Ayer, en el Centro Cultural Matta de la Embajada de Chile se presentó El espíritu de la ciencia ficción, una novela de Roberto Bolaño escrita a principio de la década del ’80, sobre que volvió muchas veces, pero que no publicó en vida. Participaron del acto de presentación el director editorial de Penguin Random House Juan Boido; la periodista Matilde Sánchez, el escritor y periodista Marcelo Figueras, y el periodista y librero chileno Christian Herbach.

Además del libro, los periodistas asistentes recibieron la reproducción del primero de los tres cuadernos en que Bolaño escribió la novela con una letra minúscula. Al respecto señaló Boido que el escritor chileno hacía caso omiso del soporte. Podía escribir sobre cualquier papel, incluso usado en una de sus caras, en folios legales, en hojas sueltas de agendas viejas, pero siempre lo hacía con el mismo orden y prolijidad. “En eso –dijo Boido- me recordó a Borges, a ese lector y escritor apasionado ajeno al soporte sobre el que escribe.”

La novela transcurre en México DF durante los años ’70 y narra la vida de dos escritores jóvenes en busca de su propia voz. Dice en el prólogo Christopher Domínguez Michael: “El espíritu de la ciencia ficción terminada en Blanes en 1984, es una buena novela de juventud. Una asumida Bildungsroman, como lo fue, desde luego, Los detectives salvajes, de la cual esta obra es un posible antecedente, o mas bien, de ella pueden extraerse numerosos elementos, de alguna manera iniciáticos (por tratarse de una obra primeriza porque, como yo lo creo, nuestros primeros libros son afortunados o desgraciados, ritos de iniciación) útiles para el estudio del conjunto de su obra.”

Boido coincidió en el acto con esta visión del prologuista al considerar que El espíritua de la ciencia ficción puede ser leída como una “precuela” de Los detectives salvajes, aunque se encargó de aclarar que no usaba el término  el sentido hollywoodense que se utiliza para las películas. Afirmó que Bolaño recoge la tradición del boom pero que “ya camina sobre una Latinoamérica arrasada. Es capaz de escribir como si no pestañara sosteniéndole la mirada al horror del mundo. Así y todo consigue que en sus ojos se refleje alguna forma de belleza, atroz, horrible, pero que uno lee más allá del asco o del dolor.” Señaló, además, que al leer a Bolaño no piensa que es chileno, porque, al igual que sucedía con Borges, refundó una lengua nueva que es casi “una lengua de traducción”.

Sánchez señaló que sin duda en Bolaño está su amor por Borges pero también están las crónicas de Bustos Domecq. “Hace una triangulación rara –explica- con Stanislaw Lem de Vacío Perfecto. Bolaño es un enorme lector de todo lo que lo precede y tiene que construir su literatura en un campo que está saturado de luminarias, saturado de padres. A algunos de ellos los quiere, como a Cortázar, del que va a tomar una idea muy potente que es la de discontinuidad. Pero también es el chileno novelista, lo cual ya es muy diminutivo, que viene después de Donoso que es el que tiene la prosa más enjoyada de todos los autores del boom. Está en un campo en el que él no puede saber pero sí puede intuir que ya no cabe un alfiler.”

Por su parte,  Figueras afirmó que nunca fue muy “bolañista” porque tiende a desconfiar de “los fenómenos”. “En algún momento dijo Bolaño –cuenta Figueras- que la unidad de opiniones lo jodía muchísimo y a mí me pasaba eso con él. Ejercité la resistencia durante mucho tiempo hasta que obviamente empecé a leer y reconocí la dimensión del monstruo. Lo que me generó El espíritu de la ciencia ficción es algo que no esperaba sentir y que es una enorme ternura.” Añadió que hay en el texto de Bolaño una nostalgia que no es de lugares o personas, sino de lecturas de la adolescencia.

 Herbach afirmó que Bolaño no se refería a la ciencia ficción de viajes espaciales, sino a la ciencia ficción como viaje interno. Finalmente Boido informó que el libro presentado estará en las librerías en este mes y que en diciembre se reeditarán Los detectives salvajes y 2666. Para el año próximo anunció la publicación de toda la Biblioteca Bolaño más un volumen de cuentos y otro de poesía, ambos inéditos.