Lucía Nacht es coreógrafa, bailarina y realizadora audiovisual. Ha desarrollado la conferencia performática No soy yo, es el fin del mundo, la performance participativa Gesto Político, la performance inmersiva Afectos Espaciales y ha dirigido e interpretado el performance audiovisual Apariciones.

Coordina, además, la plataforma virtual El deseo hecho acción, un archivo digital que alberga prácticas performativas que promueven la construcción de una memoria feminista. Es tutora y curadora de la Residencia Artística NOA desarrollada en la Ciudad de Jujuy para artistas que trabajan la relación entre las artes vivas y la comunidad indígena. 

Como artista de performance investiga las relaciones entre cuerpo, memoria, territorio, política y comunidad y a partir de esta investigación genera experiencias participativas como  la performance Monumentos en acción que se realizará el próximo sábado 18 a las 18 en Plaza de Mayo. Esta performance ha sido declarada de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y cuenta con el apoyo de Prodanza y Mecenazgo.  

El punto de encuentro para participar de Monumentos en acción es el Cabildo de la Nación. Los participantes deben concurrir con teléfono celular y auriculares para poder participar de la audioguía que constituye la primera parte de la performance. La actividad es gratuita con inscripción previa en el mail [email protected]

-¿En qué consiste la performance Monumentos  en acción?

-Es una performance territorial que busca apropiarse del espacio público volviendo presentes las ausencias que lo habitan. Consiste en un recorrido por ese espacio público en el que intérpretes y espectadores avanzan en conjunto en la tarea de construir un acto de memoria. El recorrido es acompañado por una audioguía que contiene entrevistas a los principales actores que formaron parte del hecho que la performance está investigando que, en este caso, es el estallido social de diciembre de 2001, específicamente las fechas del 19 y 20 de diciembre en el centro porteño, más específicamente en Plaza de Mayo que es donde nos vamos a presentar. El recorrido de la audioguía es acompañado por un grupo de bailarines que intervienen el espacio público cuestionando qué tipo de monumentos nos representan hoy como sociedad. El público va presenciando, entonces, un proceso de antimonumentalización. Este público es invitado a participar de la performance que lo que busca es activar al sujeto político, generar empatía entre cuerpos desconocidos, ante los cuerpos vulnerables de los performers. Nosotros trabajamos sobre la idea de antimonumento a nivel coreográfico de manera site-specific.

-¿Podrías precisar el concepto de site-specific?

-Significa que los cuerpos de los performers entran en relación con el contenido histórico del lugar, con la geografía, la arquitectura y las personas que lo transitan. Es una propuesta participativa en la que el público, dependiendo de su posicionamiento en el espacio, va formando de la performance y al finalizar el recorrido se lo convoca a participar de una manera más activa.

Foto: Prensa Monumentos en Acción

-¿En qué consiste esa manera más activa?

-Los performers le comunican al público diferentes propuestas relacionadas con la audioguía que estuvieron escuchando. Si el público se siente identificado, forma parte de una propuesta. Entonces se van generando diferentes grupos entre los espectadores y van conformando una especie de asambleas donde tienen un momento para decidir en conjunto qué monumento quieren crear que represente el motivo que los agrupó. La imagen final de la performance son esos antimonumentos creados por los espectadores interviniendo el espacio público, en este caso, Plaza de Mayo.

– ¿Se trata de un rechazo a todo tipo de monumento o a ciertos monumentos específicos? No es lo mismo el monumento de Roca que un monumento a la memoria.

-El antimonumento se distancia del monumento que todos conocemos porque busca activar la reflexión del espectador, no conmemorar a un héroe, sino situar el foco en las problemáticas que atraviesan las víctimas. Busca activar desde el presente la reflexión del espectador sobre los hechos, no simplemente conmemorar un hecho histórico, sino reflexionar sobre él, establecer cómo nos situamos frente a él y qué relación tiene con nuestro presente. Por eso yo trabajo el antimonumento desde el cuerpo como entidad efímera, como entidad precaria tomando también a la memoria como precaria en su construcción en relación al olvido. En algún momento nuestros cuerpos van a dejar de existir y lo que quedará en el mundo son las huellas, las marcas de las acciones que pudimos inscribir en la historia. El antimonumento acentúa la idea de que el espacio de memoria lo construye el hombre y no el monumento. La construcción de memoria depende de la sociedad por lo que le pasamos la pelota a la sociedad y no tanto al monumento en sí mismo, que en sí mismo es solo una estatua de concreto, no requiere ningún tipo de esfuerzo. En cambio, el antimonumento pone al espectador en otro lugar en el que se genera un proceso de reflexión.

-¿El concepto de performance trae aparejado el concepto de improvisación o no necesariamente?

-No necesariamente,  pero yo trabajo con dispositivos de improvisación, con dispositivos de composición en tiempo real. Los performers tienen como ciertas partituras, ciertas pautas, pero ellos van creando en tiempo presente el contenido coreográfico, van tomando decisiones. Obviamente hay ciertas marcas y ciertos momentos durante la performance. Por ejemplo, nosotros estamos tomando para generar nuestra corporalidad las referencias del cuerpo en lucha, en manifestación y del cuerpo reprimido por las fuerzas de seguridad de las imágenes que se registraron los días 19 y 20 de diciembre de 2001. Hay un repertorio de muchas imágenes que los performers ya tienen en su memoria corporal y van eligiendo cuál quieren activar de acuerdo a lo que está pasando con el grupo, con los espectadores. En este sentido sí ocurre la improvisación. La performance es para mí un acontecimiento, una experiencia a habitar entre todos de la que el público también participa. Es un acto que busca la transformación del mismo modo que las manifestaciones, que también son performáticas porque están integradas por personas que se sienten convocadas por un hecho y buscan transformar la realidad. Una vez transitada la experiencia de la performance, no se sale de ella del mismo modo. El público pasa de ser un visitante que sigue una audioguía, como podría hacerlo en un tour turístico, a ser un actor social y a despertar al sujeto político con el objetivo de construir una sociedad más democrática, solidaria, afectiva y participativa. Se pone de manifiesto así que la democracia es algo que tenemos que defender entre todos.

-¿De qué manera los performers conducen a los espectadores hacia una nueva forma de participación más allá de la reflexión?

-El proyecto busca activar la reflexión y esa es también una forma de participar. Nosotros trabajamos mucho con lo que es el cuerpo en el piso, que es un cuerpo vulnerable, precarizado en contraposición con el público que sabemos que va a estar de pie. Ahí se genera una relación de poder. Más allá de los cuerpos reprimidos esto visibiliza la cantidad de cuerpos que podemos ver día a día en la ciudad y de los que no nos hacemos cargo porque los tenemos incorporados como imagen urbana. Estos cuerpos en el piso van a pedirle ayuda a la gente para poder incorporarse. La performance es, como te decía, un acontecimiento, porque no sabemos qué va a pasar hasta que ocurre. Pueden ayudarte o quizá no te ayude nadie y está bueno marcar esa diferencia. Los performers se van apoyando en el público para hacer sus construcciones coreográficas. Esto tiene que ver con la idea de que estamos construyendo comunidad, de que el cuerpo no se sostiene solo y no lucha solo, sino que se apoya tanto en su convicción como en un entramado social que lo sostiene.  

-¿Cuál es la relación entre el cuerpo y lo político?

-El cuerpo hace política desde el gesto, desde cómo se planta en un lugar. Nosotros no hacemos política partidista, pero fomentamos la participación ciudadana, la lucha colectiva, la resistencia y las acciones democráticas.

-¿Realizaste esta performance en otras oportunidades?

-Esta performance comenzó en el año 2017 y transitó por Buenos Aires, Chile, Brasil, Portugal, Rusia. En cada territorio se aborda una temática diferente y se trabaja con los performers locales. La investigación siempre parte de cero y  los contenidos se modifican de acuerdo con el lugar. Por ejemplo, en Lisboa trabajé sobre la crisis habitacional que no tiene nada que ver con la represión de 2001. Por eso son intervenciones site-specific, porque se piensan específicamente para un espacio.

-¿Varía la respuesta del público?

-Sí, varía de acuerdo con cada sociedad, pero como trabajo a partir de cero con la investigación, con las entrevistas, la gente se siente invitada a participar y lo hace. En Lisboa hubo una presentación en un barrio más humilde donde participó mucha gente y otra en un barrio más turístico donde participó menos y no creo que sea una casualidad. Además, Portugal tuvo 40 años de dictadura y la gente tiene muy poca participación en política y en movimientos sociales. Es un país muy pasivo. Por ejemplo, va muy poca gente a votar. Es interesante que el proyecto muestre eso, que refleje ese vacío.

Foto: Prensa Monumentos en Acción

-¿En el caso de la performance que tendrá lugar el 18, quiénes participaron de las entrevistas de la audioguía?

-Son 13 entrevistados diferentes, desde diputados de la Nación, voces del Ministerio de Economía, abogados de Derechos Humanos, periodistas, fotoperiodistas, gente del CELS,  de CORREPi, de Ctep, el testimonio de la única asamblea barrial que se creó en 2001 y todavía sigue en funcionamiento vecinos, manifestantes. Hay entrevistas que duraron una hora, pero como máximo entra un contenido de tres minutos. Hay un gran trabajo de edición con la intención de tener una pluralidad de voces que conforman una memoria colectiva, una memoria popular que se aleja de  una narración oficial.

-¿Qué destacarías de la performance que vas a dirigir el 18 en Plaza de Mayo?

-Que se trata de un acontecimiento histórico tanto por la fecha que estamos conmemorando como por la performance en sí, porque la estamos haciendo un día antes de cuando ocurrieron estos hechos hace 20 años y vamos a hacer una única participación. Ya el hecho de intervenir Plaza de Mayo es un acontecimiento histórico  tanto para nosotros como para el público por las huellas que tiene la Plaza de la construcción de una memoria colectiva. Nosotros también estamos inscribiéndonos dentro de la Historia con este trabajo. El nuestro no es un proyecto historicista, no hablamos simplemente de lo que pasó, sino que dentro de las entrevista está la pregunta sobre qué sensación da el fantasma de 2001. El fantasma es una entidad que nos acompaña todos los diciembres. Estamos en un momento económico y social con ciertos índices muy parecidos a ese momento, estamos en una negociación con el FMI que nos dio la misma cantidad de dinero que les dio a 8 países juntos para surfear la pandemia. La diferencia es que a partir de 2001 surgió una forma de  hacer política que acogió los reclamos sociales, hay mucha más interlocución entre los organismo sociales y el Estado y el Estado ha creado políticas públicas para afrontar estas situaciones. Esta es la respuesta que dan el Ministerio de Economía y también otros entrevistados para explicar por qué con índices parecidos a los de 2001 no tuvimos un estallido social. La performance rescata también la relación de la clase media en relación con las más humildes. En 2001 se cantó “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, pero uno de los entrevistados dijo que esa unión se dio por la bronca, no tanto por la empatía con la gente que tiene menos y la idea de que todos somos parte de la sociedad y deberíamos ayudarnos entre todos. Esta bronca es la que hoy une a ciertos sectores para votar a partidos de derecha o de ultraderecha a nivel mundial. Seguimos teniendo una crisis de representatividad que nosotros abordamos desde lo performativo.