Si la selección masculina empezó a respirar en modo Mundial, la Argentina femenina ya volcó su cuerpo y espíritu a la Copa América que se realizará del 8 al 30 de julio en Colombia, un torneo trascendental en el que se pondrán en juego las plazas para el Mundial 2023, los Panamericanos de ese mismo año y los Juegos Olímpicos 2024. Mientras tanto, la Primera División ingresó en un receso que, tras la cita en Colombia, volverá el primer fin de semana de agosto con un partido que en hombres siempre marcó una rivalidad de barrio y que en mujeres le sumará una reciente afinidad: los clubes que tejen alianzas con universidades.

El Defensores de Belgrano-Excursionistas que se viene será el viejo clásico del Bajo Belgrano pero, a la vez, una especie de duelo deportivo entre la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Si Defe y la UBA forman una alianza desde la primera temporada del semiprofesionalismo en el fútbol femenino, en 2019, Excursio-UNTREF acaban de comenzarlo en 2022.

El caso más emblemático de esta relación es el de UAI Urquiza, potencia de la categoría: va puntero en el actual torneo con doce triunfos en doce fechas y ganó seis títulos -cinco ligas y una Copa Federal- en los últimos diez años. Pero hay varias diferencias, y no sólo porque la UBA y la UNTREF son universidades nacionales, públicas  y gratuitas. En 2009, la pata deportiva de la Universidad Abierta Interamericana (privada y arancelada) y el club Ferrocarril Urquiza, que serpenteaba desde hacía varios años en la Primera D, se fusionaron y pasaron a formar una misma institución. El presupuesto del centro de estudios se unió a la plaza en la AFA que tenía el club de Villa Lynch y desde entonces construyeron un proyecto que es orgullo para el fútbol femenino argentino -una curiosidad: el estadio de UAI Urquiza está ubicado a solo 600 metros de la sede de la UNTREF-. Pero en lo que sí coinciden los acuerdos de la UAI, Defensores y Excursionistas es en el mensaje esencial: educación y deporte van de la mano.

Después están los matices: tampoco son iguales los convenios de las universidades públicas con los dos equipos del Bajo Belgrano (que en mujeres comparten Primera División a diferencia del masculino, torneo en el que Defe juega en el Nacional y Excursio en la C). La génesis de este nuevo mapa fue en 2019, cuando la liga femenina empezó una semiprofesionalización que consiguió grandes logros aunque todavía está muy lejos de permitirles a las jugadoras vivir del fútbol. Hasta entonces, como el torneo era amateur, la AFA le dejaba a la UBA participar en su Primera División en carácter de invitada. Pero con la profesionalización de al menos ocho jugadoras por plantel, el torneo pasó a ser jugado exclusivamente por clubes pertenecientes a la AFA. En ese convenio de colaboración mutua, Defe -que no tenía equipo femenino de nivel- le dio a la UBA su nombre, su afiliación y su estadio. A su vez la UBA, que ya jugaba en Primera pero no podría seguir haciéndolo, le retribuyó con parte de su plantel y la financiación de gastos.

Quien sintetiza el mensaje es Amanda Da Silva, futbolista de Defensores y estudiante de medicina en la UBA, ya en quinto año. Brasileña de nacimiento, llegó a la Argentina en 2016 y de inmediato empezó a unir estudios y deporte. “Me encanta la UBA. En Brasil existe educación universitaria pública y gratuita, pero no para todos: hay un cupo por examen. En Buenos Aires me anoté al toque en el CBC y después en el equipo de fútbol. Yo había jugado al fútbol en Portuguesa, un club del interior de Sao Paulo, y acá empecé a representar a la UBA”, dice la mediocampista, una de las únicas dos jugadoras que siguen en Defe-UBA de aquel plantel original de 2019.

No todas las jugadoras de Defensores estudian en la UBA pero el puente está tendido. Por ejemplo, la delantera Florencia Figueroa cursa el CBC para administración de empresas. Incluso el técnico, Sergio Guerreiro –de larga trayectoria en el fútbol-, se recibió de traductor público en la UBA. “Siempre incentivamos para que trabajen o estudien, que no se queden solo en el fútbol”, dice Guerreiro. La alianza UBA-Defe también incluye el lugar de práctica: así como los partidos se juegan en el Juan Pasquale, los entrenamientos y la concentración se realizan en Ciudad Universitaria. “Estudio a la mañana y entreno a la tarde”, sintetiza Amanda que, como todas sus compañeras, sale a la cancha con la camiseta roja y negra de Defensores y la inscripción UBA sobre el pecho.

La UNTREF, por su pate, se sumó este año a Excursionistas, que ya había jugado los torneos anteriores y, por lo tanto, contaba con un plantel. En el convenio solidario entre ambas instituciones, la universidad garantiza recursos en búsqueda de una mayor profesionalización, como preparador físico o nutricionista, más conocimiento en gestión deportiva y gastos de traslados o apertura de estadio. Acaso la síntesis de este trabajo en equipo sea la bandera con la que las jugadoras de Excursionistas posaron hace poco: “Deporte y educación va de la mano”. Según  Esteban Simaro, encargado de deportes de la UNTREF,  «desarrollamos el programa de doble carrera, que significa que los deportistas de mediano o alto rendimiento puedan hacer su trayectoria deportiva y la carrera académica. O sea, romper con la falsa dicotomia de estudiar o hacer deporte. La idea es que las jugadores cursen en la UNTREF”.

Como el convenio recién se puso en marcha este año, ninguna jugadora de Excursionistas pudo anotarse en el primer semestre de las carreras deportivas de la UNTREF. Pero ya hay interesadas, como Yamila Chávez, mediocampista de 28 años, nacida en Río Gallegos. “Yo trabajo de profesora de educación física por la mañana, entreno por la tarde en Excursionistas y también estudio para ser directora técnica en el Cenard pero, cuando se abran las inscripciones, quiero apuntarme a alguna de las diplomaturas o maestrías especializadas. Estoy pensando en gestión deportiva o sicología en el deporte”, dice Chávez, con pasado en selecciones juveniles, Boca y la UBA.

Defensores y Excursionistas, esos rivales que siempre buscan diferenciarse, ahora tienen algo en común.