Si el escritor mexicano Juan Villoro hubiera visto jugar a Germán Portanova, habría dicho que era un futbolista inteligente: “El que nunca intenta lo que hace mal, el que hace eficaces sus virtudes y esconde sus defectos”.

El actual entrenador de la Selección argentina fue defensor central hasta los 36 años, cuando colgó los botines. De Castelar pasó a las divisiones inferiores de Vélez, luego estuvo por Tristán Suárez y Chacarita, jugó en Cerro Porteño de Paraguay, en Rangers de Chile y finalizó su carrera en los torneos regionales de Italia.

Alguna vez se definió como “un jugador del montón” que sabía conocer sus límites. Y que esa era su mayor virtud. Las cuatro operaciones que tuvo en la rodilla izquierda posiblemente reforzaron aquella personalidad basada en el trabajo y la constancia.

Cuando debutó como entrenador en el fútbol femenino, en 2014, se enamoró de la disciplina. “Las jugadoras me enseñaron a ver la pasión y el amor que tienen. No solo desde el punto de vista del juego, sino también desde el sacrificio y la predisposición en querer mejorar”, cuenta.

Antes de que Carlos Borrello dejara la dirección técnica de la Selección luego de 23 años (hubo una pausa en el medio de su ciclo), a la Asociación del Fútbol Argentino se le pedía un entrenador que conociera desde adentro la realidad del fútbol femenino. De ahí, que surgiera su nombre entre los candidatos.

Durante siete años en UAI Urquiza, su equipo logró tres torneos locales y un tercer puesto en la Copa Libertadores de 2015. Además, tras la profesionalización del fútbol argentino, Portanova y el club de Villa Lynch perdieron a varias jugadoras importantes que emigraron hacia equipos con mayor presupuesto. Y aun así, con futbolistas jóvenes y constantes recambios, mantuvo a UAI Urquiza entre los mejores del país.

A fines de julio pasado, Portanova se convirtió en el entrenador de la Selección. A sus 48 años, se prepara para la Copa América que se realizará desde el 8 al 30 de julio en Colombia. El torneo definirá el calendario competitivo de los próximos dos años: Mundial, Juegos Olímpicos y Panamericanos. La Argentina compartirá el grupo B con Brasil –vigente campeón y máximo ganador, con siete torneos de ocho ediciones–, Uruguay, Venezuela y Perú.

Hay un mensaje que repetís desde que asumiste el cargo: el grupo por encima de todo. ¿Qué significa?

–Un buen grupo tiene trabajo y humildad. Ante las adversidades o jugar mal, el convencimiento es seguir juntas. Estamos hace mucho en el fútbol femenino y se sabía del desgaste que existía en la Selección. Nosotros fuimos convocando a las mejores futbolistas, no nos guardamos a ninguna. Y hoy están las 23 mejores entrenando en un clima muy cordial. Más allá de la competencia, tiene que haber cordialidad. Creemos mucho en lo que es el recorrido y este proceso está siendo muy bueno.

Dentro de un grupo, es importante el rol de la capitana. ¿Sos de los entrenadores que eligen a su capitana o dejás que la elija el resto del plantel?

–Jugué al fútbol y me baso en los entrenadores que tuve. El grupo determina a la capitana porque yo puedo decidir, pero si después, cuando habla en el vestuario todas miran para otro lado, no sirve. Yo se lo dejo al grupo. La capitana es importante, refleja lo que el entrenador quiere transmitir en el vestuario, espacio que es de las jugadoras.

Como jugador, Portanova fue capitán de todos los equipos italianos que integró. Como entrenador, confía en la constancia y en los procesos. Por eso cada vez que prepara los partidos –cuenta– “mira puertas adentro”.

Cuando llegó a UAI Urquiza en 2014, el fútbol femenino argentino se caracterizaba por equipos largos, que jugaban al pelotazo y que carecían de triangulaciones o movimientos de juego. Con su sello, impuso una forma de juego que –según sus palabras– iba más allá de los resultados obtenidos. Buscaba inculcar ciertos movimientos y toques de balón. De ahí que cuando se le pregunta por la baja de la mediocampista Lorena Benítez, tras su lesión en el ligamento, Portanova responde: “Lore es una aceleradora del juego y a mí me gusta el juego. Era el enlace entre la defensa y el medio, era la primera comunicadora con la pelota y lo hacía muy bien. Pero no perdemos las esperanzas de clasificar y que esté en el Mundial porque tiene una gran calidad, no solo futbolística, sino también humana”.

El día que lo presentaron en su actual cargo, Portanova se refirió al estilo de juego y a los objetivos que se propuso el cuerpo técnico: “Buscaremos que se hable bien de nuestro comportamiento, de nuestro trabajo dentro de la cancha. Si nos proponemos salir campeonas nos vamos a frustrar, bloquear y negar en otros partidos”.

Foto: AFA

–De la Copa América que comienza en pocos días dependen los próximos dos años de la Selección. ¿Cuál es el objetivo que se propusieron?

–Para la gente que sigue al fútbol femenino, nuestro objetivo es darle una alegría grande y clasificar al Mundial. Después, como cuerpo técnico, nos proponemos jugar bien. Llevar una buena imagen de juego, que no solo se hable de que es una selección aguerrida por historia, sino también que es un plantel que trata bien la pelota, que tiene un funcionamiento, una forma de jugar. Y eso no significa que en todas las jugadas salgamos desde abajo o vayamos enfocadas en el arco rival. El fútbol tiene matices, momentos donde pueden someternos y ahí tenemos que saber defender y otros en los que ir a atacar.

–Alguna vez dijiste que la clave frente a potencias como Brasil está en “observar al rival pero no demasiado para no perder la esencia”. ¿Cómo se logra?

–Nosotros vamos a plantarnos en un 4-3-3 que por momentos puede pasar a 4-5-1 o 4-1-4-1. Y no voy a esconderlo. Vamos a tratar de tener la pelota, salir, cuidarla, pero la verdad indica que, en los duelos individuales, las brasileñas son veloces, con técnica. La jerarquía de Brasil quizá nos obligue a jugar en nuestro arco. Cosa que no queremos que suceda, pero sabemos que puede suceder. Tenemos que bajar el ritmo del partido y tomar la mejor decisión, pero sin perder nuestra esencia.

–¿Cuál es el análisis del resto de los rivales del grupo?

–Venezuela es una selección muy buena, que viene de muy buenas fechas FIFA. Tiene jugadoras en Europa y, a nivel nombres, está muy parejo con nosotras. Uruguay juega de una determinada manera que te ensucia la cancha, por así decirlo. Nosotros tenemos que doblegar esa forma de juego directo, estar muy atentas a los piques, a las coberturas. Son selecciones muy distintas. Y Perú tiene un DT que le quiere dar buen funcionamiento al equipo y son de tener cuidado. No tienen miedo, pero sí el respeto necesario.

Durante sus años en UAI Urquiza, Portanova alzó la voz en varias oportunidades para exigir las herramientas necesarias para las jugadoras..

“En el fútbol femenino hay que hilar más fino para crecer. El dirigente deportivo tiene que preguntar por qué con este presupuesto se juega así, se entrena así. Tiene que apostar a las divisiones juveniles. En los hechos, algunos no lo hacen porque sigue todo igual. Todos deben hacer una autocrítica, no solo hablar de las jugadoras. Nosotros le tenemos que brindar las herramientas necesarias para que jueguen cada vez mejor”.

Además, fue de los pocos que miró hacia el mal llamado “Interior del país” para reforzar a su equipo. Hoy, ya desde otro lugar, explica que la búsqueda de jugadoras es clave. El portal santafesino La Diez dio a conocer que la calidad de las futbolistas que nacen en las distintas provincias del país se advierte en los orígenes de las jugadoras de la Selección. En el Mundial Francia 2019 y en la inminente Copa América, la mayoría nacieron fuera de Buenos Aires.

–¿Qué diferencia encontraste entre las jugadoras del ámbito local y las que vienen de Europa?

–La competencia de allá las hace más jugadoras, mucho más maduras y con mejor compresión de juego. Creo que los entrenamientos no varían mucho, pero sí el roce. A nivel local hablamos con los entrenadores sobre lo que es para nosotros una semana de trabajo. El ámbito local va creciendo, pero nos falta. Estaría bueno que todos los planteles sean competitivos, que no se sepa cómo van a salir los resultados, pero eso generalmente ya se sabe.

En su cuenta de Instagram, debajo de su biografía, escribió: “Si el SEÑOR está conmigo, quién contra mí”. En una entrevista con la periodista Ayelén Pujol, Portanova contó que no tiene religión, que sigue a Dios y a Jesús, que lee la Biblia y que habla con un referente de Atletas Cristianos. “Dios nos dio a todos ciertos talentos, está en nosotros trabajarlos y desarrollarlos. Y utilizarlos. También descansar en él. Uno trabaja, toma decisiones y después está bueno descansar en Dios. A mí me ha ayudado un montón”, dijo.

–En tu primer partido como entrenador de la Selección declaraste que no le tenés miedo a la derrota. ¿Encarás con esa misma filosofía la Copa América o solo vale para los amistosos?

–Siempre tomamos riesgos a la hora de intentar jugar o jugar en un determinado sector de la cancha. Al tomar esos riesgos todo puede suceder. No podemos elegir ganar siempre, pero sí cómo perder. Y si me preguntás cómo prefiero perder, te digo que tratando de ir a buscar el partido, de jugar de una determinada manera.

–Entonces, ¿el balance de la Copa puede ser positivo a pesar de que la Selección no se clasifique al Mundial?

–Quisiera tener varios años en la Selección y que se me reconozca porque dejé mi sello y un determinado juego dentro del fútbol femenino. Nosotros queremos clasificar y jugar el Mundial. Sabemos que voy a ser más escuchado si llegamos a clasificar, pero esta manera de perfilarnos, de poder reconocer los avances a pesar de los resultados, nos hace muy bien.