Bettina Stagñares acompaña en el ataque a Ernesto Farías. Paola Vinai, a Mariano Pavone. Stagñares juega en el equipo de buzo negro. Vinai, entre los de pechera naranja. Entrenan junto al plantel de Primera División de Estudiantes de La Plata en el predio de City Bell. Es el 17 de septiembre de 2003. Carlos Bilardo dirige a Estudiantes. Aunque ya se cumplieron 15 años de aquella práctica de juego mixto, Stagñares y Vinai coinciden en que todavía sorprende esa imagen en el fútbol. Las jugadoras fueron esa mañana a agradecerle a Bilardo que las tuviese en cuenta, ya que habían comenzado a ganar terreno en el club: días antes se habían entrenado con juveniles de las inferiores. «Bueno, bueno, basta, basta», les dijo Bilardo, incómodo, y las mandó a ponerse los cortos. Las sorprendió. No habían llevado. Usaron la ropa y los botines talle 37 de Andrés Aimar. El equipo de Vinai ganó 1-0 con gol de Ezequiel Maggiolo. Pero hubo otra victoria.

«Por ahí en ese momento fue algo novedoso, aunque con Carlos ya habíamos entrenado un par de veces en la cancha principal con jugadores que estaban lesionados. Para el afuera, era sorprendente», dice Stagñares, 52 años, exayudante de campo en la Selección argentina femenina, actual mánager del fútbol femenino de Estudiantes y directora de Estadísticas del Hospital de Berisso. «Que Bilardo haya invitado a dos mujeres a entrenar fue revolucionario en ese momento, pero hoy también lo sería. Eso ubica a nuestro deporte en el mismo lugar de siempre. Venimos desde muy atrás. Las chicas luchan por ocupar un espacio que no es nada fácil», apunta Vinai, 53 años, también entrenadora, y odontóloga. Y recuerda: «Trabé una pelota bastante fuerte con Pelusa Cardozo, y Carlos dijo: ‘Despacito, despacito’. Después, la dinámica era atacar con posesión y rotación de pelota, generar espacios, desmarcarse».

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(Foto: El Día)

Al día siguiente, Stagñares y Vinai fueron tapa del diario platense El Día. Olé tituló: «¿Me las saca Doctor?». Y desarrolló: «Bilardo está en la revolución sexual: ayer metió a dos chicas en el picado. ¿Qué dirá Gloria?». Gloria, vale aclararlo, es la esposa de Bilardo. «Las chicas arrancaron como delanteras, aunque se fueron retrasando en el campo por cansancio. Pero se bancaron los 50 minutos de fútbol y sorprendieron por el buen toque, aunque, claro está, siempre pudieron recibir sin marca a presión», consignó la crónica de El Día. En Olé, el periodista Juan Manuel Allan detalló que Vinai jugó nueve pelotas bien, seis mal y tuvo dos pérdidas, y que Stagñares hizo seis pases bien, seis mal, perdió cuatro y le cometieron una infracción. «Fue una linda experiencia –recuerda Maggiolo, el goleador en aquella práctica–. Y más en esa época, donde había muchos prejuicios con las jugadoras, con las mujeres que jugaban al fútbol. Fue una buena iniciativa en ese momento y con el tiempo se ratifica: yo tengo una hija que juega al fútbol, y es muy bueno que pueda hacer lo que le gusta. No digo que ellas hayan sido pioneras, pero se animaron en una época que por ahí era muy difícil».

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(Foto: El Día)

El entrenamiento de Stagñares y Vinai con los futbolistas de Estudiantes fue un granito de arena en la línea de tiempo que desembocó este año en la profesionalización del fútbol femenino en Argentina. «Por más que muchos no coincidan en sus percepciones, Bilardo nos dio pelota –marca Stagñares–. Hay que agarrar lo que hay y pelear por todo lo que falta, que es un montón. Hay cosas que sufrimos y todavía seguimos sufriendo. El anuncio de la profesionalización está bueno como un puntapié. Porque si la AFA sostiene ocho contratos, hay muchas que quedan afuera. Y también hay problemáticas como el espacio para entrenar. Está todo lindo, pero nos faltan cosas básicas». Vinai se mantiene alejada del fútbol. Dice que tiene una opinión encontrada con respecto a la profesionalización. «La AFA se aprovechó del movimiento feminista para quedar bien, para supuestamente igualar posibilidades y, al final, es todo pura mentira –sostiene Vinai–. Me interesa un cambio verdadero desde las bases, en la formación».

En 2003, mientras Stagñares y Vinai se entrenaban a la par de Pavone y Farías en Estudiantes, Perugia de Italia se peleaba con la UEFA para que les permitiese competir con los hombres a las suecas Hanna Ljungberg y Victoria Svensson. No fue ni sería la última vez que un club lo intentaba. La arquera canadiense Stephanie Labbé quiso jugar el año pasado en el equipo masculino Calgary Foothills, de la cuarta división de Estados Unidos. También fue prohibida. Tres días después del entrenamiento de Stagñares y Vinai, la Selección argentina femenina debutó en un Mundial, en la cuarta edición, Estados Unidos 2003: derrota 6-0 ante Japón. En Francia 2019, Argentina participará por tercera vez en una Copa del Mundo, ya con una liga local en crecimiento. «Espero que los muchachos se vayan acostumbrando. Hay que darle importancia al fútbol de mujeres –dijo Bilardo aquel día en City Bell–. A mí, a mí, me gusta el fútbol femenino».