La rumana Simona Halep tardó 56 minutos en despachar a Serena Williams con un doble 6-2 en la final femenina de Wimbledon. No hubo tenistas argentinas entre las 128 participantes del cuadro principal del Grand Slam británico que acaba de terminar. Sucedió lo mismo en Roland Garros, en junio. La conclusión superficial podría ser que falta talento y nivel entre las mujeres. Pero ellas, las protagonistas, dicen que la crisis tiene otro origen. «Notamos que hace años hay desigualdad, falta de apoyo económico y también institucional. No contamos con jugadores de elite por falta de oportunidades, no por falta de capacidad», dice Emma Kiernan, una de las más de 50 integrantes del grupo de tenistas profesionales que se unieron para generar una salida colectiva.

La idea surgió como respuesta al principal problema que afecta a las deportistas: los hombres este año cuentan con 21 torneos nacionales de ITF World Tour en el calendario nacional y no hay ni uno para las mujeres. Desde principios de año, empezaron a reunirse, debatir y anotar una serie de puntos para reclamar a la Asociación Argentina de Tenis (AAT). También resolvieron agruparse en las redes sociales y crearon una cuenta en Twitter (@tenis_femenino) y otra en Instagram (@tenis.femenino) para darle impulso a sus demandas y para intentar encontrar apoyo económico.

«Elegí sumarme porque es una gran idea que seamos las propias jugadoras las que reclamemos los torneos en nuestro país y busquemos soluciones. Somos muchas y queremos que sea vea cómo está todo», analiza Delfina Glorioso -20 años y 1383 en el ranking de la ITF- desde Francia. Ahora está en un open en la medieval localidad de Bergerac. Se fue a Europa en junio para jugar en torneos que solo entregan dinero y calcula que cuando vuelva habrá participado en alrededor de 30 competencias. Es el camino en el que cayó al quedarse sin certámenes por puntos internacionales en la Argentina. No es la única. Hay por lo menos diez tenistas que viajaron a Europa sin ningún sponsor, gracias al esfuerzo personal y familiar.

Agustina Chlpac -22 años y 1063 en el ranking- es otra de ellas. «Somos muchas que estamos tratando de viajar, de sacar los puntos WTA, de dedicarnos de lleno. Es una pena que la AAT no nos conozca ni sepa que clase de tenistas tiene el país», dice una de las tenistas que se mantienen conectadas y en alerta en un grupo de WhatsApp.

Los reclamos de la Selección y del resto del fútbol femenino para defender sus derechos fueron una inspiración para las mujeres. «Fue una motivación porque sentimos que fueron escuchadas», cuenta Kiernan. Las futbolistas -ahora profesionales- también fueron clave para visibilizar las dificultades de las tenistas al ayudar a difundir las cuentas de las redes sociales. Ambos deportes tienen problemas en común. Por ejemplo, la necesidad de remover los cimientos y los pedidos recaen sobre la dirigencia. La AAT recibió a un grupo de tenistas en marzo pasado, escuchó los problemas y contó que trabajan en un proyecto de largo aliento llamado Programa Integral de Desarrollo del Tenis Femenino. Fue una primera victoria para intentar cambiar la realidad.

«No es casualidad que haya representantes en el tenis masculino y no en el femenino. Tienen mucho más competencia, apoyo, reconocimiento y sponsors. La asociación marca un camino ahí y a las chicas nos sueltan las manos», sostiene Kiernan, de 18 años y una de las participantes de la reunión en la sede de la Asociación. «El apoyo de ellos es clave y también es fundamental tener competencia en el país para poder crecer en Europa», opina Chlpac. El desgaste físico también es otra consecuencia de la ausencia de torneos ITF en la Argentina: cada viaje tiene un costo económico que tratan de amortizar jugando la mayor cantidad de partidos posibles, algo que trae consecuencias sobre el cuerpo. 

Las deportistas creen que la solución está al alcance de la mano de la dirigencia. Solo necesitan establecer la refundación del tenis femenino como una prioridad en la agenda. «Nos sorprende mucho teniendo en cuenta todo el avance en el movimiento de mujeres», dice Kiernan, que este año canceló un viaje a Europa por una lesión y que recién ahora está volviendo a las canchas. Glorioso sí pudo cruzar el océano para buscar el dinero que finalmente le permita hacer frente una gira ITF. «Las medidas imprescindibles tienen que ver con mejorar la base de desarrollo. Es decir, tener entrenadores, academias y un equipo capacitado en formar buenas profesionales que se puedan insertar realmente en la elite del tenis», señala en medio de una pausa de su cargado itinerario.

“Adentro de la cancha somos rivales y afuera nos apoyamos y acompañamos. Todas queremos que le vaya bien a la otra y que el tenis femenino argentino crezca”, dice Kiernan sobre el espíritu del movimiento con el que, entre otras cosas, esperan conseguir fondos para sostener sus carreras. «¿En estas condiciones puede haber presencia femenina en grandes torneos? Si alguna llega va a ser por el talento, la garra y un poco de suerte», advierte Chlpac. Y si no llegan al menos saben que hay un grupo que las puede contener.