El sueño de todo basquetbolista es llegar a la NBA. El impacto es inmenso desde el primer momento en que el elegido se topa con semejante bestia: «Jugar en la NBA es el sueño de mi vida. Todo es fantástico, otro mundo». El dueño de esas palabras de asombro es Emanuel Ginóbili, en octubre de 2002, tras su primer contacto con la elite del básquet mundial. Pasaron 15 temporadas desde ese momento y el bahiense, a los 40, se prepara para arrancar el martes con San Antonio Spurs un nuevo desafío pero con el mismo asombro de cada octubre, obnubilado por todo lo que lo rodea, como también le sucedió a cada uno de los argentinos que llegó a la NBA. El último de ellos, Nicolás Brussino, estará en Atlanta Hawks.

El mundo de la NBA sigue asombrando a todos. Entonces, ¿cómo es por dentro? ¿Hay un método? ¿Una fórmula magistral? ¿Cómo enamora así? Tiempo Argentino habló con especialistas de diferentes áreas dentro del mega monstruo para intentar correr el velo de uno de los secretos mejor guardados. «Vamos por el mundo con la mente abierta para absorber nuevas ideas y generar un producto más competitivo. Nos nutrimos de otros deportes, compartimos experiencias y aprendemos. Trabajar en la NBA es como jugar en la NBA, cada día es un nuevo reto. Tenemos que estar a la altura. La organización, como cada una de las 30 franquicias, busca la excelencia en cada detalle, en cada elemento por más mínimo que sea», contó Emilio García Duarte, director senior de Marketing para el continente.

Y es la búsqueda de la excelencia y la autoexigencia en cada aspecto lo que parece ser la clave de todo para que prevalezca la calidad del producto en su conjunto: el combo perfecto. Cada franquicia cuenta con su propia televisación, equipo de marketing y comunicación. La planificación de la temporada se hace desde cero cada año y no hay momento que no sea importante. Según cuentan desde la sede central en Nueva York, el pico máximo del año llega con el Juego de las Estrellas y no con las Finales. Aunque remarcan que la expectativa es todo el año y la cobertura es igual en importancia sea cual fuera el partido.

La autoexigencia y la excelencia también se ven en los pequeños detalles, como por ejemplo que la novedad del día como puede ser un banderín, una remera especial, figuritas coleccionables o un simple mail de invitación, fue revisada cientos de veces y por miles de ojos antes de ser liberada con éxito. Y ni hablar de la comodidad que brinda a sus figuras con los aviones de asientos especiales o el cuidado y atención que también se les ofrece a las esposas de los jugadores.

Todo comienza apenas terminada la temporada. Allí se planifica lo que va a venir con el desafío de qué ofrecerle al aficionado. Desde el departamento de Comunicación afirman que lo más importante es que los fanáticos puedan ver los juegos al final de cada día. Y llegaron las redes sociales para cumplir sus deseos, con 1300 millones de seguidores si se suman los de franquicias, jugadores y la liga. Esta última tiene más de 55 millones de fans en Latinoamérica.

Desde la Gran Manzana también afirman que se tienen numerosas reuniones con cada una de las franquicias, a las que se deja trabajar en libertad, se plantean las ideas para captar más aficionados con promociones y contenido original.

La NBA asegura que a partir de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, con el inigualable Dream Team, se abrió la liga hacia el mundo: hoy cuentan con oficinas en Londres, Beijing, México, San Pablo y Johannesburgo. La frase «la NBA tiene ojos en todo el mundo» es real. ¿Dónde entra la Argentina en la planificación? «Con la llegada de Ginóbili, Nocioni, Oberto y tantos otros, creció mucho la relación. Trajimos eventos al país que tuvieron gran recibimiento (3×3, NBAJr), cada día se suman fans que tienen mucho conocimiento de la NBA. Vamos paso a paso. La infraestructura en la Argentina no es la misma que hay en otros países. Nuestra experiencia aquí también pasa por comprender sobre lo exitoso que es el país en tantos deportes», agregó García Duarte.