manera personal de decir los poemas. Ella quedó conforme, y me dijo que lo iba a pensar. Quería estar segura de poder hacerlo.

No pasaron 10 días que volvimos a encontrarnos y se vino con un listado de poemas, que es exactamente lo que está grabado en el álbum. Prefirió grabar en esa tarde todos los poemas, en ese orden, y me dio la libertad para que yo luego le pusiera el marco musical que se me fuera ocurriendo. Una verdadera gloria para mí, un regalo sensible, poder colaborar en otro universo creativo.

Procedí a escribir una serie de apuntes melódicos y posibles modulaciones, tímbrica de variados instrumentos. El asunto para mí  era no perder de vista que la música no tenía que ser un acompañamiento, un relleno, pero tampoco algo que interrumpiera la atención sobre el poema. Escribí media docena de temas y lo invité a César Franov para que se ocupara de los 3 restantes.

No solo porque es amigo y un gran músico, sino también porque estuvimos juntos por destino cuando conocimos a Olga en Melopea.

-¿Por qué se edita el disco este año habiendo sigo grabado entre el 98 y el 99?

-Al poco tiempo de haber terminado este disco, Olga se marchó, falleció. Hoy por hoy, es muy difícil vender discos, producciones con trabajos con cierto refinamiento o profundidad, y mucho más el de una poeta diciendo sus palabras. Para colmo, con su ausencia se nos sumaba otra complicación. Muchas veces el poeta que hace un trabajo discográfico, tiene luego la posibilidad de divulgarlo y venderlo en variadas presentaciones, Ferias del Libro etc. Pero sin estar Olga, ¿cómo podíamos hacer? Así fue pasando  el tiempo y siempre seguimos esperanzados en que en algún momento nuestra posibilidad económica fuera más fecunda y lo publicaríamos. Pero no se pudo. Vivimos bien pero al día, pero el tema divulgación es bien difícil, y el tema recuperación económica mucho más.

¿No pidieron colaboración para concretar el proyecto?

-A través del tiempo tuvimos algunos amigos de La Pampa tratando de ayudarnos como Santillány Nelson Nicoletti entre otros.

Inclusive una vez que fui a tocar a Santa Rosa, me llevaron a Toay para conocer su casa hoy convertida por suerte en la Casa  Museo Olga Orozco. Pero necesitábamos poder producirlo en forma con una con algún organismo cultural. El álbum ya estaba grabado totalmente, masterizado, la portada prácaticmente diseñada, solo restaba el aporte de fabricación. Se nos pasaron 20 años. Y este año finalmente se pudo concretar el proyecto de  aparezca el álbum gracias a la Secretaria de Cultura de La Pampa y la gente que respeta y protege este tipo de documentación cultural.

-¿Qué repercusiones tuvo el álbum?

-Algo de prensa se ha realizado con el álbum y su presentación fue en Toay lógicamente, en la Casa Museo, acorde a las restricciones actuales, por Zoom (en mi caso) y presencial allí.

Creo que es un material que perdura a través del tiempo y se irá descubriendo de a poco. Nosotros además de la realización del album, hicimos con un amigo fotógrafo-cineasta, Don Douglas,  que vive en Madrid, dos «peliculitas» (no me gusta llamarlos clips, no lo son) sobre los dos primeros poemas, «Olga Orozco» y “Con esta boca en este mundo», que sirven para divulgar el trabajo también desde lo visual.  Seguramente se proyectarán en la Casa Museo para toda la gente que periódicamente la visita.

-¿Olga llegó a escuchar la grabación?

-Olga escuchó el álbum completo, por suerte. Le gustó, pera jamás tuvimos una charla sobre la proyección que pudiera tener.

-¿Te gustaría seguir trabajando con otros poetas o escritores de prosa?

-Me gusta mucho creativamente, sensiblemente, pero es cierto que necesito que la voz del poeta “me llegue». Recuerdo que hubo un tiempo en nuestro país y también en México en que alguna editorial sacaba discos con las voces de poetas diciendo sus textos. Me parece que estaba bueno que registraran para la historia la voz de cada quien, pero a veces aparecían algunas narraciones que debido al tono de la voz, eran monocordes y medio aburridas.