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¿Qué elementos dictamina el sentido común que es imprescindible poner en la valija a la hora de emprender un viaje, sobre todo si se trata de un viaje internacional? Para Floreal Zu, la lista es la siguiente: una bicicleta plegable, tres cámaras de fotos y una computadora. No es que carezca de sentido común, es que la bicicleta, la cámara y la computadora para hacer back up son elementos fundamentales de su vida.

En el momento de hacerle esta entrevista telefónica, estaba disfrutando de una bicisenda que descubrió y que une Mar del Plata con Santa Clara del Mar. Es que está exponiendo en Mar del Plata, más precisamente en Cuatro Elementos Espacio Teatral, un total de 40 fotografías en que el hilo conductor es la bicicleta. La muestra se llama Bicicletas en foco, puede verse hasta el 11 de febrero y es parte de un proyecto artístico / fotográfico que consiste en un libro y una serie de exposiciones en diferentes puntos del país.

“La muestra es un poco en resumen de lo que está en el libro –aclara- pero desde otro lado. Cuando uno visita la exposición tiene las fotos en mayor tamaño, un recorrido prefijado, la vivencia es distinta de la que se puede tener con un libro en que se va pasando hoja por hoja y el lector se puede detener donde quiere. En una exposición el espectador está a unos 30 o 40 centímetros de una foto porque el ángulo de visión está copado por la imagen. Lo que permite la exposición, a diferencia del libro, es meterse más en la historia. Y digo historia porque considero que mis fotos son como ficciones. Obviamente no cuento una historia de manera literal porque no es algo cinético que tenga una narración en concreto pero de algún modo las fotos fueran fotogramas de una película. A veces fotografío mi propia bicicleta o alguna otra que veo. Lo que trato es que esa imagen sea universal, que no sea mi bicicleta o la de otro, sino una bicicleta con la que cualquier espectador pueda sentirse identificados, trato de que cada bicicleta cumpla un rol, cuente a su modo una historia. Y digo universal porque la bicicleta es un medio de transporte que usan tanto los reyes de Holanda como cualquier persona con recursos escasos. Sin querer ser grandilocuente, en el libro lo que muestro son diferentes instancias de la vida: situaciones de naturaleza, situaciones urbanas, distintos reflejos de los viajes…Para mí la bicicleta es omnipresente. Mucha gente se conecta desde allí, para otra es un recuerdo de infancia, un elemento deportivo…

A esa altura, la artista ha recorrido en bicicleta 27 países y también en bicicleta cruzó los Andes. El cruce lo hizo acompañada de un grupo porque su objetivo no era batir ningún récord ni demostrar nada, sino disfrutar de la travesía que le demandó seis días de pedaleo muy intenso en los que pasó por lo más variados paisajes. De todas esas experiencias tiene registro fotográfico.  

“Muchos de los países que visité –cuenta- son europeos, porque Europa es un continente muy amigable con la bicicleta. En América he estado en Chile, Brasil, Uruguay y Estados Unidos. Acabo de volver de Japón y la idea es seguir rumbeando para todos lados porque pedalear me permite conocer un poco más la idiosincrasia de un pueblo. Por supuesto, sigo siendo turista, pero puedo palpar un poquito más el modo de vida porque en el andar en bici uno percibe más la organización de la ciudad, cómo se mueven los peatones, los ciclistas y los automovilistas, me da otra cara de la ciudad.”

“Me gustaba mucho la bicicleta cuando era chica –dice Floreal. Iba al colegio en bici, pero luego la abandoné un poco. Me dediqué al montañismo y por la logística de esta actividad, por ejemplo, ir a Mendoza, retomé la bici y decidí ampliar mi horizonte. Pensé que si en Buenos Aires disfrutaba tanto andando en bicicleta por qué no llevarla también en mis viajes. Fue así como comencé a viajar con una bicicleta plegable en la maleta. Voy a decir una frase hecha, pero no encuentro otra forma de explicar lo que me produce andar en bicicleta que es una enorme sensación de libertad. Por ejemplo, yo estaba en el centro de Mar del Plata y montada en una bicicleta, pedaleando, estoy en Santa Clara del Mar. Eso, llevado a las ciudades que visito, me da una experiencia absolutamente única que el turista, salvo que alquile una bici por un rato, no tiene.»

Su vocación de fotógrafa es anterior a su fuerte vocación de viajera. “Tengo 47 años –explica- y comencé con la fotografía a los 19. Siempre me dediqué a eso, trabajé varios años en fotografía publicitaria para marcas importantes y estudios de diseño. En paralelo, estudié Diseño Gráfico en la UBA y hace 20 años que soy docente allí. Desde la fotografía o el diseño siempre me dediqué a la imagen. Siempre trabajé y viví de eso. Lo bueno es que en un momento de la vida uno hace un click y todos los cauces van a un solo río. Yo pude volcar toda mi experiencia en esto que me apasiona que es viajar, conocer, pedalear, disfrutar. Considero que unir todos los caminos es un verdadero privilegio.”

Dice que a Mar del Plata se llevó la “bicicleta de trámites”. “En Buenos Aires y en todas partes –explica- hay muchos robos y a través de los foros me encuentro con que la gente cuenta que la dejó cinco minutos estacionada y que se la robaron. Yo tengo una bici deportiva y también una plegable, pero la de trámites es una que da lástima, está vieja, oxidada, pero es la única que puedo dejar atada en cualquier parte porque nadie se va a arriesgar a cometer un delito por una bici que no vale casi nada. Y hasta es posible que me dejen una limosna (risas). De todos modos, lo que siento al pedalear es igual cuando me monto a esta bici toda oxidada que cuando subo a una de las mías que son mejores. Y sentiría lo mismo si me dieran una de carbono de 100.000 dólares. La sensación es la misma: el viento en la cara, el placer de andar, de trasladarse. Me gusta rescatar eso en las fotos, por eso no importa si la bicicleta es mía o de otro.  Aunque tuviera el dinero para comprar la de carbono, no creo que lo hiciera porque no soy una fetichista de la bicicleta en sí. Admiro un buen diseño porque soy diseñadora y hay algunas que me gustan más que otras. A veces me gustan porque tienen un diseño minimalista, pero también me gusta mucho la que usan mis sobrinos que viven al sur de Córdoba y que es una bicicleta playera toda oxidada y cachuza, con los frenos que andan mal. Pero me encanta cómo da en las fotos porque tiene algo de lo que te da una bicicleta que es diversión, espontaneidad, algo asi como andar en ojotas.” “

A pesar de sus múltiples aventuras en dos ruedas, aclara que se crió en Buenos Aires y que no creció “mamando la aventura”. Sus padres eran médicos “y nunca salieron siquiera de camping”. “La bicicleta me dio la posibilidad de abrir caminos. Y no sólo me ha abierto caminos geográficos, sino internos. Yo no me animaba a viajar sola y cuando comencé a viajar con la bici sentí que entonces no estaba viajando sola. Parece algo tonto, pero comencé a viajar sola de grande. No fui a la aventurera que a los 20 años me cargué una mochila y me fui de viaje. Siempre había viajado acompañada, hasta que por circunstancias de la vida, no tuve con quién. Ahora viajo sola, aprendí a disfrutarlo y soy muy selectiva si alguien se quiere sumar a mi viaje. Me subo todos los días a una bici, ya sea en Buenos Aires o en otro lugar. Y no hay vez que no me sorprenda, que no sienta la sorpresa de lo lindo que es andar en bicicleta.”