«Fue un partido muy complicado, duro. Le ganamos a un equipo que está muy bien armado. Una muestra de carácter». Los técnicos argentinos (los jugadores, menos) no suelen tener gran inventiva ni demasiado compromiso intelectual cuando abren la boca. En este caso, Guillermo Barros Schelotto. El Mellizo, claro, no va a reconocer que su Boca es un equipo de otro fútbol y que los cinco puntos que lleva en la tabla (al menos hasta la fecha que está en disputa) son un abismo. Si el fútbol no fuera el juego apasionante por lo impredecible, la encrucijada sería adelantar en qué fecha se consagrará campeón. 

Que Boca deslumbre es otra cosa. A pesar de que le sobra en el fútbol argentino actual desprovisto de poesía, en el que varios mandan a sus equipos a buscar el área contraria, con ambición sí, pero casi todos a los ponchazos, con potencial corto. Es lo que hay: el ejemplo es River, que ahora parece despuntar con la sola presencia de un jugador como Rojas, quien le otorga un equilibrio (no confundir con fútbol) que no tenía últimamente. 

Pero Boca es el que tiene la calidad y cantidad que no disponen los demás. Ni siquiera River o Racing. Su platea se debate en cómo juega, también en el desparpajo de sus dirigentes para abrir la billetera. De aquél debut del Melli ante Racing, 3/3/2016 (Orion; Jara, Díaz, Insaurralde, Silva; Pablo Pérez, Gago; Meli, Lodeiro; Tevez y Chávez) sólo conserva a Silva y a Pablo Pérez, con Gago lesionado. Desde entonces, mucha plata, y muchas variantes: qué otro tiene disponibilidad de volantes como Gago, Pablo Pérez, Bentancur, Sebastián Pérez (aunque el jueves se lesionó feo), Zuqui y Barrios; y delanteros como Pavón, Benedetto y Centurión, con Junior Benítez y Walter Bou como suplentes, nada menos. 

¿Cómo no va a ser el mejor, lejos? Ese era el flanco que brindaba Ramón Díaz, no sólo en River: se le achacaba que con gran disponibilidad de estrellas, cualquiera dirigía equipos campeones.

Hablemos de fútbol

El promedio de los rivales que le restan a Boca (ver tabla) en función a la posición que registraron antes de la fecha de este fin de semana, es 16º. Es decir, su rival-medio de las 12 fechas hasta el final, al día de hoy, no alcanza la mitad de la tabla. Claro que, desde que se reanudó el torneo, venció 2-0 a Banfield (está 9º), a San Martín de San Juan, por 2-1 (28º) y a Defensa y Justicia, por 1-0 (22º) y perdió contra Talleres (11º), 2-1, en La Bombonera. Estos resultados le permitieron sacar cinco puntos de ventaja. 

Pero, ¿juega bien?

El Mellizo es de los entrenadores afiliados al vértigo, una característica que suelen usar de maravillas algunos equipos europeos, claro que con algunos de los mejores jugadores del mundo. Y es un tema que le quita el sueño a algunos entrenadores como Marcelo Bielsa, aunque el Loco siempre le otorgó importancia clave a un lanzador que, justamente, sea el encargado de manejar los tiempos con criterios e inteligencia. La Bruja Verón era un artesano en esa cuestión. 

Este Boca 2017 tiene jugadores veloces, impetuosos e incontenibles, que siempre van a mil, aunque Defensa y Talleres, le complicó la vida con disputarle palmo a palmo del medio juego, ahogarle los espacios e ir a cada pelota como si fuera la última. El buen pie de la línea de volantes se desvanece si no está Gago (incluso con sus intermitencias): Betancour acompaña, pero no reemplaza y Pablo Pérez está para otra cosa, cuando no se le salta la cadena. La regulación del ritmo, el cambio de velocidad, el pase al claro, son para otro equipo. 

Pero logra supremacía con la prepotencia de su ir constante; con laterales que colaboran con sus extremos picantes pero a la vez influyen para que su defensa sea más falible de lo deseado. 

Boca siempre va. Aunque no siempre llegue con la claridad necesaria. Pero esas chispas que provoca ante los rivales le da la luz, el color, que le alcanza y sobra en un campeonato de fútbol gris.